CAPÍTULO 28 | LA NOCHE ES SOLITARIA, REFLEXIVA, MELANCÓLICA, OSCURA

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▫Queen Castillo▫

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▫Queen Castillo▫

—Podéis iros, os llamaré para regresar —salieron del departamento y Dylan tomó mi muñeca, me arrastró por el pasillo, abriendo todas las puertas, hasta encontrar la habitación, donde Genoveva terminaba de prepararla—

—Ya está todo —se giró en nuestra dirección cuando nos escuchó— si necesitáis algo, podéis decirme

—Genoveva, podría traerme un botiquín de primeros auxilios —ella asintió, Genoveva se retiró y Dylan, conmigo aún sujeta de la muñeca, ingresamos a la habitación—

—Le has cogido el gusto a eso de arrastrarme como una muñeca

—Es efectivo, sobre todo cuando te empeñas en hacer lo que te da la gana

—¿Qué yo hago lo que me da la gana? —enfrente, en ese mismo momento, Genoveva entró en la habitación, dejando el botiquín—

—Gracias Genoveva —agradeció Dylan y Genoveva volvió a retirarse— siéntate ahí —me crucé de brazos, negándome a hacer lo él me dijera— Queen siéntate...

—¿O qué? —interrumpí, Dylan volvió a acercarse a mí, su imponente altura, me hizo alzar la cabeza para mirarlo a los ojos—

—No me retes princesita —di un paso atrás— ahora siéntate y compórtate —sin más remedio me senté en el borde de la cama y me crucé de brazos, frunciendo el ceño— eres pequeña y también te comportas como una niña pequeña

—Iris piquiñi y timbiin ti cimpirtis cimi ini niñi piquiñi —repetí molesta, vi un atisbo de sonrisa en su cara—

Dylan se acercó a mí de nuevo con un algodón en su mano, cabe mencionar que estaba sin camisa, Marina tuvo que romperla para poder quitársela sin rozar la zona afectada. Paso el algodón por mi labio y me aparté, dolió y mucho, puse mi mano sobre mi labio inferior tratando de aliviar el escozor.

—Estate quieta

—¡Duele! —quise apartarme, pero fue imposible—

—Si no te estás quieta, te voy a atar a la cama

—Pero duele —me queje—

—Queen, me han sacado una bala sin anestesia, no creo que esto sea más doloroso, así que por favor compórtate

—Pero...

—Si te duele puedes golpearme, ¿Sí?

—Está bien —paso el algodón nuevamente y volvió a doler, apreté su brazo, justo debajo de donde tenía el vendaje—

—Joder Queen —se quejó y a los pocos segundos, acabo, dejando el algodón a un lado, me cogió de la mandíbula y me observó con detenimiento— tendrás que cubrirte muy bien el cuello, tienes marcas rojas que se volverán hematomas y debajo de la barbilla te saldrá otro, aparte de eso tienes un corte leve —limpio esa zona también y la cubrió, dolió igual, pero que podía hacer—

LA BANDA. NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora