Formalizar la situación

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Link está cansado de esconderse.

No se lo ha dicho a ella de esa manera, pero le agota cualquier indicio de protocolo o de fingir delante de otros que no están juntos porque se quieren, sino sólo por una cuestión profesional o amistosa. Él ha decidido que se acabó todo eso. Estarán juntos de manera definitiva, dormirán, viajarán y vivirán juntos y nadie volverá a ponerlo en duda nunca más.

Por ese motivo, nada más llegar a Kakariko, él fue directo a la posada a reservar una habitación para los dos. Una, con una única cama para dos personas: él y la princesa de Hyrule.

La verdad, el día que ella dijo lo de formalizar la situación él no lo había enfocado de ese modo o más bien no la había entendido bien. Su relación era un hecho y estaba más que consumada antes de que despertasen a la momia de Ganondorf en las catacumbas del castillo, pero admite que ambos adoptaban su pose de "princesa y caballero guardián" en cuanto ponían el pie fuera de la casa. ¿Por qué lo hacían? El trono de Hyrule era un recuerdo entre una pila de escombros. No había corte, ni nobleza, ni doncellas de cámara... ni siquiera había carabinas persiguiendo a Zelda para que no se acercase demasiado a algún joven. Básicamente desde que acabaron con Ganon, habían hecho lo que les había dado la gana y nadie había puesto ninguna pega. Ahora, él cree que es el momento de dar un paso más allá y dejar de esconderse o fingir que entre ellos sólo hay una bienintencionada colaboración para reconstruir Hyrule.

Lleva un rato dándole vueltas a la cabeza para saber cómo afrontar un desafío así... Agarrarle la mano delante de los demás es un paso, y anunciar durante la comida en casa de Impa que ambos se hospedan juntos en la posada también ha sido un buen movimiento... pero lo adecuado sería que todos sepan lo antes posible que están comprometidos. Claro que, para eso, primero tiene que proponerle a Zelda un compromiso y que ella lo acepte. No hay ningún motivo para que ella no acepte algo así, pero... aún siente miedo por si es demasiado pronto y ella aún no está recuperada del todo de su transformación. Debería encargar un anillo a las gerudo. Ella podría llevarlo en la mano, como Kaenne, la esposa de Karid. A la vista de todos, esa es la clave.

—¿Cansado de esperar a su alteza?

Impa se aproxima con lentitud a donde está él. Se ha sentado bajo la sombra de un manzano, ya ha oído mil veces las historias de las ruinas anulares y al final ha dejado a Zelda, Pay y Tauro a su aire, exprimiendo el tema en el centro de investigación.

—Estoy bien aquí —admite él.

—Este es un rincón agradable —Impa gruñe y hace crujir las rodillas para sentarse a su lado —diosas, estoy un poco mayor.

—Qué va, eres indestructible —bromea él.

—Muy gracioso...

—¡Lo digo en serio! Fíjate, hasta llegaste al interior del Cañón de Tánagar. ¿Quién te iba a decir que viajarías tan lejos después de todo?

—Muy cierto —sonríe ella —¿Y bien? ¿Te ha contado algo nuestra princesa?

—Lo que hablarais esta mañana es sólo cosa de vosotras dos. Nunca pregunto nada —dice, encogiéndose de hombros.

—Pero su alteza suele compartirlo todo contigo, aunque no te atrevas a preguntar...

—Sí, pero apenas hemos tenido tiempo de hablar. Apenas hemos llegado a la aldea, ella está ocupada, ya sabes.

—Entonces lo hará, consultará contigo.

—¿Y qué va a consultar? —pregunta sintiéndose nervioso, pero tratando de ocultarlo. Las cosas de los sheikah siempre acarrean algunos dolores de cabeza.

Misión SecundariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora