Quería verte.

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Transcurrieron varios días desde el incidente del libro, Aziraphale continuaba en el mismo lugar y por momentos lanzaba algunas miradas hacia el camino principal como si esperara a alguien; pero por más que mirara, ese "alguien" no daba señales de querer aparecer. Así hizo todos los días antes de acudir a sus clases, y como era de esperarse en todos ocurrió lo mismo.

* * *

En otro extremo del cielo estaba Aiwass junto a otro grupo de pequeños recibiendo la enseñanza del día, su maestro era un arcángel llamado Salem, dicho ente había estado reuniendo méritos y su nombre era ya lo suficientemente conocido en el cielo, Aiwass le tenía mucho cariño y ciertamente un modesto grado de admiración que difícilmente aceptaría en voz alta. Ese día Salem les estaba hablando sobre los dones innatos que cada ángel poseía y debían desarrollar para cumplir con la misión de su existencia.
"Una misión", todos hablaban de lo mismo, pero nadie se detenía a pensar en la libre decisión de su futuro, pues eso no era precisamente necesario para ellos.

- Seguramente mi misión será sorprendente y muy importante.- Exclamó Aiwass con entusiasmo a lo que sus compañeros apoyaron con igual sentimiento.

Resultaba que este pequeño era muy carismático y en cierto modo bastante llamativo, lo que hacía que otros ángeles se mantuvieran cerca de sí.
De entre todos los estudiantes Aiwass era el que más había ganado cercanía con Salem y a menudo iba a visitarlo para tener conversaciones angelicales.

- Conocí a alguien muy extraño.- Comentó Aiwass dándole un mordisco a la fruta recién cosechada de un maravilloso huerto celestial.

- ¿Extraño?- Respondió Salem un tanto desconcertado.

- Sí, pero por alguna razón quiero verlo otra vez, hace unos días tuve la oportunidad pero se me había hecho un poco tarde así que no pude hablar más con él, es decir, ni siquiera sé su nombre.-

El ángel mayor hizo una pausa lanzándole una mirada de desaprobación.

- "¿Un poco tarde?" ¡No hay día en que puedas llegar a tiempo!-

- Acabo de contarte algo y en lo único que te fijas es en mi problema con los horarios ¿Que clase de maestro se supone que eres?- Una vez terminó de hablar comenzó a reírse sin motivo aparente, por lo que Salem solo lo ignoró y siguió comiendo.

* * *

Ahora regresemos al lugar inicial donde se encuentra Aziraphale.
Otro día de instrucción había llegado a su fin, por lo que se dispuso a ir a su lugar favorito para leer, este era en la ribera del río de cristal que cruzaba justo a la mitad del reino celestial. Allí se podía tener una de las vistas más maravillosas, al ver hacia arriba se podían apreciar múltiples colores debido al reflejo de la luz que iluminaba las piedras y cristales con que todo estaba ataviado. Esta escena era el mejor complemento para su Interesante lectura.
Traía consigo una pequeña bolsa con varios libros para elegir entre ellos, así que sacó cada uno de ellos, pero uno en especial atrajo de inmediato su atención, así es, resaltaba entre todos porque ese era El libro. Instintivamente llevó su mano a la portada y delicadamente la recorrió con sus dedos mientras por un segundo su mirada quedó perdida en la nada, ese libro traía a flote memorias de aquél día.

- Si qué eres distraído, Ángel.-

Rápidamente volvió en sí, esa voz era inconfundible.

- Me llamas "Ángel" como si tú no fueras uno también.- Reprochó al recién llegado.

- ¿Cómo quieres que te llame? si alguien ni siquiera me dijo su nombre, ÁNGEL.-

En el rostro de Aziraphale se formó una cálida sonrisa, estar junto al otro pequeño le causaba múltiples sensaciones agradables.

- Soy Aziraphale, el gusto es mío.-

- ¿Así que ese es tu nombre, eh? Por cierto ¿Te gustan estas frutas? Salí por unos días hacia el oriente del cielo, allí hay un jardín asombroso.- Contaba con emoción mientras sacaba de un cesto las diferentes y coloridas frutas que había conseguido.
Aziraphale tomó una y al probarla su rostro se iluminó ¡Era deliciosa!

- ¡Esto es increíble, nunca había probado algo igual!- Continuó comiendo al tiempo que en su rostro la sonrisa crecía.

- Nunca había visto a alguien que fuera tan feliz solo por comer, realmente eres extraño.- Aiwass comentó divertido observando con atención cada una de las reacciones del ángel.

- Dices que estuviste fuera, entonces es por eso que no te...- Aziraphale hizo una brusca pausa en sus palabras al caer en cuenta que estaba por poner sus pensamientos en voz alta.

- ¿Qué no qué?-

- ¡Nada! ¿Quién dijo algo? Yo no oí nada.- Comentó algo nervioso y para disimular tomó más frutas comiéndolas compulsivamente, acto que Aiwass miró atónito hasta que se dió cuenta de lo que pasaba.

- Espera un momento ¡Tú me estabas esperando! ¿Verdad? ¿Tanto me extrañaste?-

-Para nada.- Dijo con tono cortante.

- Eres bastante presuntuoso para ser un ángel que no vuela.-

-¿Cómo sabes eso?- El rostro de Aziraphale se llenó de gran sorpresa, no era posible que Aiwass tuviera conocimiento de ese hecho.

- ¿Qué?-

- ¿Qué?-

Sempiterno [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora