Perfidia de tu amor.

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-Ya tomaron posesión del palacio, el muy imbécil trajo a su esposa.- comentaba un soldado.-Resguardado de miles de soldados, sabe que podríamos matarlo cuando quisiéramos.

-Pero no lo hacemos.- pronunció Miguel aun afectado, desde hace una semana no veía al americano ese.-Sólo así terminaremos con esto.

-¿Sabes por que lo dejaron afuera?- preguntó otro.-Se oían más gritos con ustedes afuera que en el gabinete.

-Es insolente el...soldado ese.

-General, católico, traductor y al parecer el guardia oficial del ...señor ese.

Iban de civil, aunque claramente Miguel guardaba bien sus insignias cerca de él. Le dio un sorbo al café esperando sentir algo, pero solo pensaba en los lamentos de ese soldado, ese maldito soldado, herido.

-¿Ustedes saben cómo se llamaba la desgracia del Guerrero del Sol?- preguntó esperando no incomodar a los demás.

-Pedro algo... Así se llamaba el español traidor.

Otro sonrió de manera muy tonta.

-¡El General ese se llama Peter! ¿Será que los traiciona? 

-Le es fiel a la Iglesia hasta crees que andará con juegos.

Miguel guardo silencio mientras los otros seguían hablando, para él, el americano era peligro y era bastante extraño, seguramente vivía en su propio mundo, esperando...

-¿Estás bien?- preguntó uno al verlo tan pensativo, Miguel era más un hombre de acción que un hombre de pensamientos. 

-¿Será muy difícil entrar?- les preguntó.-Al Palacio Nacional.

-El bosque por el oeste no tiene mucha seguridad.- sonrió otro.-¿Qué harás Miguel? Mejor no preguntó.- ahora todos le tenían esperanza, pero Miguel solo podía pensar en ese General americano.

Esa tarde Peter bajo del Palacio Nacional donde el Emperador vivía junto a su esposa. Estaba en una pequeña colina y se bajaba fácilmente, al rededor había todo un bosque con pequeñas cataratas formadas por piedras blancas. Un enorme lago y ciertas llanuras, pero algo más llamaba la atención de Parker por el lado oeste había visto una cueva enorme, oscura y a unos metros había un santuario de sacrificios. Antes de anochecer debía ver de que se trataba.

Primero a la cueva, rodeada de largas plantas y en ella una profunda oscuridad.

-Irás al Infierno si entras ahí soldado.- giro por el susto, era él.-Dicen que es una entrada al Mictlán. ¿Sabes que significa eso?

-El Infierno.- no le prestó atención.-Es raro verlo de civil, General.- era como si olvidará que paso una semana atrás en la catedral.-Entrar sin permiso puede valerle la vida.

-Valdrá la pena si te llevo al Infierno.- le contestó acercándose con arrogancia.

Pero Peter se acercó más a la cueva, sin dudarlo comenzó a entrar en la oscuridad. Miguel lo detuvo del brazo.

-¿Qué no le tienes miedo a nada?- preguntó en un tono de preocupación trayendo al castaño a él, pero este solo miraba la cueva.-Es un suicidio, eso es pecado, ¿no?

-¡Suéltame!- lo alejo al darse cuenta de su cercanía.-Vete o te matarán.

Pero Miguel lo tomo con más fuerza esta vez de su cintura.

-Ayer, ayer me llamaste de otra manera. Cómo...

-No eres un sueño.- dejo caer su cuerpo en los brazos de Miguel, cerro los ojos.

-¡¿Parker?!- lo agito un poco, sin soltarlo, parecía que se había desmayado.

-Cuando los españoles llegaron, hubo uno que se perdió y lo hirieron, iba a caballo.- decía con calma sin separarse del cuerpo del moreno.-Y lo vio, el único guerrero con corazón, se lo entregó y el español herido lo traicionó.

Piel Canela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora