Capítulo 6

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-Tienes que cerrar los ojos.


Lauren me había conducido sigilosamente por todo el hotel, en pijama y descalzas. ¿Qué sería aquello tan increíble que quería que viera? Yo aún tenía los ojos pegados y aquello que me estaba pidiendo no me iba a resultar demasiado difícil.


-No me fio de ti -dijo ella poniéndose detrás mía y tapando mis ojos con sus propias manos.


-Vamos, ¿qué es? -pregunté ansiosa.


-Ahora lo verás -contestó con su cuerpo pegado a mi espalda.


Si Joey se levantaba por algún casual y nos veía fuera de la cama a deshoras podíamos decir adiós al sueldo de un mes. Era muy estricto con aquello y sobretodo con nuestra seguridad. Salir del hotel sin supervisión estaba completamente prohibido y, debido al frío viento que ahora se estrellaba en mi rostro, sabía que habíamos salido del edificio.


-Lauren...


-Sh -me interrumpió. -Sólo será un momento.


Lauren despegó sus manos de mi rostro, dejando que abriera los ojos lentamente. No vi nada. Vi un aparcamiento de coches oscuro y una carretera no iluminada. Detrás nuestra sabía que estaba el hotel, pero ¿qué quería que viese?

Pronto lo supe. Lauren rodeó mi cuerpo y se puso justo delante mía. Con sus dedos conectados tomo mi barbilla y me hizo mirar al cielo.


-Pensé que quizás querías verlo -opinó ella con una sonrisa emanando de sus labios.


El cielo estaba completamente iluminado por estrellas de todas las clases. Desde la más pequeña, hasta la más grande. Desde Aldebará, hasta Canopo. El cielo de Las Vegas completamente iluminado por cientos de miles de estrellas que nuestros ojos eran capaces de diferenciar, todo en un momento único y, probablemente irrepetible.


-No sabía cuando volveríamos a estar en Las Vegas con un apagón local, así que...


Yo la miré alucinando de lo que estaba viendo. Y entonces no supe qué era lo que más me gustaba, si ver brillar todas las estrellas del cielo oscuro en la noche, o ver brillar los ojos de Lauren mirándome fijamente.


-Esto es increíble, Lauren -dije devolviendo de nuevo la mirada al cielo.


-Lo sé. No podía dormir y salí a dar un paseo; muchas veces lo hago y tú no te das cuenta -confesó ella mirando al cielo conmigo. -Entonces el recepcionista me dijo que tuviera cuidado, que se había ido la luz en toda la ciudad. Sé que te encanta el cielo, así que no dudé en despertarte.


La miré de nuevo. Se veía tan inmejorable a la luz de las estrellas... su piel pálida debajo de aquel pijama era magníficamente lisa y homogénea. Sus brazos descubiertos mostraban al cielo que no todo lo perfecto se encontraba arriba, que ella también era perfecta y debían conocerlo todas las estrellas. Miraba al cielo con sus dos joyas incrustradas color esmeralda y quise pensar que ella sabía que era magnífica, aunque a veces supiera que no lo hacía.

Le gustaba mirar al cielo, quizás fuera porque ella vino de allí. Quizás fuera un ángel, un ángel de la guarda.


Mis pensamientos se vieron disipados cuando ella bajó su mirada de nuevo hacia mí y me miró mientras yo la observaba.


-Vamos adentro -dijo ella tendiéndome la mano.


-No -dije agarrando su mano, pero sin moverme del lugar donde tenía clavado los pies.


Si Supieran (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora