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El primer día sin Lyari no fue diferente a los demás

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El primer día sin Lyari no fue diferente a los demás. Era común que el Clérigo Mayor se encerrase durante un día o dos. Al segundo día, se les hizo raro que no hubiese enviado a nadie por su comida.

Al tercer día, abrieron la puerta de la oficina y descubrieron que no había nadie allí. Tampoco estaba en su habitación ni en ninguna de las zonas destinadas a los rezos.

Kuatoi organizó un equipo de búsqueda por todo el templo y después se expandieron hacia el pueblo, pero nadie lo había visto en más de dos días. Para cuando informó al resto de esto, el comedor en que se reunían noms y namis entró en pánico.

Tobe le dio una palmadita a Kura y él captó su punto, por lo que se subió sobre una de las mesas y soltó una llamarada de su mano hacia arriba para llamar la atención.

—Nuestro Clérigo no aparece, pero todavía tenemos encargadas en el dormitorio nami y encargados en el dormitorio nom. Vamos a cerrar el templo por ahora-

—¡El Clérigo podría necesitar ayuda! —Kuatoi no había vuelto a hablarle en tono suave desde aquella vez que lo encontró con Tobe en el pasillo entre los dormitorios—. Tenemos que seguir buscándolo como él nos buscaría a nosotros.

Kura entrecerró los ojos en su dirección.

Siempre pensó que Kuatoi entendería si él sabía explicárselo, igual que como ocurrió con Naru. Luego se fue, y al regresar, sintió una gran incomodidad por la forma en que él lo miraba.

Esa incomodidad ya no estaba ahí y Kura por fin entendió de dónde venía y por qué se esfumó.

Kuatoi había creído que recibiría a una chica llamada Kura en el templo.

En ese momento, con el ceño fruncido y un tono duro, Kuatoi no lo trataba como a una chica, no había suavidad en lo que decía ni en cómo lo veía. Él estaba discutiendo del modo en que sólo discutía con otros hombres: siendo obstinado y alzando la voz.

Kura prefería este reconocimiento que venía desde el desagrado que la hipócrita amabilidad que no lo reconocía.

Él le respondió con la misma dureza.

—Hay una bestia suelta en el bosque y el Clérigo lo sabía mejor que nadie. Si salió al bosque, seguramente ya debamos darlo por muerto. Hay que cerrar el templo si no queremos seguir en el menú de ese monstruo. El Clérigo ya ha enviado muchos informes a la Junta, y si les contamos esto, pondrán mandar un equipo de rescate o apoyo o a otro Clérigo Mayor para guiarnos, pero debemos mantenernos con vida hasta entonces.

—El Clérigo dirige este templo.

—Pues alguien más lo dirigirá, esto es un estado de crisis.

—¿Y quién sugieres que lo dirija? ¿Tú? —Kuatoi se burló.

—Tobe.

La respuesta de Kura fue inmediata y sin la menor duda. Kuatoi bufó y rodó los ojos.

—El que ni siquiera habla, claro...

Besar al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora