Como si nada hubiera pasado

408 46 34
                                    

Abre los ojos.

Oye, despierta.

Link abrió un ojo y un rayo de sol impactó de lleno.

—Ya era hora. Muévete, nos han convocado.

Se había quedado dormido en su campamento en Hebra, mientras iba tras el Dragón Blanco. Aún no había conseguido alcanzarla, ni una sola vez desde que había descubierto quién era y qué significaban las lágrimas que había derramado por todo Hyrule. Desde ese momento la había buscado y perseguido sin descanso, su idea era lanzarse desde una de las torres sheikah y llegar hasta ella de alguna manera. Había averiguado que su vuelo seguía un cierto patrón, como el de los demás dragones, pero aún no había podido alcanzarla por diversos motivos: caminos bloqueados, tropezaba con problemas o con alguien que necesitaba ayuda.

Se estiró y buscó sus armas. Extraño, no estaban donde las había dejado.

—¿Todavía estás ahí? Los jóvenes sois un desastre, de esa manera no llegaréis a nada. ¡Levántate y mueve el culo si no quieres acabar fuera!

Se frotó los ojos, ¿quién demonios le hablaba así? ¿Acaso habían rodeado su campamento los de la patrulla?

—Link, vamos, nos han llamado a la plaza central. Al parecer viene el mismo rey de Hyrule.

—¿Towen?

Tuvo que frotarse los ojos un par de veces. Era imposible, Towen pertenecía a un pasado lejano, tras el Cataclismo no volvió a verle nunca más. El corazón se le aceleró al comprobar que no estaba en Hebra. No estaban sus cosas y lo más raro de todo: su brazo volvía a ser normal y a estar en su sitio, como si nada. Estaba en una de las barracas que había compartido una eternidad atrás, cuando se alistó en el ejército de Hyrule.

Temblando y un poco entumecido se puso en pie. Estaba en la barraca, sin duda alguna. Había más camas a su lado, pero los demás soldados ya se habían puesto en marcha. A los pies de su catre estaba la túnica de soldado: blanca, con el crespón real en rojo. Y también las piezas de su armadura. No, debía estar dormido, no podía ser. Levantó la vista y vio a Towen hacer señas, muy nervioso. Link se llevó la mano a la cabeza y notó un golpe que le dolió con una sacudida que le hizo tambalearse. Se lo habían limpiado y vendado, y seguramente bajo el vendaje había puntos. No entendía nada, pero no podía quedarse quieto, así que se vistió y se puso la armadura.

Al salir a plena luz del sol, toda su antigua patrulla estaba en formación, lanzas firmes en las manos. El capitán pasaba revista, y les avisaba de que el rey de Hyrule les había convocado cerca de la plaza central, en la ciudadela.

Como si su cuerpo hubiese tomado el control, se dejó llevar y marchó con la patrulla, comandada por su capitán. También él era una sombra del pasado, la última vez que lo vio intentaba defender las murallas de Hatelia, sangraba por un costado, pero... todo eso pertenecía a un momento tan lejano que casi no parecía real.

En la plaza hacía mucho calor. El sol de mediodía golpeaba con fuerza, y la armadura le asfixiaba. Era una de las cosas que agradeció cuando fue nombrado el caballero guardián de Zelda, ya no tenía que llevarla puesta por obligación, siempre terminaba cociéndose dentro como un cangrejo en una cazuela. De repente, mientras se debatía entre el dolor del golpe en la cabeza y el calor, apareció una hilera de soldados con el uniforme de la guardia real. Era imposible: custodiaban al rey Rhoam de Hyrule.

El rey comenzó a hablar, dando un discurso de los suyos, Link había escuchado muchos así. Debía estar dentro de un espejismo, aunque era tan real que daba miedo. Daba igual, antes o después hallaría una manera de librarse y todo volvería a la normalidad.

Misión SecundariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora