Capítulo 🔥12🔥

189 23 3
                                    

Clarke se acercó como pudo a la barra, y enseguida notó que Roan no tenía cara de buenos amigos. La detective imaginaba que el retraso de Lexa lo había puesto de mal humor, porque la clientela estaba algo molesta gritando el nombre de la popular stripper, reclamando su presencia sobre el escenario.

El dueño del club apenas la saludó y Clarke se limitó a decirle que le diera un vaso de Coca-Cola con hielo y una botella de agua, sacando a Roan de sus cavilaciones. Su viejo amigo la miró elevando sus cejas y frunciendo el ceño, creyendo que había escuchado mal el pedido de la detective, debido al griterío que había en el local. Roan se acercó un poco más a la rubia y volvió a preguntarle qué le servía. Clarke, con una sonrisa que no podía sacarse del rostro, aún sintiendo el cálido efecto, Lexa, le repitió fuerte y claro el pedido, agregando, además, de que no le sirviesen alcohol en toda la noche, y, además, que se limitara a no preguntar.

A Roan no solo lo sorprendió muchísimo con el muy inesperado pedido, sino también al verla con ese brillo en sus ojos llena de vida, y, hasta diría, feliz. Moría por saber qué cuernos le estaba sucediendo a la detective amiga, pero fuese lo que fuese, le agradó mucho el cambio y le respondió que no se preocupara, que solo le servirían bebidas sin alcohol durante su estadía, y que, además, corría por cuenta de la casa.

Clarke sonrió asintiendo con su cabeza y se apresuró a llegar a su reservado lugar en esa mesa del rincón. Cuando apenas terminaba de acomodarse en su silla, las luces se apagaron y la audiencia rugió en excitación por lo que estaba a punto de comenzar. Al tiempo que la estridente voz del anunciador presentaba finalmente a, La Comandante Lexa.

Clarke le dió un largo trago a su vaso de Coca-Cola, necesitaba mojar su boca, luego de que Lexa bebiera todo de ella, dejándola con una estúpida sonrisa que no podía borrar, su entrepierna súper sensible y su cabeza dándole vueltas. Y ni que hablar de su tonto corazón que seguía agitado en plena fiesta interna. Se limitó a aplaudir con ganas y a silbar también, al igual que el resto de la enloquecida audiencia.

Las cortinas se abrieron lentamente mientras la canción, All the good girls go to hell, de Billie Eilish, comenzaba a sonar estridente en el club. En el fondo del escenario apareció el cuerpo de Lexa ya colgado del pole dance, descendiendo por el mismo muy despacio, curvando sus largas piernas, dando algunos giros impresionantes. Pero lo más llamativo era que en su espalda había dos alas enormes, de color blancas, como las de un Ángel. Su cuerpo estaba cubierto por un albornoz de color rojo con capucha que cubría su cabeza. En sus pies los clásicos y altísimos tacos negros, de al menos cinco centímetros, con esas puntas tan finas que podrían considerarse armas letales.

La agilidad del cuerpo de la Comandante moviéndose en el pole dance era realmente impresionante, a pesar de llevar esas enormes alas en sus espaldas, y el albornoz que parecía de seda. Cuando giraba, enfrentando a la excitada audiencia, se veía que la prenda estaba abierta y dejaba ver el increíble cuerpo musculoso y perfecto de la stripper, luciendo ropa interior de color rojo, que hacían juego con el albornoz, y el carmesí de sus gruesos labios.

Los cabellos de la stripper estaban sueltos, y su rostro estaba cubierto por una máscara de color blanca, haciendo juego con las alas de Ángel en su espalda. La canción era realmente tan ideal para el espectáculo, que Lexa se movía con mucha sensualidad en el pole dance. Abría y cerraba sus piernas con una agilidad increíble, subiendo y bajando, y dando varios giros, casi como en cámara lenta. Parecía como si estuviese poseída por esa maldad que se suponía atrapaba a las chicas buenas, llevándolas a perderse en el infierno.

Para hacerlo aún más relativo con la canción de Billie Eilish, en el fondo había una gran pantalla en la que se proyectaba fuego, como si todo estuviese en llamas. Lo mismo con el resto del club, que se había tornado en un tono rojizo amarillento. La audiencia se impacientaba con que Lexa estuviese allí atrás haciendo tantas piruetas y sexies movimientos en el pole dance. Era como si estuviera perdida en su propio trance o mundo, sin hacer mucho contacto con los impacientes clientes. Los que querían que la impresionante Comandante, de una bendita vez, se acercara para que los más atrevidos pudiese rozar su piel cubierta de aceite. No dejaban de tirar dinero al aire que caía sobre el escenario, formando una alfombra muy valiosa. También sostenían otros billetes en sus manos listos para depositarlos en su diminuta y bastante transparente tanga roja, la que apenas cubría su sexo, y en el sostén que hacía juego, dejando muy expuesto sus perfectos pechos y esos bien erectos pezones, a través de la delgada tela.

Más que una Mujer (Versión nueva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora