Más que una Mujer (Versión nueva)

Capítulo 2

Tiempo presente... 'Aniversario'

La detective Clarke Griffin trabajaba en el departamento de homicidios de la policía de Boston. Era una de las mejores de su estación, pero desde aquel día en que su padre había muerto en sus brazos, Clarke no había vuelto a ser la misma.

Casi llevada por los genes, lentamente dejo que una depresión tomara posesión de ella, no pudiendo aceptar completamente la pérdida de su querido padre. Alejándose un poco de su propia familia y de sus amigos, sumergiéndose en la soledad de su departamento, sus tres gatos compañeros, y también desgraciadamente el alcohol.

La adicción lentamente fue tomando posesión primero de sus noches, luego de sus días. Aún lo controlaba, según se decía a si misma, más a manera de engaño. Jamás bebía en horas de trabajo y jamás había llegado a la jefatura oliendo a alcohol o ebria.

Todavía mantenía esa fina línea de la responsabilidad y respeto para con su trabajo. Uno al cual se había abocado de lleno, al punto de perder la noción del tiempo, de los años que habían transcurrido ya.

La Capitana Jane Rizzoli la conocía demasiado y sabía que lentamente se estaba internando en el mismo oscuro camino que había seguido su padre previo a su trágica muerte, y ella no estaba dispuesta esta vez a hacer ojos ciegos a lo que sucedía.

Sabía bien que la detective Griffin estaba teniendo ciertos problemillas con el alcohol y la depresión, pero que aún, a pesar de sus constantes buenos consejos, se negaba a buscar real ayuda. No se podía negar que era la hija de Jake Griffin.

La Capitana Rizzoli solo esperaba que diera ese pequeño paso en falso, para obligarla a tomar la decisión de buscar esa ayuda de una vez y recomponer su vida. Así poder seguir adelante, aceptando la muerte de su padre de una bendita vez.

Mientras la mayoría de la gente se preparaba por la pronta Navidad, para Clarke era simplemente una maldita noche que deseaba pasara lo más pronto posible. Ella odiaba las festividades, odiaba el bullicio y la excitación de todo el maldito mundo a su alrededor en esa época del año. Para Clarke ese tiempo era simplemente un terrible recuerdo de que ocho años atrás su padre había perecido en servicio. Además, de ese miserable cargo de culpa que la acechaba desde lo más profundo de su ser, uno que no lograba superar.

Era la noche del 18 de diciembre, el aniversario de la fatídica noche del atraco a la casa de los Morales. Su dolor y culpa era agobiantes y sentarse a limpiar su arma reglamentaria en la cocina de su vacío departamento por horas, junto a una botella de whiskey, no la había ayudado demasiado. Sus manos temblaban y sus ojos se llenaban de lágrimas, rodeada de sus tres amigos felinos.

Las muchas lágrimas que jamás dejaba escapar en público, unas que ni siquiera dejó escapar en el entierro de su heroico padre, quien fue enterrado con todos los mayores honores de la fuerza policíaca de la ciudad de Boston. Recibiendo incluso una medalla al valor post-mortem, que fue depositada en las manos de Clarke junto a la bandera nacional, la gorra y la placa de policía de Jake.

Fue un muy emotivo funeral que fue transmitido en vivo y directo por los canales de las estaciones de televisión locales y al que asistieron entre otras personalidades, el alcalde de la ciudad y hasta el gobernador del Estado de Massachusetts.

La detective Griffin se mantuvo firme y sin mostrar ningún signo de sentimentalismo. Parecía más bien que se encontraba en el funeral de un desconocido. La mayoría de la gente no la criticaba por actuar de esa manera, entendiendo que era su manera de procesar el momento, pero que seguramente por dentro el dolor era enorme.

Todos admiraron su enorme entereza, su estado de concentración hablando en el servicio que se había llevado a cabo en la iglesia, recordando el increíble trabajo que su padre había realizado en la fuerza por tantos años. Clarke lo hizo mencionando entrañables memorias personales, sin que le temblara las manos o su voz se quebrara en ningún momento. Estaba como en una especie de trance, absorta por el dolor oculto en su interior, demostrando al mundo entero que ella tenía lo que se necesitaba para llevar a delante aquella durísima despedida.