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Schlatt avanzaba por su departamento con su confiable botella de Brandy. Bebía con entusiasmo cuando tropezó cayendo de cara al suelo, perdiendo lo que quedaba de su preciado alcohol.

Molesto y adolorido observó sus pies, estos se habían enrredado con varias sudaderas sucias tiradas en el suelo. Maldijo a su compañero de piso y se puso de pie, yendo a por su teléfono.

—¡ORDENA TU PUTA ROPA! —Gritó al aparato tan pronto contestaron la llamada.

—¡DÉJAME, ES MI VIDA! —Respondió en el mismo tono.

—YA ESTOY HARTO, CAMISAS SUCIAS, PANTALONES SUCIOS ¡NO PUEDO IR A CAGAR SIN TOPARME CON TUS BOXERS MEADOS!

—YA CÁLMATE ANCIANO, CUANDO LLEGUE ORDENO TODO ¿VALE?

—DICES ESO CADA MALDITA VEZ, PERO NUNCA HACES UNA MIERDA. Por cierto ¿Estás en la tienda?

—Si, si, si, llevo esa pizza de microondas que te gusta. Y NO TIENES DERECHO DE RECLAMARME, LLEVAS DOS JODIDAS SEMANAS SIN LIMPIAR LOS PLATOS.

El castaño bufó observando el fregadero con decenas de trastes sin lavar, tenía un punto. Se sujetó el puente de la nariz mientras respiraba profundo.

—¿Podrías, por el amor de dios, comprar una ensalada? Amigo, estás a 3 hamburguesas de un infarto.

—No eres el adecuado para dar consejos nutrionales, señor "debo beber tres botellas al día o muero"

—Touché.

Tras cortar la llamada Schlatt se puso en campaña de cumplir con su parte de las tareas, comenzando a lavar platos que ya tenían hongos creciendo en su superficie. No eran comestibles y lo descubrió de la manera difícil, probarlos fue una idea que solo a un borracho se le podría haber ocurrido.

Acababa de vomitar en el váter cuando recibió otra llamada. Rodó los ojos mientras sacaba el celular de su bolsillo y contestaba a su compañero de mala gana.

—Hola imbécil ¿Se te olvid-... Quién demonios eres?

Su expresión severa se heló de golpe y antes de pensar en lo que estaba haciendo agarró sus llaves y salió del lugar. Debía llegar al hospital más cercano a su ubicación, rápido.

"Un conductor borracho se saltó un rojo... lo lamento." Las palabras de aquel desconocido resonaban en su cabeza mientras desesperado preguntaba por su amigo en recepción.

Las puertas principales se abrieron de golpe y una camilla junto a un grupo de paramédicos se dirigieron directo hacia urgencias, a Schaltt se le le fue el aire. Corrió hasta ellos y, desgraciadamente, sus sospechas se confirmaron. 

El castaño estaba tumbado sobre la camilla, con la cara magullada y el cabello empapado de su propia sangre. El golpe le había roto las costillas haciendo que éstas perforaran sus pulmones, el pobre universitario tosía sangre sin siquiera poder respirar de no contar con la ayuda de la máscara de oxígeno. Agonizaba.

—¡CONNOR!— Empujó a uno de los médicos fuera del camino, necesitaba estar con su moribundo compañero

El malherido chico enfocó su mirada perdida en el mayor, levantado débilmente su mano hasta tomar la de su amigo. Intentó decirle algo, pero las palabras no salieron.

Los guardias arrastraron al alterado hombre lejos de la camilla para poder llevar esta al quirófano. Schlatt no pudo hacer otra cosa que observar con un agobiante sentimiento de impotencia su mano ensangrentada, mientras que de fondo, retumbaba una horrible sirena de alerta que le acompañaría en sus pesadillas.

—Señor Schlatt. —Chasquearon los dedos frente a su rostro regresandole de golpe a la realidad. La psicóloga a la que Quackity le había arrastrado le observaba, estaba en su consulta. —¿Quiere que lo dejemos hasta aquí?

—No no... estoy... estoy bien. —Respiró profundo, antes de seguir hablando. —Él... no lo logró, murió en el quirófano. Organizé su funeral y me mudé, no podía pagar el alquiler yo solo...

—Y tras eso olvidaste lo que sucedió y seguiste viendo a tu amigo en todas partes, como si jamás se hubiese ido ¿Estoy en lo correcto?

—... No estoy loco. —Gruño apretando los dientes.

—No dije que lo estuvieras, trabajo con muchas personas locas y tú no eres una de ellas.

—¿Y... Y qué es lo que me pasa? ¿Por qué puedo verlo y escucharlo...?

—Estás en negación, tu cerebro crea alucinaciones visuales y auditivas para respaldar la mentira. ¿Debiste organizar su funeral verdad? Son muchos procesos legales y un montón de papeleo que hacer tras a penas unas horas del fallecimiento, no tuviste tiempo de llorar su muerte, de aceptar la perdida.

Schlatt bajó su mirada, teniendo que sujetar su pierna ya que no dejaba de agitarse por un reflejo nervioso. Aún estaba conmocionado por lo que le había sucedido, pero veía cierta lógica en las palabras de la especialista. El verdadero problema, lo que más le confundía, era que su amigo muerto no era lo más extraño en su cotidianidad.

—Mire... voy a sonar como un lunático, pero no es solo con Connor. Yo... joder, ¡Yo veo a alguien más! A un chico, Wilbur, que vivió en mi nuevo departamento ¡Pero murió antes de que yo terminase la preparatoria! ¡No tiene sentido!

—¿Habían cosas de este tal Wilbur en el lugar? —La mujer preguntó tranquila, anotando algo en su libreta. 

—¿Qué? Bueno... si, un par de cajas.

—Pues es fácil saber lo que pasó. Revisaste las cosas de este chico, asimilaste la información y tu cerebro creó esta nueva alucinación, porque si ya ves un fantasma, no es tan descabellado ver a dos ¿No cree usted?

El castaño sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Procesando la idea de que aquel fantasma de carácter, ese chico dulce y nostálgico con el cual convivió durante meses no fue más que un producto de su imaginación, creado en un burdo intento de rellenar un vacío.

¿Wilbur... nunca fue real?

Phantom voice [Schlattbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora