21. La huida de Sirius

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Alina Potter

Eran las doce de la mañana y James y Sirius seguían durmiendo en la habitación de invitados. Abajo en la cocina, nos encontrábamos Andrómeda Tonks preparando la comida acompañada por su hija Nymphadora, de tres años y yo. Me encontraba ayudando a preparar unos bollos de Bath, unos bollos rellenos de pasas y piel de fruta recubiertos de azúcar, y una empanada de Cornualles en forma de media luna rellena de una mezcla de carne de ternera, nabo, cebolla y patata.

- Mira qué horas son... y estos aun durmiendo – dijo Andrómeda mientras picaba la cebolla

No había dicho palabra en toda la mañana y eso dio que desconfiar a Andrómeda. Pero justamente cuando iba a preguntarme el motivo de mi silencio, suponiendo que tenia algo que ver con su sobrino, entró su marido Ted Tonks con el correo y con El Profeta en sus manos.

- Bueno, parece que no ha ocurrido nada grave esta semana – dijo Ted mientras dejaba el correo en la mesa y se acercaba a saludar a su esposa - ¿Es que aún no se han levantado? – preguntó Ted notando que los chicos no se encontraban cerca

- Justo estaba pensando eso. ¿Por qué no vas a arriba y los despiertas? – le propuso Andrómeda

- Me parece una buena idea. ¿Me acompañas Nymphadora? – preguntó Ted a su hija. La niña miró enfadado a su padre y su cabello se volvió de color rojo – Vamos, Dora? – volvió a preguntar. La niña asintió y acompañó a su padre a despertar a su primo Sirius y a su amigo con una sonrisa en su rostro.

Quince minutos después, Ted bajaba por las escaleras con su hija y detrás de ellos, Sirius y James bostezando.

- ¿Habéis dormido bien? – preguntó Andrómeda cuando los cuatro se sentaron en la mesa mientras nosotras servíamos la comida

- Si – dijo Sirius bostezando

- Ya – dijo Andrómeda – Entonces podréis explicarme que hace una moto aparcada en la parte trasera de la casa

Sirius y James se pusieron blancos y se miraron disimuladamente a la espera de que alguno de los dos hablara.

- ¿Y bien? – volvió a preguntar

James me miró pidiendo ayuda pero yo solo bajó la cabeza para mirar hacia el plato de comida. Si creía que lo iba ayudar después de llegar tarde y borracho, la llevaba clara. 

- Pues... - dijo Sirius buscando una respuesta al ver que su amigo no contestaba

- En resumen, que ayer os escapasteis por la noche y salisteis sin decir nada – dijo Ted mientras leía El Profeta, por lo que no podían ver su expresión

- ¿Y bien? – volvió a decir impaciente Andrómeda esperando una explicación

- Es cierto – confesó Sirius – No le digas nada a mi madre

Andrómeda miró fijamente a Sirius pero no dijo nada más. Andrómeda era una de las pocas personas que conocía lo que el joven Sirius había vivido en la casa de su hermana. Su cariño era tan grande hacia él que sabia ocultar todas las gamberradas de su sobrino.

La comida transcurrió tranquila salvo por algún comentario por parte de Ted sobre lo que leía en el periódico.

Yo decidí ignorar a James y a Sirius el resto del día y, a las cinco de la tarde, nuestra madre llegó a la casa de Andrómeda para buscarnos así que os despedimos de la familia Tonks y de Sirius, el cual se quedaría hasta el martes.

Una Vida Diferente | Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora