"Esta es mi promesa."

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Otro glorioso día de dicha en el cielo transcurría. En esta ocasión el coro celestial estaba interpretando melodías de belleza sin igual, cada arpegio llenaba de gozo los corazones de cada ser que tenía el privilegio de escucharlos. Día tras día los ángeles se reunían para apreciar dichas interpretaciones, y nuestros pequeños favoritos hicieron exactamente lo mismo.

— ¡Son maravillosos!
¿No lo crees así, querido?—
Exclamaba emocionado.

— Sí que lo son, son perfectos.—
Sin darse cuenta había terminado admirando más las expresiones de Aziraphale mientras escuchaba la música, que el concierto en sí.

— Sería aún más maravilloso que nos eligieran para unirnos a ellos, la ceremonia está cerca, nada me encantaría más que pertenecer al coro. He oído que ellos siempre están aquí en el cielo, además solo deben tocar.—

— Serías afortunado si te eligen, pero hay otras posiciones mucho más interesantes.— Exclamó esta vez poniendo más atención que antes.

— Pero el coro es especial, espero poder pertenecer a ellos.— En sus ojos pudo verse cierto brillo lleno de pureza al hablar de sus anhelos. Este hecho motivó mucho más a Aiwass.

— Así será, por ahora vamos a practicar, ángel.—

— ¿Algún día me llamarás por mi nombre?—

— ¿Algún día dejarás de tratar de cambiar el tema con preguntas absurdas?—

— No.—

— Ahí tienes tu respuesta.—

Ambos se retiraron hasta otro lugar apartado para continuar practicando. La mejora de Aziraphale ya era evidente, de seguir así no se necesitaría tanto tiempo para volverse un experto. Pero no había sido tan fácil como parecía, todos los días practicaba bajo la dirección de su amigo hasta que sentía que no podía más.

— Sigue haciéndolo como te enseñé, mientras iré a buscar comida, no te vayas a ir, volveré pronto.— Dijo Aiwass haciendo énfasis en las últimas palabras y así se retiró a hacer lo que ya había dicho.

El cielo era poseedor de las más grandes maravillas, así que había mucho que probar; cuidadosamente elegía distintos frutos para llevarle a su querido amigo, pero de pronto una voz inesperada se dirigió a él.

— Debes ser un excelente amigo, te has encargado de mantener su secreto a salvo.—
Ante estás palabras el pequeño pelirrojo volvió la vista inmediatamente hacia el ser de dónde provenían aquellas palabras.

— ¿Quién eres tú y cuánto tiempo nos has seguido?— Mantuvo una distancia prudente con el ángel mayor que se encontraba de frente, su presencia le había hecho sentir intranquilo, cosa extraña tratándose de un ángel.

— No te pongas de ese modo, es mi error no haberme presentado primero, mi nombre es Lucifer ¿Cuál es tu nombre?— Dijo esto mostrando una gran sonrisa y cambiando incluso el tono de sus palabras, que como consecuencia desvanecieron la pesadez de la atmósfera que se había creado previamente.

— ¡¿Lucifer?!— Los ojos de Aiwass se llenaron de asombro, obviamente había escuchado ese nombre hasta el cansancio. Salem siempre le contaba lo importante que era ese ser. — Soy Aiwass, señor.—

— Es un gusto Aiwass, tú y tu amigo me parecen muy interesantes.—

— ¡Le ruego que no diga nada de lo que vió!—

— Oh, guardar secretos puede ser riesgoso, si los superiores se enteran podríamos estar en problemas ¿Sabías?—

Aiwass reflexionó un momento, había pensando en eso pero no creía que pudiera ser tan grave.
— Sólo quiero protegerlo, por favor no diga nada, si esto se descubre no lo involucraremos—

La respuesta del infante produjo una sonrisa de triunfo en el rostro de Lucifer.
— No te preocupes, puedo notar que es muy importante para ti, así que no diré nada. Pero estaría muy agradecido si te reúnes algunas veces conmigo para conversar, también podrías traer a tu amigo. Me interesa conocer a los más jóvenes.—

— ¡Así será! Se lo agradezco mucho.—

— Ahora vuelve a lo tuyo, espero verlos en la ceremonia, sus maestros tienen muchas expectativas en ustedes.—

Aiwass observó de reojo como el mayor iba alejándose en la distancia, aunque en la última mitad de su pequeña conversación había cambiado su actitud aún había algo que le causaba incomodidad, pero por más que le daba vueltas al asunto no lograba entender. Ya se había tardado mucho así que dejó en paz esos pensamientos y tomó el cesto con los alimentos que llevaría al otro ángel.
Una vez se estaba aproximado al lugar donde estaban inicialmente observó como el otro pequeño continuaba practicando sin descanso. Este hecho dibujó una tierna sonrisa en el rostro del pelirrojo.

— ¡Hey, ángel! ¡Es suficiente, vamos a comer!—

Ambos se sentaron uno cerca del otro, sin embargo Aiwass aunque estaba físicamente allí su mente se había perdido, estaba absorto en sus pensamientos, nuevamente le había vuelto la escena con Lucifer y sin darse cuenta había caído en una profunda reflexión. Aziraphale notó esto pero prefirió dejarlo que pensara sin ser molestado.

— Me dijo eso, pero ¿Por qué puso tanto interés en que nos reunamos con él?— Balbuceó en un tono apenas audible.

— ¿Qué dijiste?—

En eso el estado de consciencia volvió al ángel, quizá estaba exagerando, o eso quería creer. Era mejor no preocupar a su amigo con sospechas infundadas, además en caso de estar equivocado podía terminar levantando falsos juicios o algo peor, debía dejar de pensar tanto en ello.

— No es nada, sabes... quizá ya no pueda venir porque Salem me encargó algunos trabajos, y ahora un conocido suyo quiere que me reúna con él, aunque no me dió detalles. Pero aún así no dejes de practicar, podrás continuar con lo tuyo, te he enseñado todo lo que podía.—

El semblante de Aziraphale decayó, no lo había notado hasta ese momento pero se había acostumbrado más de lo que debería, a la compañía de Aiwass. Ahora que se planteaba la posibilidad de no reunirse más, se había dado cuenta de cuánto lo extrañaría si llegaba a alejarse. A Aiwass le dolió tanto decir esto como a su amigo escucharlo. Pero no quería mencionar la cuestión de Lucifer hasta comprobar que era lo que quería, era difícil de entender pero por alguna razón sentía que Aziraphale era tan valioso que debía protegerlo de todo.

— No pongas esa cara, ángel. No dije que me iría para toda la eternidad, quizá pueda venir pero no tan seguido.—

— No importa que vengas pocas veces, querido, pero no podría soportar no verte más, te has hecho mi amigo ahora toma la responsabilidad.—

— No me alejaré jamás, no importa que pase, siempre estaremos juntos. Es una promesa, esta es mi promesa hacia ti y las promesas siempre se cumplen.—

Sin decir otra palabra tomó la pequeña mano de Aziraphale, entrelazando sus dedos para "sellar" la promesa. Aziraphale también reaccionó tomando la otra mano, así quedaron uno frente a otro manteniendo los ojos cerrados y sosteniendo sus manos enlazadas.
Sin necesidad de palabras Aziraphale le transmitió su pensamiento exacto, confirmando que ese sentir era recíproco.

Eso era lo que ambos necesitaban escuchar, incluso si no terminaban de entenderlo habían desarrollado un apego especial al otro. Un cariño puro y la manifestación de una amistad verdadera, eso era lo que ahora tenían y se había vuelto imprescindible para ese par de ángeles que apenas comenzaban a vivir.

Sempiterno [Good Omens]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora