42. Los terribles exámenes

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James Potter

La noche en Hogwarts cayó oscura y a la vez hermosa. La nieve cubría las montañas y el paisaje completo estaba blanco. El lago estaba cubierto por una gruesa capa de hielo y ya comenzaba a haber movimientos en el castillo. Los alumnos del Colegio de Magia y Hechicería ya habían vuelto de visitar a sus familias por vacaciones.

James se alegró de que todo el mundo volviera sano y salvo. Últimamente los ataques del que no debe ser nombrado se habían vuelto más numerosos que de costumbre.

Lily Evans se encontraba estudiando en la biblioteca. La chica estaba más pálida, ojerosa y despeinada que de costumbre. Algunos estudiantes dicen que la ven ir al baño de Myrtle la Llorona y que la oyen llorando. Pero nadie sabe el porqué ya que Myrtle los echa a gritos de allí.

Los rumores vuelan y la gente ha empezado a hablar sobre el tema. Todo el mundo cree que está así porque James la ha dejado o porque Lily lo ha visto besarse con otra, pero James sabe que eso todo es mentira por lo cual le intrigaba bastante todo ese tema y averiguar lo que estaba ocurriendo. El solo quería ver feliz a su Lily.

Esa noche, James se levantó para bajar a la Sala Común y sentarse en una butaca frente al fuego. Comió algunas ranas de chocolate y dejó su mente en blanco para pensar. Oyó el fuego crepitando, su respiración y unos suaves llantos. Tan leves, que parecían no existir. Pero los escuchaba.

Se incorporó y miró las escaleras que llevaban a la habitación de Lily. Como hacía siempre que quería ver a su hermana, se transformó en un gran ciervo y, comprobando que no había nadie, subió por las escaleras. Cuando llego al piso superior, volvió a su forma humana y se acercó a la habitación de la pelirroja.

Se pasó una mano por el pelo (desordenándolo aún más), se colocó las gafas y apoyó su oreja contra la puerta de madera. Si en la Sala Común se oían los sollozos, ahí se oían con perfecta claridad.

-¿Lily? -llamó suavemente.

Durante un momento pararon los llantos y James no escuchaba nada más que el ruido de su propia respiración.

-¡Fuera, Potter! – le gritó Lily. Se angustió súbitamente ante el grito de su novia y entró.

La habitación de Evans tenía cuatro camas, como la suya. Tres de ellas estaban completamente limpias, ordenadas y vacías. James supuso que las amigas de Lily habrían ido a dormir con sus respectivos novios. La última de las camas estaba deshecha. Había pañuelos usados por todas partes y envoltorios de chocolate esparcidos por la cama. Y finalmente, allí estaba la pelirroja. Su pelo estaba desordenado, tenía unas enormes ojeras y sus ojos y nariz estaban terriblemente rojos.

-Evans... -susurró James con pena al ver su aspecto.

-Fuera, Potter -repitió ella abrazando sus rodillas.

-Quiero ayudarte -se quejó este con un puchero.

-¿Cómo has subido? -preguntó finalmente haciéndole sitio en la cama.

-Secretos de un merodeador -sonrió

-Sí, claro... -rio ella sorbiéndose la nariz.

-¿Qué te pasa? -preguntó James, serio de repente.

-Es mi hermana, Petunia -comenzó a contar bajando la vista- Hace unos días me envió una carta diciendo que se casaría un tal Verdol...

-¿Verdol? -preguntó James entre asustado y divertido.

Una Vida Diferente | Sirius BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora