CAPÍTULO 48 | VORON

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▫Queen Castillo▫

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▫Queen Castillo▫

Aporree la puerta con fuerza hasta que abrió, lo empuje dentro y entre.

—¿De verdad crees que vas a dejarme fuera? —Dylan sonrió burlesco—

—Princesita, ese negocio es mío y si quiero te dejo fuera

—¿Entiendes el término asociación?

—Perfectamente, pero yo decido con quien trabajar y quien no

—No te vas a salir con la tuya, Parks

—Ya lo hice, tu padre aceptó dejarte fuera —me abalancé hacia él, furiosa—

—Eso ya lo veremos, Hazel conoce muy bien a Voron y puedo conseguir un trato mejor que el tuyo —Dylan avanzó hacia mí a pasos agigantados, haciendo chocar mi espalda con el armario, rodeo mi cuello con su mano, ejerciendo presión—

—Más te vale no meter al italiano en mis negocios —amenazó—

—Haberlo pensado mejor antes de querer dejarme fuera

—Bien Queen, ponte en peligro tu sola

—Dylan, es el enemigo que subestimas, el que te mata

****

Y como dije, no me iba a quedar fuera de la negociación, si o si iba a estar, espere hasta que se fueran, después comprobé su ubicación gracias a los anillos. Me arreglé rápido, use un vestido negro, era de corte simétrico y la mitad era en encaje y la otra en satén, me calce mis stilettos negros y antes de salir me mire en el espejo, que había sobre la cómoda.

—Actúa fría y calculadora, no dejes que te vean débil o se aprovecharán de eso —dije mirándome en el espejo—

Esas palabras eran mi mantra y me recordaban quién era en ese momento y en ese momento debía de ser Reina.

Le pedí a Patrick que me llevara, mi padre, Jeiza y Dylan, se fueron en un coche de Jeiza, que manejaba uno de sus hombres. El lugar estaba a una media hora, habían quedado en un restaurante de un integrante de Voron.

—Hemos llegado —hablo Patrick, mire por la ventanilla la llamativa fachada del lugar—

—Puedes irte Patrick, te llamaré si te necesito —Patrick asintió y baje del coche—

Entre al restaurante y los visualicé al fondo, avance hacia allí, segura, fría y altiva, mis tacones resonaban y logré que las miradas de los comensales se dirigieran a mi presencia.

Retire la silla y me senté junto a Dylan, cruce mis piernas, cogí la pequeña caja de cigarrillos que había sobre la mesa, lo encendí y le di una calada.

—Koroleva otdayet prikazy, a yeye poddannyye sleduyut im (La reina da las órdenes y sus súbditos las siguen) —la atención se hizo más persistente en mí—

LA BANDA. NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora