CAPÍTULO 12 | MILÁN

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▫Queen Castillo▫

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▫Queen Castillo▫

A la mañana siguiente la voz de Hazel hablando con alguien me despertó, salí de la habitación y lo vi en medio del pasillo hablando por teléfono

—Ella está bien...no se tiene que preocupar... ahora no podemos regresar... solo van a ser dos días... espere un momento —Hazel me entrego el teléfono y yo lo mire confusa—

—¿Quién es? —pregunté tapando el altavoz del teléfono—

—Tu padre —Cuando me dijo eso, la sangre se me bajo a los pies, ya me ha localizado, aclare mi garganta, he hice el mayor de los esfuerzos porque mi voz no temblara—

—Papá —fue lo único que pude decir y me quede esperando una respuesta—

—¿¡Queen, qué haces en Italia!?—

—Papá tranquilo estoy bien—

—Te estoy preguntando que, qué haces en Italia, no si estás bien —Mire a Hazel preguntando qué podía decirle a mi padre a esa pregunta puesto a que no podía decirle la verdad—

—He venido a pasar un par de días con Hazel — escuché a mi padre suspirar del otro lado—

—¡¿Y no podrías habérmelo dicho?!

—Sabía que no me ibas a dejar —mentirosa—

—Bien, de todas maneras ya estás allí —dijo derrotado— Pero te quiero de vuelta mañana mismo —sentenció, no me dio tiempo a decir nada más, cuando colgó—

—¿Qué te dijo? —preguntó Hazel cuando colgué—

—Lo de siempre, ya sabes

—Le podrías haber dicho que fui yo quien te trajo aquí, sin que tú lo supieras

—Qué más da, siempre va a ser igual —Hazel finalizó la conversación, llevándome con él al piso de abajo, donde en el comedor tenía servido el desayuno—

Nos sentamos y desayunamos juntos, era la primera vez en mucho tiempo, cuando terminamos, Hazel tuvo que irse, tenía unos asuntos pendientes, me quedé sola, así que aproveche y me di una ducha.

Cuándo salí, me encontré con Liliana, la señora de la limpieza, me entregó unas bolsas de ropa que Hazel había comprado para mí, después de darle las gracias, subí a la habitación a cambiarme, una vez lista, baje al piso de abajo, Liliana ya estaba recogiendo sus cosas para irse, se despidió de mí y abandonó la casa, y yo me quedé sola en esa casa sumergida en un inmenso silencio, eso no me gustaba, porque no quería meterme en mis pensamientos, porque sabía a dónde iban dirigidos, para distraerme encendí mi teléfono.

Mala idea

Pude ver la cantidad de mensajes y llamadas perdidas que tenía de mi padre y de Gema, me metí en el chat de Gema y leí los mensajes que me había enviado.

LA BANDA. NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora