09

485 78 50
                                        

Schlatt estaba sentado en las escaleras de la oficina de correos. En sus manos apretaba con fuerza un papel que deseaba romper en miles de pedazos, prender en fuego y tirar por el inodoro más cercano.

Se incorporó al escuchar su teléfono, respirando profundo antes de contestar la llamada de Connor, no quería que su amigo le escuchase así, derrotado.

—¿Qué tal? ¿Si te la dieron?

—¿Podemos hablar luego...?

—Joder, lo siento hombre... —El chico comprendió de inmediato, compadeciendose de él. —¿Quieres que te acompañe a quemar las oficinas de esos desgraciados? Yo pago la gasolina.

Una pequeña risilla se le escapó al hombre tras escuchar tal proposición, era una oferta más que tentadora. Su ánimo subió un poco gracias a esto.

—Me encantaría, pero si lo hago dejaría de contar como un adulto responsable, deberé pasar por esta vez.

—Pues entonces vamos a comer algo, bueno, te acompaño a comer algo, es que estoy...

—A dieta, lo sé. Amigo con toda la sinceridad del mundo... consigue otro nuticionista.

—Schlatt... La próxima será la vencida, estoy seguro, y si no, les reventamos el lugar. Te ayudaré en lo que necesites, estoy para ti, siempre.

Suspiró, con una suave sonrisa gracias a la conversación, por desgracia seguía sin estar bien. Levantó la mirada, buscando ubicar la botillería más cercana. Su búsqueda se vio interrupida cuando un duro golpe en la cabeza le hizo voltear, irritado.

De pie frente a él se encontraba un muchacho de cabello azabache, vistiendo de traje ya que muy probablemente acababa de salir del juzgado. El rostro de Schlatt se iluminó.

—¡¿Quackity?! ¡¿Qué haces aquí?!— Preguntó colocándose de pie de un salto.

—Estaba por la zona cuando vi la publicación pasivo-agresiva que hiciste sobre servicios sociales, supuse que seguirías aquí... y que no fueron buenas noticias.

Schaltt apretó los labios, arrugando la carta entre sus manos debido a la rabia. El hombre casi temblaba por culpa de la impotencia.

—No soy apto, aunque hice todo lo que dijeron esos malnacidos, no lo soy.

—Los cabrones están estirando el proceso legal tanto como puedan para ganar más dinero. En cuanto me gradue, tomaré tu caso.

—Genial, ahora serás tu quien se robe todo mi dinero y me deje en calzones.

—No lo voy a negar, me gusta la plata.

Schlatt le dio un suave golpe en el hombro en respuesta. Quackity río sobando aquel lugar para propinarle un empujón, nada brusco, solo algo de amor rudo entre amigos.

—Conseguiré que te den la custodia de Tubbo, te lo prometo.

—Eres el mejor Ex que alguien podría pedir.

—¿Aunque haya tratado de hacerte vudú luego de que terminaramos?

—¿Qué tú qué?

Empezaron a caminar por la ciudad. Ambos estaban en su último año de universidad así que los examenes les estaban matando, hace mucho que no podían permitise salir así, pero, hoy el castaño lo necesitaba.

Pasearon por un parque cercano tras comprar malteadas, Schlatt no pudo evitar recordar las citas que alguna vez tuvo con el azabache. Una potente jaqueca le golpeó tan pronto pensó en aquello, obligandole a soltar su vaso, sintiendo como si su cabeza fuese a estallar.

—¿Schlatt? —Quackity se detuvo, visiblemente preocupado. —¿Qué pasa?

—Nada nada, solo... cerebro congelado... —Murmuró en voz baja, intentado recomponerse de la terrible punzada.

—Deberías ir con un doctor, luces enfermo.

Schlatt se sorprendió, era curioso, Quackity era la segunda persona que le decía algo parecido ¿Tanto se había descuidado? Es decir, estaba desaliñado pero no se sentía mal, es más, estaba excelente.

—Vamos Quackity, no sería un universitario si no me viese como un zombie demacrado.

El estudiante de leyes rodó los ojos y siguieron caminando, haciendo bromas y hablando de temas triviales mientras se ponían al día tras varios meses casi sin ningún contacto.

—¿Y cómo van las cosas en el nuevo departamento? No tuve tiempo de visitarte.

—Todo va exelente, he tenido algunos problemas con... con algo, pero lo demás, 10 de 10. —Debió morderse la lengua para no hablar de su roomie. Quackity era algo supersticioso.

—¿Ah si? ¿Problemas con qué?—Preguntó levantando una ceja, intrigado.

—Nada, Nada ¿Sabes que? ¡Inauguraré mi lugar como es debido! —Inventó para poder cambiar el tema. —Compraré frituras, alcohol y te invitaré a ti, a Connor, y tal vez...

En ese momento, algo cambió en la mirada de Quackity, el pelinegro hizo una mueca que no supo interpretar del todo, pero, no era buena, nada buena.

—¿Connor...?

—Si, ese chico de mi carrera. No le conoces mucho pero es un gran tipo, justo hoy...

—Schlatt. Deja la puta broma.

El castaño dejó de caminar para girar hacia el menor, extrañado por su comportamiento. Quackity estaba increíblemente serio y Schlatt no tenía ni la más mínima pista de que había pasado.

—¿De qué diablos estás hablando?

Los ojos de Quackity se abrieron bastante, estaba conmocionado. Tragó saliva y habló, muy lentamente, tratando de no alterarlo tras percatarse de que algo andaba muy mal con su amigo. Así que, con cuidado, pronunció sus siguientes palabras, para el absoluto horror del castaño.

—Schlatt Connor... Connor murió hace tres meses.

Phantom voice [Schlattbur]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora