18

44 14 18
                                    

Tobe llevaba un rato mirando fijamente más allá de la ventana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tobe llevaba un rato mirando fijamente más allá de la ventana. Era media mañana apenas y decidió que sería mejor enviar a una de las extremidades a cerrar la cortina de cuencas que preocuparse durante más tiempo por la presencia que había al otro lado.

Él les pidió a las extremidades extras que formasen una barrera en torno a la cama y concentró toda su atención en Kura, que estaba dormido a un lado, pegado a uno de sus costados.

¿Qué se supone que haré contigo?

Tobe sostuvo uno de los mechones de su cabello y jugó con él entre los dedos. Recordó que el Kura mayor que él conocía se había dejado crecer el cabello y era, bueno, decente, sí, pero ese Kura no tenía una trenza de cazador baldío y esta versión de él quizás preferiría mantener el resto del cabello corto para que sólo la trenza destaque en lugar de perderse entre los mechones.

Él casi nunca dejaba a su mente divagar. Esa vez, sabiendo que tenía una barrera a su alrededor y el otro dormía, se lo permitió durante un rato. Frotó los dedos contra el mechón castaño y luego procedió a peinarlo.

El cabello de Kura era rizado, se desordenaba con facilidad y se le formaban nudos sin motivo aparente. Tobe los desenredó con los dedos. O intentó.

Su propio cabello nunca se enredaba sin importar qué tan largo lo tuviese, por lo que no sabía desenredar cabello y el primer nudo lo quitó con brusquedad suficiente para que Kura frunciese el ceño en sueños. Él se detuvo y aguardó. Cuando la expresión del rostro de Kura volvió a ser una tranquila, Tobe continuó desenredando su cabello, ahora entendiendo que debía ser más cuidadoso para no causarle dolor.

La trenza de Kura también estaba un poco suelta. Bien hecha, le duraba unas dos semanas sin problemas, pero Tobe no se animó a soltarla y rehacerla porque aunque conociera bien la técnica y el orden de las cuencas, sabía que era algo muy valioso para él. No podía asegurar que no lo fuese a molestar que tocase su trenza. Quizás no o quizás era algo que Kura quería hacer siempre él por su cuenta.

Ya que tampoco pensaba despertarlo para preguntar, se dedicó a acomodar los mechones delanteros que a veces se le enroscaban sobre la frente.

Kura entreabrió los ojos cuando él estaba intentando descubrir si podía echar hacia atrás los rizos delanteros y dejar su rostro por completo al descubierto. Tobe se quedó quieto por unos segundos y el otro parpadeó varias veces.

De repente, los ojos de Kura se abrieron mucho más y se sentó sobre la cama. Tanteó su cuerpo y comprobó que tenía el atuendo baldío holgado. Luego giró la cabeza como si temiese encontrarse con algo y se fijó en Tobe.

Para entonces, Tobe tenía los brazos flexionados y los usaba como almohadas. No creía que él necesitase saber qué hacía antes de que se despertase.

Tobe retiró también la barrera que los rodeaba, y al verse libres de su tarea, algunas de las "guardianas" se le acercaron a Kura. Una le tocó el hombro y otra intentó enrollarse en torno a su torso, pero Kura la sostuvo para evitarlo.

Besar al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora