Capítulo 11: Jugando el juego

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RAN

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RAN

Me he despertado con un puto dolor de cabeza de insoportable. Los oídos me zumban, la cabeza me late y la boca me sabe a algodón. Busqué agua a mi alrededor y encontré un vaso junto con una pastilla en mi mesita de noche. Misaki, pensé, recordando vagamente que me acompañó a mi dormitorio la noche anterior. Qué
maldito ángel.

Había soñado con ella... la que me rompió el corazón, la que me había arruinado.

Hacía un par de semanas que no soñaba con ella, y eso no me facilitaba la resaca. En el sueño, ella estaba a mi lado en mi coche. Ibamos a toda velocidad por la pista de un aeropuerto, sin más que kilómetros de asfalto ante nosotros. Pero mis ojos no estaban puestos en la carretera, sino en ella. Ella hacía girar un mechón de su largo cabello alrededor de su dedo, y sus ojos me devolvían el brillo.

Y entonces se volvió hacia mí y, con su voz suave, con su tono sentencioso, me dijo —Estás borracho.

Y entonces mis ojos se abrieron de golpe y me desperté.

Me vesti para ir al trabajo y salí del edificio, casi dándole un puñetazo a Hayate en la cara por preguntarme si quería parar a desayunar. ¿Tenía pinta de querer parar a desayunar? La sola idea de la comida era suficiente para hacerme vomitar sobre mi traje de cuero gris marengo hecho a medida. Cuando llegué a la oficina, papá estaba sentado en mi sofá.

—¡Qué sorpresa! —dije, terminando el resto de mi
agua y tomando asiento en la silla frente a él.

—Dios, Ran —dijo, sacudiendo la cabeza. —Apestas.

—No he tenido tiempo de ducharme esta mañana.

—Bueno, hueles como si te hubieras duchado con
Grey Goose anoche.

Estuve a punto de replicar, pero me lo pensé mejor y sonreí. —¿En qué puedo ayudarle esta mañana, padre?

Puso las manos sobre las rodillas. —Sólo quería decirte que he organizado una cena para ti, con el Sr.
Uchida y su esposa. —El Sr. Uchida era el propietario de un hotel en Inabe que estábamos tratando de comprar y renombrar, y habíamos estado en conversaciones con él durante más de un año. Pero últimamente estaba cada vez más de acuerdo con la idea.

—Oh, ¿Ha mordido el anzuelo?

—No un bocado completo, pero ahora está más interesado en oler la carne, seguro tendrás que hacer tu mejor trabajo esta noche.

—Siempre hago mi mejor trabajo —sentencie.

—Ya lo veremos. —Se levantó para irse. —Oh, y trae a Hara. Uchida traerá a su esposa. Mio, creo que se llama. Te humanizará.

Una propuesta - Ran Haitani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora