Admiración.

315 48 2
                                    

— ¡Lucifer!—
En cuanto pronunció ese nombre un rayo de luz hizo que el rostro de Gabriel resplandeciera, ese gran ángel era a quién más admiraba en todo el cielo; esto era muy común, Lucifer era bastante reconocido y respetado entre todos sus semejantes.

El ángel mayor había notado que algo le estaba molestando al joven Gabriel, por ello lo mejor que se le ocurrió fue invitarlo a dar un pequeño paseo, a lo que Gabriel aceptó al instante. Así, ambos seres de luz avanzaban a la par recorriendo los deslumbrantes senderos, ninguno había mencionado nada desde que se habían encontrado, sin embargo, finalmente Lucifer se dispuso a romper el silencio.

— Parecías un tanto preocupado, no es necesario que me cuentes, pero sólo quiero que sepas que te ayudaré siempre en todo lo que pueda.—

Gabriel que había mantenido la vista fija hacia el suelo, al escuchar estas palabras levantó el rostro y mostró una sonrisa de alivio.

— Es por eso que todos te quieren y admiran, siempre sabes que decir.—

— No tengo esa impresión de mi, pero me alegra que hayas vuelto a sonreír.— Declaró y dió algunas palmaditas en la cabeza del más bajo.

— Hay alguien, un ángel muy extraño y me da la impresión de que por alguna razón causa que los que están cerca quieran protegerlo, como si fuera especial o su favorito, pero créeme es mucho más común de lo que parece... ¿Es malo que me sienta así? Incluso Sariel se molestó conmigo por opinar sobre ese ángel.—

Lucifer escuchó atentamente cada palabra proveniente de Gabriel, y antes de responder a esto reflexionó unos momentos. Nunca antes había escuchado a otro habitante del cielo referirse a un ángel usando ese adjetivo. «Extraño»

— No es malo, estás siendo sincero y a mi parecer eso es mucho mejor que ocultar lo que sientes de verdad ¿No lo crees? Es lo que el Todopoderoso nos ha enseñado. Así que no te preocupes, no estás haciendo nada de lo que debas sentirte agobiado.—

— Si lo veo de esa manera tienes razón, solo estoy dándole muchas vueltas a las cosas. Me había preocupado por nada, te lo agradezco mucho. Aunque todavía está ese pelirrojo, pero es mejor que no les dé importancia, Sariel será responsable si algo sucede.—

— ¿Cuál pelirrojo?— Cuestionó Lucifer con notable interés.

— Es solo un novato, al parecer es uno del grupo de Salem pero no sé más sobre el ¿Lo conoces?—

— Aún no tengo el placer, pero ahora la cuestión es ¿Cómo te ha ido? 
He estado fuera por un tiempo considerable así que espero que me cuentes absolutamente todo.—

— Estoy ansioso por escuchar tus historias también.—

Continuaron su camino hasta llegar a una zona más concurrida que el lugar anterior, a medida que avanzaban los saludos y las sonrisas les llovían. Todos se alegraban al ver a Lucifer pasar después de tanto tiempo ausente, por su rango era alguien muy ocupado.

* * *

En otro lado se encontraba Aiwass conversando como era de costumbre con su maestro, Salem. Ambos llevaban bastante tiempo hablando de todo tipo de cuestiones, pero después de cierto momento Aiwass se había apropiado de la plática.

— ¡Y entonces Aziraphale lo probó y vi como su rostro brillaba! Es decir, nosotros brillamos pero el brillaba más, cómo... cómo si fuera una luz más especial ¡Eso es! Era algo que nunca había visto.—

Exclamaba el pequeño con gran entusiasmo, tanta era su alegría al relatar los momentos junto a su nuevo amigo que mientras hablaba se movía de un lado a otro y acompañaba su charla de exagerados ademanes.

— Ahora tendré que escucharte durante horas hablando de lo mismo. Sorprendente, parece que has encontrado a alguien especial, eso me duele porque ahora ya no seré tu ángel favorito.— Respondió Salem con cierto tono exagerado y juguetón.

— Nunca lo fuiste.—

Entre risas pasaron el resto de ese día hablando principalmente de Aziraphale, Aiwass tenía la costumbre de relatarle a su mayor con detalles exactos cada una de las experiencias que vivía desde que conoció a ese peculiar angel; aunque naturalmente, evitó mencionar el asunto secreto de su amigo. Era evidente que una hermosa amistad se fortalecía cada día.

— Debo irme, nos vemos pronto.— Se despidió Aiwass, saliendo rápido del lugar.

Desde una esquina una silueta permanecía en quietud, como si se encontrase esperando a alguien. Dicha silueta dirigió la mirada hacia el infante que con gran animosidad se retiraba de aquél lugar. Una vez se perdió en la distancia la silueta misteriosa se decidió a entrar.

— ¿Ese ángel es uno de los tuyos, Salem?—

— ¡Oh, Lucifer! Qué gusto tenerte aquí ¿Cuando volviste? Y sí, es de los más jóvenes pero estoy seguro que será muy talentoso en el futuro.—

— Acabo de llegar, ha pasado tiempo.
Entiendo, es bastante llamativo, nunca había visto a uno que tuviera el cabello de ese color.—

— Ese es su rasgo peculiar, pero tiene muchas otras cualidades, sería bueno presentártelo, después de todo eres el mejor ejemplo a seguir.—

— Eso sería encantador, esperaré con ansias.— Una sonrisa baja se esbozó en el rostro del lucero de la mañana. Una sonrisa escalofriante, pero que pasó inadvertida ante los ojos de su acompañante.

Pequeñas decisiones en el presente serían las que prepararía el camino para grandes acontecimientos, pero ninguno era consciente de ello. Todas las acciones habían sido realizadas sin ninguna pizca de malicia, Salem anhelaba lo mejor para sus alumnos, sin embargo no tenía la menor idea  de que en lugar de ayudar podría estar firmando su sentencia.

Sempiterno [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora