CAPÍTULO 20 | VINO DULCE Y SUEÑOS CURIOSOS

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▫Queen Castillo▫

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▫Queen Castillo▫

Debí de hacerle caso a lo que me dijo y no beber tan rápido el vino, termine con una borrachera que ni yo misma sabía quién era, con una sola copa me subía demasiado, pues imagina con ¿cuatro? ¿O fueron cinco?... Bueno... quizás fueron algunas más.

—Quiero otra —pedí— porque este vino está tan bueno —sostuve la copa en mi mano y la mire—

—Suficiente por hoy Queen, a dormir —Dylan se levantó y vino hacia mí—

—No tengo sueño —repliqué cuando Dylan me levantó del suelo— ¡quiero más vino!

—Te has bebido dos botellas, ha sido suficiente

—¿Dos botellas? —cuestione impactada—

—Dos botellas enteras —me llevé las manos a la cabeza y suspiré—

—Creo que no ha sido buena idea venir aquí —me tambaleé en un intento de ir hacia las escaleras, Dylan me sostuvo antes de que mi cara acabará en el suelo— ¡Cuántos dibujos tienes en los brazos! ¿Puedo contarlos? —Dylan suspiro—

—Vamos a dormir mejor

—Yo también tengo un dibujo como este —señale la serpiente que tenía desde su antebrazo hasta la mano— te hice caso y me la tatué

—¿Dónde?

—En la espalda, dijiste que ahí me quedaría bien, ¿Quieres verla? —me aparté un poco de él, tambaleándome de nuevo, pude sostenerme, fue difícil, pero pude— mira —me levanté la camiseta para descubrir mi espalda donde tenía tatuada una serpiente, iba desde un poco más abajo de mi cuello, hasta el final de mi espalda baja—

Dylan pasó su dedo por los trazos del tatuaje, mi piel se erizó con su contacto, me estremecí al saber que me tocaba y esta vez sí lo noto.

—Joder Queen... —Dylan me bajo la camiseta—

—¿Qué pasa? —me giré en su dirección—

—Vete a descansar, mañana te llevaré de vuelta a tu casa —ordenó frío, en comparación a cómo se comportaba antes—

Con cuidado y con todo dándome vueltas, logré subir las escaleras, después de encontrar la habitación donde me había cambiado, pude dormir, cosa que tardé segundos en hacer.

Me desvelé de madrugada, así que baje al comedor hasta que sueño decidiera regresar a mí, la chimenea seguía encendida, pero no había rastro de Dylan por ninguna parte, me senté en la alfombra, frente a la chimenea, el calor del fuego se instaló rápidamente en mi piel, dándome calidez.

Me quedé mirando el fuego fijamente, él revoloteó de las llamas y el sonido de la madera crujir, me giré al percibir su distinguible aroma, Dylan se sentó a mi lado.

LA BANDA. NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora