XIII

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Nunca pensé que querer a alguien más que a mí misma podría ser incluso posible. Aunque desde que le conozco, la linea entre lo posible e imposible se ha vuelto difusa. Y por más que hizo posible llenar mi estómago con mariposas de una manera muy dulce y maravillosa, también me dejó ahogarme en la amargura del rechazo. Desde esa noche sus ojos no volvieron a encontrarse con los míos, por miedo, por vergüenza, por dolor, por ego.
Podía verle en su clase, pero era como si un muro nos separase. Era tan extraño, haberle conocido tanto, tenerle tan cerca y de repente éramos desconocidos otra vez.

-Tierra llamando a T/n

Por suerte Layla me apoyó en todo y es gracias a ella que he sobrevivido las últimas semanas.

-Perdón ¿Qué decías?

-¿Qué vestido crees que me queda mejor? ¿Azul pastel o rojo cereza?

-Eh... No sé. ¿Con quién dijiste que ibas al baile?

-Se te olvida todo, T/n. Voy con Arthur. -dijo mientras ponía caras raras. Reí un poco y pensé en mi respuesta.

-Creo que el azul te sienta genial, pero el rojo también y es más adecuado para un baile ¿No?

-Bien pensado. Por cierto ¿Ya has decidido con quién irás?

-Layla yo no voy.

-¿Qué? Pero si va a ser divertido. Seguro que hay muchos chicos que querrán ir contigo.

-Puede ser, pero ahora mismo no me interesan los chicos, la verdad.

Layla dejó lo que hacía y se acercó a mi. Tomó mis manos y me miró algo preocupada.

-T/n, no vale la pena que sigas pensando en eso.

-Lo sé, pero no soy capaz.

-A lo mejor distraerte un poco te ayuda.

Me sonrió y me miró con cara de perrito. Cuando Layla hacía eso era una derrota asegurada para mi.

-Vale vale. Tú ganas. -ambas nos reímos y seguimos buscando un atuendo que nos convenciera.

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No dejaba de dar vueltas en la cama, intentando atraer al sueño sin éxito. A las puertas de la primavera no hacía tanto frío como antes, y la idea de salir a dar un paseo por el pasillo no me pareció tan mala. La luna era decreciente y la luz un poco escasa, aunque por otra parte las estrellas se veían especialmente bien aquella noche. Llegué hasta la torre de astronomía, la cual hacía semanas que no pisaba. Me senté en el suelo y apoyé la cabeza en una de las paredes. Contemplé el cielo y comencé a divagar en mis pensamientos.

No había hablado con Snape desde que me rechazó. Le había visto en clases, aunque me evitaba en general. Por suerte no nos encontrabamos por los pasillos. También le había visto en el gran comedor, pero faltaba a la mitad de las comidas. Me dolía admitirlo, pero incluso después de todo me preocupaba esa actitud.

Al pensar en él mis sentimientos se volvían contradictorios. ¿Era posible amar tanto a alguien y querer olvidarle para siempre al mismo tiempo?

Pensando pasó el tiempo y sin darme cuenta los ojos empezaron a cerrarse, hundiéndome en un profundo sueño.

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-Que desastre de chica.

A penas había despertado y no entendía qué estaba pasando. Pensé que lo mejor sería mantenerme igual y hacer parecer que seguía dormida.

Alguien me cargaba como a una princesa. Era cálido y agradable. Su voz resonaba en mi cabeza, intentando identificarla ya que seguía medio dormida.

-Menos mal que te he encontrado antes que otros. Gracias a mi ya no te castigarán.

Su tono de voz, la forma en que me hablaba, la calidez que emanaba, todo me recordaba a él. Snape me había encontrado dormida y ahora me llevaba no sé a dónde.

-Por desgracia yo ya he renunciado a tí. Aunque ahora me arrepiento...

Apenas podía contenerme a despertar y salir corriendo. Pero escogí quedarme allí entre sus brazos pretendiendo estar dormida y dejarle que me llevara a dónde fuera.

A penas diez minutos más tarde habíamos llegado al fin del trayecto: mi casa común. Me dejó sobre uno de los sillones y se fue.

-¿Qué... Acaba de pasar? -dije para mí misma una vez que me incorporé por completo.

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Al día siguiente, al entrar en clase de pociones sucedió algo que hacía tiempo que no pasaba. Snape estaba sentado en su escritorio apuntado algo, muy concentrado. Yo estaba con la cabeza apoyada sobre mi mano, mirando desinteresadamente mis apuntes. Y entonces lo sentí, aquella conocida sensación de ser observada, y sabía exactamente quién era a pesar de que me costara creerlo. La mirada de Snape estaba clavada en mi como una flecha, y en cuanto alcé la vista me la crucé de repente. Nuestras miradas estaban conectadas otra vez, volviendo a permitirme observar esos ojos que tan nerviosa me ponían cuando en silencio me inspeccionaban. Justo como ahora. Pareció una eternidad, como si el tiempo se detuviera solo por nosotros dos. Y sin embargo tan solo fueron unos segundos. Snape solo necesitaba unos segundos para remover mis sentimientos y no sabía qué pensar al respecto. Quería llorar, quería levantarme y gritar, acercarme a él y abrazarle, o besarle o pegarle. En este punto ¿Qué quería? No lo sabía. Pero sabía que en el fondo quería a Snape.

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Me ha pasado que estaba leyendo una historia no acabada y justo el último capítulo se quedaba súuuper interesante. Así que perdón por las veces que tardo mucho en actualizar jasjajsj

Si te ha gustado dale a la estrellita 🌟
Me anima muchísimo a seguir escribiendo.

Chao chao~

Severus Snape x tú// Happiness is a butterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora