Perfidia de tu Amor.

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Habían llegado a la capital, emboscados por unos cuantos soldados franceses que se habían quedado estratégicamente en ciertos puntos de interés militar. No solo eso se esperaban más. 

Al tener a la mayoría de los altos mandos era imposible actuar contra ellos. Maximiliano entró al palacio de Gobernación junto con sus hombres de alto poder.

-¡Peter por favor, quédate!- mencionó en alemán Maximiliano.

El soldado lo vio raro, pero ya sabía por que, si bien era su traductor podía entender perfectamente español aunque no hablarlo en su totalidad. No solo eso, sabía que entre los generales mexicanos había unos que entendían medianamente el francés, sería muy claro con todo.

-No pongas esa cara.- le recordaba. Dejaba a Peter por su noble corazón, era por que podrían ver debilidad en su ejercito, pero ellos lo necesitaban no por sus palabras si no por su valor moral hacia los europeos.

Maximiliano entro con los otros dos y unos cuantos soldados. El Gabinete Mexicano también se disponía a entrar con total vergüenza, serían todos, todos debían aconsejar y no poner en juego sus próximos movimientos. Pero claro que había alguien, por más experto que se viera en la guerra su violencia era una desgracia a su inteligencia.

-¡Te quedas O'Hara!- decían en el pasillo.-¡Mírame soldado cuando te hablo! Entiendes por que, verdad. Si lo entiendes. Esperarás aquí y mas vale que te atengas a cualquier cosa, piensa en frío.

Miguel funcia el ceño, nadie le hablaba así pero claro que ese hombre tenía el suficiente poder para mandarlo a fusilar en cualquier momento, o peor la tortura o el destierro. La muerte era la mejor ruta y moriría valientemente pero ahí en su tierra. Los vio entrar.

El pasillo blanco sobre altas columnas de madera y arcos se alzaba sobre los dos que no se atrevían a verse. La luz del alba entraba dejando ver la limpieza sobre el piso pero no sobre los viejos muebles. Peter comenzó a caminar de ida y vuelta, sentía un nudo en la garganta sabía que el mexicano no estaba armado pero no por eso debía confiarse, era extremadamente grande y fuerte bajo su uniforme militar.

Miguel se digno a verlo unos segundos para luego tomas asiento en una vieja silla virreinal de caoba con tela en color vino, cruzo sus piernas y luego volvió a ver al ...extraño soldado. Que no dejaba de ir y venir por el pasillo, aunque con la cabeza baja. Lo había tomado por sorpresa la primera vez, era rápido pese a verse tan débil. Al igual que él era General y era tan respetado que lo dejaron fuera del Gabinete.

-¿Qué eres, Norteamericano o Inglés?- le preguntó de la nada.

Pero Peter no le respondió. El moreno chasqueó la lengua ante su completa ignorancia por él.

-Parker es un apellido inglés. Luego mencionaste estar con los Irlandeses...mi padre era irlandés.- ni así llamaba su atención.-Y luego en España, ahí aprendiste nuestro idioma aunque tu acento es muy neutral, en Francia...un hombre de mundo.- lo veía con desprecio pero Peter seguía en sus pensamientos con la mirada baja.-De donde quiera que seas eres un maldito traidor.

-¡Cállate!- su voz resonó mirándolo con fastidio.-Lo hago por un bien mayor.

-No es su guerra, es nuestra. Ellos los conservadores, esos malditos desgraciados solo por que se creen como Juana de Arco.- aullaba en total sarcasmo.-Por Dios.- miro a Parker.

-No digas el nombre de Dios en vano. Es pecado.- decía tranquilo.-Ustedes son católicos.

-¡No! No lo somos.

-¿Qué te hizo Dios para perderte en el camino?- sonaba triste, pero era una táctica que aprendió en Irlanda sobre atraer nuevos creyentes o regresarlos.-Dios nos quiere a todos.

Piel Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora