Capítulo 34

10.3K 576 53
                                    


Lauren se quedó dormida entre mis brazos después de llorar durante horas al llegar al hotel. No nos molestamos en ocultar que pasaríamos la noche juntas, pues ya no teníamos representante. Había sido Ally, la más pacífica de todas, la que había conseguido dar el paso de despedir al mánager; algo que debía haberse hecho bastante tiempo atrás, para así evitar los problemas que estaban a punto de ocurrir.

No le reproché a Lauren que quisiera eliminar todas sus cuentas de las redes sociales en cuanto tuvo ocasión aquella misma noche. No le reproché que lo estuviera haciendo derramando lágrimas, ni que se hubiese negado a pronunciar una sola palabra.

Cuando por fin se quedó dormida aquella noche, tenía los ojos tan hinchados y la nariz tan roja, que ni si quiera parecían suyos.

Yo me quedé un buen rato más despierta, asegurándome de que no volvía a sufrir uno de los ataques de ansiedad que le habían estado naciendo durante horas.
Pero cuando al fin había conseguido conciliar el sueño durante un par de horas seguidas, escuché a Lauren hablar, así que di un salto en la cama para ver con quién lo hacía.

-¿Quién te llama a estas horas, Lauren? -pregunté preocupada, viendo como mi chica susurraba con alguien al otro lado del teléfono.

-Mi padre -aclaró tapando el auricular. -Vuélvete a dormir. Se ha levantado para ir a trabajar y acaba de enterarse de lo de esta noche.

Yo fruncí el ceño extrañada. Eran las siete de la mañana de un domingo, ¿por qué no habría esperado el señor Jauregui, al menos, hasta medio día?

-Duérmete, Camz -susurro al ver que yo no me volvía a tumbar.

-Está bien -dije haciéndole caso, ajustando las sábanas a mi cuerpo. -Manda un saludo a tus padres y hermanos.

-Lo haré.

-No tardes -pedí.

-Descuida.

Mis párpados cayeron por su propio peso. Un rato más tarde sentí cómo unos labios se posaban en mi frente, así que di por hecho que Lauren había finalizado su llamada y volvería a la cama pronto.

La sorpresa fue, entonces, casi mayor, cuando al despertar a la mañana siguiente, Lauren no estaba. No estaba en el dormitorio, ni en el baño.

No le di, quizás, la importancia que el asunto merecía. Pensé que habría bajado a desayunar o que, a lo mejor, simplemente estaba en la habitación de las otras chicas, desahogándose por lo ocurrido la noche anterior.

Descalza y aún con el pijama puesto, salí de mi dormitorio compartido tratando de arreglar un poco mi pelo antes de llegar a la habitación de las otras chicas.

-¿Qué haces aquí? -preguntó Dinah, interrumpida por su propio bostezo. -Son sólo las doce, Mila.

-¿Está Lauren? -pregunté sin rodeos.

-¿Lauren? -preguntó frunciendo el ceño. -Pensé que dormiría contigo.

-Durmió conmigo -susurré mirando al suelo. -Pero ahora no sé dónde está.

-¿Has mirado en el buffet? Quizás no podía dormir y le ha entrado hambre -sugerió.

-No he mirado aún -confesé. -Gracias.

-Avísame si no está ahí tampoco -dijo mientras yo caminaba a lo largo del pasillo del hotel.

Entré a mi habitación para ponerme algo de ropa antes de presentarme a todos los camareros y demás trabajadores del hotel. Pero cuando hube terminado de arreglarme, algo hizo que me frenara en seco: el móvil de Lauren. Ella jamás saldría de la habitación sin su teléfono.

Si Supieran (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora