Capítulo 14

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Las hermanas Luthor

Cuando Lena tenía trece años, Alexandra, seis, y Octavia, cuatro, una tarde casi entrando la noche, Rebecca había llegado a la mansión de sorpresa, tratando de hacerse de unos días en su trabajo para pasarlo con sus hijas a las que extrañaba muchísimo. Su marido, Gregory, al parecer no se encontraba en la mansión, y sus hijas dormían ya. De repente, una extraña mujer se presentó en la casa buscando a su marido, la acompañaba una niña, de cabellos oscuros como la mujer, con ojos muy vivaces de color miel. Rebecca notaba algo familiar en los rasgos de esa niña, quien tendría como entre unos cinco y siete años, calculaba a simple vista.

La mujer que acompañaba a la niña se presentó ante Rebecca como la madre de esta, su nombre era Linda Fish, y su hija, Ontari, de siete años. A Rebecca no le sorprendió cuando la mujer le dijo que estaba buscando a su marido por un asunto de negocios. La apariencia de la extraña y su pequeña hija, no eran de las mejores, diría la doctora Pramheda. Se notaba que no habían comido demasiado en un buen tiempo.

Por otro lado, Linda Fish se veía muy nerviosa, le temblaban las manos y bajo sus ojos había grandes ojeras. Rebecca pudo deducir que la mujer era una adicta a las drogas. La niña no se veía cuidada, sus ropas estaban algo sucias y su rostro también, además, sus cabellos se encontraban algo revueltos, y tampoco limpios, incluso olían un poco. La doctora sintió una enorme lástima por la menor, mientras que su mente enseguida dedujo de qué se trataba la sorpresiva visita. Su querido marido había hecho algo en su pasado de lo que hoy se arrepentiría. En parte, agradeció que, según sus cálculos, el desliz, ocurrió cuando Gregory aún estaba casado con su primera esposa, la buja Lilian, como la llamaba Rebecca secretamente.

Sin perder más tiempo, la doctora le ofreció a la misteriosa mujer, esperar a su marido en su oficina, ofreciéndole si deseaba beber un café o té. Linda Fish se negó, y cuando Rebecca iba a ofrecerle algo para la niña, algo para comer, escuchó que Gregory finalmente llegaba a la mansión.

Rebecca se disculpó y salió en su búsqueda para confrontarlo respecto a quién era esa mujer, luego que le anunciara de su presencia y la de la hija. Gregory de inmediato le aseguró que no la conocía, ni siquiera le sonaba familiar su nombre. Intuyó que, el que su marido no recordara a la mujer, probablemente era cierto, tenía aspecto de que vendería su cuerpo al mismo diablo con tal de ganarse los billetes para comprar su siguiente dosis. Pero no dudó en recordarle a su sorprendido marido que, al menos, por esa niña inocente, que no tenía la culpa de los malditos errores de los adultos irresponsables, le pidió que atendiera a su madre. Agregando que, si era lo que ella pensaba, el resultado de una miserable calentura de momento, que la ayudara con algo de dinero, y se hiciera cargo del "error", que, al aparecer, cometió en algún momento de su vida, refiriéndose a la niña.

Gregory, apretando los dientes y tensando su rostro por completo, miró a Rebecca con odio en sus ojos. Nadie, absolutamente nadie, aleccionaba a Gregory Luthor, y mucho menos una mujer, aunque fuese su esposa. Pero no tenía muchos argumentos válidos para contrarrestar su acusación y pedido. Se maldijo por dentro con la misma furia que la miraba, y sin más, se hizo cargo del problema con la extraña mujer que, en verdad, no recordaba. Lo que sí recordaba era que, por aquellos nefastos tiempos de matrimonio con Lilian, solía embriagarse y acostarse con mujeres fáciles, a las que pagaba por un momento en que le hicieran olvidarse de su miserable vida.

Gregory llegó a la maldita conclusión, de que, quizás, en alguno de esos encuentros sexuales, no había tomado las precauciones necesarias por su estado de ebriedad, y esa puta desgraciada, habría quedado embarazada. No dudó, incluso, que lo hubiese hecho a propósito, para chantajearlo. Que era la simple razón por la que quería verlo.

Más que una Mujer (Versión nueva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora