Un destino

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—Felicidades, señor arcángel.—

Salem se dio la vuelta, llevaba varios objetos en la mano, pero eso no impidió que sonriera ampliamente a su visitante.

—Esto es inesperado, ven, toma asiento.—

Conversaron un largo tiempo, hablaron acerca de lo sorpresivos que fueron los ascensos, lo bello de la ceremonia y lo que les esperaba delante en sus nuevas tareas.

Aiwass estaba internamente rebosando de alegría al saber que su maestro era ahora parte de un grupo tan especial por lo que múltiples veces se lo hizo saber indirectamente.

—Por cierto, también debo darte las gracias... tenías razón, él lo hizo muy bien.—

Salem comprendió al instante a lo que su joven alumno se refería.

—Por algo ha sido designado como principado, le espera un buen camino, pero mírate, realmente estarás también en algo grande, tengo la certeza de que con ayuda de El Señor llegarás muy lejos y traerás alegría a los que te rodean.—

—Hay otra cosa que quiero preguntar, ¿Eres cercano al señor Lucifer? —

—Lo he tratado en varias ocasiones y he tenido el placer de escuchar sobre sus hazañas todo el tiempo, es un ejemplo a seguir, pero ¿Sucede algo?—

—No es nada, he conversado con él algunas ocasiones, gran tipo.—

—Oh, tengo algo para ti, un pequeño obsequio para que te acompañe en tu camino.—

El mayor puso una pequeña caja exquisitamente adornada, al abrirla encontró una llave con una forma poco común pero parecía útil. Agradeció y se despidió repetidamente de su antiguo maestro.

Mientras avanzaba observó la caja, recordando partes clave de la conversación que acababa de tener. Antes pensó que después de ascender las dudas se disiparían, pero lamentablemente no fue así, seguían ahí haciendo nido en su cabeza.

¿Acaso había algo mal? Incluso pidió perdón múltiples ocasiones pero ahora estaba de nuevo dudando.

—¿Aiwass? Sí, definitivamente eres tú, mira, soy Jofiel.—

El mencionado elevó la mirada, esa energía era inconfundible. Saludó haciendo un gesto y continuó avanzando.

—¿A dónde te diriges? Yo iré a saludar al señor Lucifer, escuché que estará por aquí cerca para darle la bienvenida los nuevos ángeles creadores. —

Sin dar tiempo para responder Jofiel siguió hablando.

—Es una lástima que hayan cancelado las reuniones, realmente me gustaba ir ahí, siempre había tantos de nuestros hermanos.—

—¿Dijiste que las cancelaron? ¿No fue el propio Lucifer quien dijo que terminaban porque la ceremonia ya iba a realizarse?—

—No, escuché que los altos mandos ordenaron que debían cancelarse, todos los que asistían no entienden la razón... Oh, mira, ahí están. Señor Lucifer!—

¿Por que habrían de cancelar unas reuniones tan inofensivas? Aiwass sólo obtuvo más preguntas que respuestas. Entonces observó a lo lejos como los ángeles revoloteaban al rededor de ese ser tan llamativo, entonces un pensamiento aterrador de nuevo lo sacudió.

—No, de ninguna manera...—

Dijo para sí mismo y luego se acercó al grupo.

Se les dio indicaciones y algunos materiales que les servirían como herramientas de trabajo. Las tareas parecían maravillosas, tendría la oportunidad de ver la grandeza de su creador en todo su esplendor, aunque claro, era un trabajo aislado y... solitario.

. . .

Mientras tanto Aziraphale se encontraba adaptándose a su nuevo trabajo

—¿Por qué debemos aprender a usar armas? ¿No es un poco anti celestial?—

Preguntó un tanto nervioso mientras trataba de mantener la espada en posición.

—Nosotros no cuestionamos, obedecemos. Ahora en guardia.—

. . .

Después de un bendecido primer día Aiwass ya estaba en sus aposentos, sentado frente a un ventanal observó la pequeña planta dejando caer un destello dorado sobre ella para hacerla resplandecer.

—Qué belleza...—

Sempiterno [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora