Ya déjame...

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"Te pido por favor de la manera más atenta que me dejes en paz. De ti no quiero ya jamás saber"- 🕷️Déjame vivir de Rocío Dúrcal.

Por alguna razón eso de coquetear con el primero o primera claro, que veía en las mañanas ponía de muy buen humor a Peter. Ese día prefirió ya no ser casual, sin olvidar claro su misión, ¿por qué no hostigar un poquito al Marino?

Peter tenía bastantes trajes de mariachi, unos más de lujo que otros, claro que uno de su favorito era uno negro con detalles en rojo e hilo de plata, con su corbata de moño rojo de gamuza y sus botines negros. Quería verse bien, un hombre que se viste bien genera confianza ese era el gran secreto ese y tener una buena voz, claro.

Ya lo había decidido, lo comprobó ayer mismo que era posible aunque sería difícil, ¿Qué debía decir?

-Tus hijas me han dicho que quieren verte feliz, con una mujer...si porque si no lo aclaró pensará que habló de un hombre, y no de cualquier hombre.- se veía al espejo con cierta vanidad.-¿Si fuera mujer se fijaría en mí?

Dudo por mucho tiempo, claro que no, ese hombre no tiene ojos, aunque algo debe apasionarlo en su tristeza, ¿Qué sería? el alcohol siempre es la respuesta a las grandes preguntas.

-Pues bien de pura casualidad saldré de mi casa, caminaré, se que de casualidad me lo encontraré y trataré de conquistar frente a él. Y ... y si no me tiene envidia no se que haré.- suspiro con nervios.-Bien, tendrá envidia me pedirá consejos si... y en unos cuantos meses una mujer se hará cargo del hogar, no tomará, las niñas serán felices y yo...

Guardo silencio, era todo tan sencillo y todo saldría bien, pero el mariachi no quería que pasará eso, realmente deseaba  poder seguir viéndolas a ellas, a sus niñas.

-Podría pedirle ser su mejor amigo, su compadre, seguramente el padrino de May, eso me gustaría así no tendría por que alejarme de ellas.- eso sonaba más complicado.-No pierdo nada, el mundo es para los valientes. ¡Vamos Peter!

Salió de su casa, camino llamando completamente la atención lo cual era su objetivo principal, saludaba a todas las mujeres casadas, viudas, solteras, morenas o güeras, por igual y claro sin sobrepasarse por que muy probablemente entre ellas estaría la nueva madre de sus pequeñas. Tendría que compartirlas, pero que más daba, si eran felices él sería feliz.

Con valor se fue encaminando a las calles de las cantinas, abiertas claro, a temprana hora y algunos loquitos borrachitos ya estaban ahí. Si Gwen estaba segura su padre llegaba a las 3 de la tarde para salir nuevamente y regresar pasadas las 10 de la noche, oliendo claro a tequila y mezcal, aunque siempre parecía estar bien sin caer en vulgaridades.

Tuvo que esperarlo, pero Gwen como siempre estaba en lo correcto. El siete mares había llegado.

-Hola Miguelito.- lo espero en la esquina y por alguna razón su saludo y el lugar donde estaba le hizo eco (si, en eso que piensas él pensó.) Rápido se acercó, no era buen lugar esa esquina.

-Otra vez tu.- dijo con odio en su voz.

-Pues si, yo. Ya te dije, yo seré como tu ángel guardián así que, decretó, no hay que entrar por que...

-Te van la van a partir. Y si no son ellos seré yo, lárgate.

-Nah.- sonreía.-Mira Miguel, yo solo quiero ayudar.

-Me hace falta un saco de boxeo, si ayúdame con eso.

-Te hacen falta amigos, amigas, una novia o varias.- sonrió de manera picara.-Y yo soy experto...

-En que la gente te odie.- Miguel comenzó a caminar rápido pero ese mariachi le pisaba los talones.-¡Déjame, ya déjame!

-No.- contestó con fuerza, lo de menos era un buen golpe, de todas formas la sonrisa de esas tres valía todo el dolor del mundo.-Ya te dije, alguien, algunos, algunas quieren verte feliz, dejar de ser lo que sea que eres ahora. ¡Y necesitas un buen amigo! Que podría ser yo.- aprovechando iría metiéndose para que fuera el padrino de May, si eso haría.

Piel Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora