Capítulo 17

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Clarke preparaba el café junto a unas tostadas en la cocina de su departamento, escuchando la radio, y bailando al ritmo de la canción, Little Birds, de Annie Lennox. Seis pares de ojos felinos la observaban atentos, tras haber terminado sus desayunos e higienizarse por un buen rato. Brenda estaba recostada sobre la heladera. Bowie se estiraba somnoliento sobre la mesa, mientras que su hermano, Blondie, estaba sentado a su lado, atento a la extraña actitud, muy activa, de su madre humana.

Los tres gatos estaban algo sorprendidos viendo a Clarke tan movediza y alegre, como jamás la habían visto en sus cortas vidas felinas. Normalmente, la detective se solía despertar con dolor de cabeza y mal humor, apenas los miraba, remitiéndose a darles de comer y alistarse para ir a su trabajo. Así que estaban presenciando todo un nuevo espectáculo esa mañana.

Clarke se había abierto sus ojos, percibiendo el agradable aroma del cálido cuerpo de Lexa, dormida a su lado. Se contuvo de despertarla, muy a pesar de haberse tentado de calentarle un poquito la mañana. Es que, mirándola completamente desnuda y desparramada en su cama, era como un sueño del que se rehusaba despertar.

Lexa era tan preciosa, que se tomó su tiempo observándola con ojos fascinados. Se atrevió a correr unos mechones que cubrían el rostro. La bailarina se veía tan tierna durmiendo, en completa paz, que Clarke deseo tener esa imagen cada mañana a partir de ese día. Pero sabía que debía bajar de la nube encaramelada y ser realista con la situación, ya que Lexa podía llegar a ser muy inesperada con sus actitudes y decisiones.

Respiró hondo, relajó sus músculos y sacudió sus sueños y expectaciones. Se dijo vivir en el presente, disfrutar de cada momento con la castaña, y ver lo que el destino podía depararle. Después de unos minutos de perderse en el paraíso de su compañera de cama, decidió dejarla dormir y preparar un pequeño desayuno para ambas. No sabía si Lexa debía hacer algo por la mañana, no le había dicho nada, aunque, digamos que, de la manera en que se durmió, no había habido mucho diálogo. Después de esos tres orgasmos que le había brindado, con mucho orgullo y placer, Lexa había caído en esa almohada sin poder volver a despertarse, y Clarke no deseó presionarla o molestarla.

A ella le había costado un poco dormirse, tan maravilla con lo que habían compartido, y, sobre todo, la magnífica química que habían tenido. Aún podía sentir esa adrenalina recorrer todo su cuerpo, sintiendo cómo la vida retornaba a su interior. Y lo que más le gustó fue que en ningún momento había sentido necesidad de beber alcohol, ni siquiera había pensado en ello, sintiendo como si volviera a la vida. No tenía dudas de que esa castaña de ojos verdes era su nueva adicción, y, por supuesto, era mucho mejor.

Ahora estaba en la cocina preparando ese desayuno, el que hizo muy simple, ya que desconocía los gustos de Lexa. Cuando terminó, cargó todo en una bandeja y lo llevó con cuidado a la habitación. Al entrar, se encontró con una gloriosa imagen que la hizo detenerse ahí mismo y sonreír como una idiota. El cuerpo de Lexa se encontraba casi fuera de las cobijas, abrazando un bollo de ellas. Su espalda quedaba completamente expuesta, con ese muy especial tatuaje, así como ese hermoso trasero tan redondo y perfecto que Clarke estaba tentada de morder, ya que una de sus piernas estaba elevada y hacía que esos cachetes quedaran bien parados y apuntando hacia sus ojos hambrientos.

Clarke moría por acercarse y comenzar a besar y lamerle las piernas, junto al trasero, recorriendo, en forma ascendente, la espalda tan bien formada y musculosa, sin dejar centímetro de piel sin probar con sus labios y acariciar con sus manos. El cuerpo de Lexa era una verdadera escultura, de esas que solo se ven en los museos de bellas artes, una pieza excepcional y única, digna de admirar y disfrutar por horas.

Milagrosamente, aun sosteniendo la bandeja con el desayuno, sin moverse, se mordió el labio inferior, sin dejar de contemplar la maravilla frente a sus ojos, una que, por cierto, ya le pertenecía. Memorias cálidas de la noche anterior se hicieron de su mente y de inmediato sintió su sexo despertarse, junto a ese calor húmedo. Sus labios se curvaron con malicia, no podía evitar fantasear con ese cuerpo relajado en su cama.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2023 ⏰

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Más que una Mujer (Versión nueva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora