Más que una Mujer (Versión nueva)

Capítulo 🔥🔥16🔥🔥

Cuando llegaron a la habitación, los felinos, Blondie y Bowie, estaban acostados en la cama, y, al verlas entrar, dieron un salto al mismo tiempo, y como dos luces salieron de la habitación a toda velocidad. La loca actitud hizo que las mujeres rieran con ganas, y que Clarke agitara su cabeza, muy a pesar de que los entendiera. La detective casi nunca recibía visitas de extraños, solo su hermana Harper, y, a veces, su compañera, la detective, Raven Reyes, a las que sus gatos ya conocían muy bien. En cambio, Lexa, era una completa extraña, que, para colmo, parecía que había estado atacando a su dueña, haciéndola gemir.

A Clarke no le preocupó demasiado la reacción de sus mascotas, no era momento de pensar en cómo se sentían, ellos lo superarían con el tiempo, acostumbrándose a la bella presencia de Lexa. Eso era, si lograba que la bailarina quisiera seguir visitándola, después de esa primera vez entre ellas, así que esperaba no decepcionarla.

La detective no usó más tiempo en pensar en sus compañeros de departamento, o en especular con el futuro con Lexa. Solo quería disfrutar ese ardiente momento con la impactante mujer, algo, que, por cierto, ya no recordaba la última vez que había intimidado con alguien, y esperaba no haberse olvidado de sus talentos. Su meta era convencerla de que necesitaba verla más veces, y estaba dispuesta a hacer lo que fuese necesario para lograrlo.

Lexa se giró, y por unos segundos, miró a Clarke con ojos intensos, y la respuesta de la rubia no se hizo esperar. Sin decir palabra, la detective llevó sus manos a la camisa que lucía Lexa, para comenzar a desabrochar los botones. La bailarina, encantada y algo nerviosa, mientras se mordía los labios, se contuvo de decir algo o siquiera moverse. Solo se quedó quieta, fascinada y excitada con lo que vendría, mientras dejaba que Clarke la desnudara.

Por un instante medito en el hecho de que hacía bastante que nadie la desvestía, además de ella misma, sobre un escenario. A la última que le permitió hacerlo, fue a Costia, cediendo su liderazgo natural, a la hora de intimidar con otra mujer. Por lo general, cuando tenía sexo con una mujer, ella estaba al mando absoluto, en cambio, cuando lo hacía con un hombre, se volvía algo sumisa. A veces se detenía a pensar en esa extraña combinación que poseía.

En el caso de Clarke, no era que fuese a hacer el papel de sumisa, pero en verdad le excitaba la idea de que la rubia le mostrara sus dotes, a la hora de tener relaciones. No sabía muy bien por qué, pero solo la ponía a mil, y era la razón por la que no se movía, dejando que Clarke continuara con ese lento proceder. Además, esos oscurecidos e intensos ojos azules, no dejaban los suyos, transmitiéndole tantas sensaciones, que ni siquiera podía pestañear. Se sentía en el séptimo cielo, y la rubia ni siquiera la había tocado aún. Tuvo la sensación de que iba a ser una noche épica, tan solo por la mágica forma en que ambas conectaban, sin necesidad de las palabras. Y, aunque enseguida sus alarmas se activaron, tan solo las apagó y se entregó al momento.

Una vez que Clarke desabotonó la camisa, la abrió suavemente, exponiendo el negro corpiño de Lexa, y esos abdominales tan marcados y perfectos. En medio de un silencio absoluto, sus ojos dejaron los de la castaña, por un momento, para deleitarse la vista con ese magnífico cuerpo, al que estaba dispuesta a sentir y disfrutar el resto de la noche. Pero sus oscurecidas esferas pronto regresaron a las verdes, las que se veían chispeantes y muy expectantes.

No quiso detenerse a analizar lo que le gritó su muy agitado corazón, allí, en ese mismísimo instante. Se dijo que era muy temprano para ello, su cuerpo, ardiendo por el fuego que encendía la mujer frente a ella, hizo que acallara todo y solo continuara con el erótico descubrimiento. Llevó sus manos a la cintura de Lexa, sintiendo de inmediato el calor de esa piel sedosa, que no solo deseaba acariciar, sino también, saborear con sus labios y lengua. El deseo fue tan intenso, que un shock eléctrico la recorrió por entero, haciendo que sus labios se curvaran con malicia, los que enseguida mojó con su lengua.