Las Mamadas De Los Perros Callejeros - One Shots

~4~

Una gran gala se dio lugar en un hermoso hotel, La Agencia Armada de Detectives y La Port Mafia festejaban el contrato de paz que recientemente habían firmado, además de la tranquilidad que había en la ciudad; cosa que se dio gracias al nuevo Doble Negro, o el Shin Soukoku, como al viejo Soukoku les gustaba llamarlos.

Todos estaban disfrutando en una muy rara armonía, casi nadie estaba peleando, "casi", por que el Soukoku casi se agarra a los golpes, pero gracias a Ozaki, uno de los ejecutivos de la Port Mafia y antigua mentora de este par, esto no paso, ella los pudo separar.

Como castigo los mando a buscar a los jefes; estos hace un buen rato habían desaparecido y en unos minutos estaba planeado que dieran una charla de unas cosas.

En una habitación, la cual estaba en el piso abajo de donde estaban celebrando. Se encontraba un pelinegro siendo acorralado contra un escritorio, estaba usando un bello traje negro, ajustado en ciertos lugares mientras acentuaba tan bien su figura. Estaba siendo acorralado por un albino más alto de él, portaba un traje color azul francia, una camisa gris clara y la corbata del mismo color que el traje.

-Deberíamos volver....-  susurro el jefe de la Mafia poniendo sus manos el pecho del contrario.

-No nos necesitan....- susurro dando besos en su cuello.

-Mm.... Yu-yukichi- gimió al sentir la lengua de su amante pasar desde abajo hasta arriva de su cuello, llegando hasta su boca y atrapandola en un beso desesperado.

Mori lo recibió placenteramente, correspondiendo el beso y moviendo sus propios labios al ritmo que Fukuzawa marcaba.

Mori ya tenía su saco desabrochado, por lo que el albino movió sus manos y desabrocho los primeros botones de la camisa blanca de su acompañante.

Para luego pasar sus manos abrazando la cintura del pelinegro y pegarlo aún más a su cuerpo, volviendo a dar besos en su cuello, pero esta ves un poco más abajo.

-Rintarou.....- susurró con vos grave sobre la pálida piel del azabache, el cual dio un pequeño brinco al sentir eso. Nadie le había podido exitar tanto con tan solo llamarlo por su nombre, nadie además de su Yukichi.

-Te digo que no deben estar acá, bastardo- se escucho una vos a la ves que la puerta se abría.

Dazai y Chuuya se habían quedado helados al enfocar su vista sobre sus jefes.

-¡Aaahhhh!- se escucho un grito extremadamente fuerte por todo el hotel, los dos muchachos habían gritado extremadamente fuerte.

Buenas buenas, ojalá les haya gustado.

No se olviden de su estrellita~

~Adiu