VII

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Ya era navidad, mi época favorita del año. La nieve caía con ligereza, cubriendo todo de blanco. La tradicional cena de navidad empezaría pronto, pero yo lejos de estar emocionada como cada año, estaba escondida del mundo y perdida en mis pensamientos. La astronomía no era lo mío, pero mirar las estrellas era agradable. La torre de astronomía a veces resultaba un lugar fantástico para esconderme hasta de mí misma, lo que más necesitaba en ese momento. Recientemente había descubierto que las palabras podían llegar a ser veneno para el corazón, y yo no quería morir esa noche. Las palabras de alguien a quien no había visto en años, las infinitas posibilidades de qué palabras serían aquellas me mareaban y me taladraban la cabeza a la vez. Era impresionante el efecto que tenía en mi alguien a quien ya no conozco, pero era sobretodo la expectación de qué querría lo que tan mal me tenía. A pesar de todo, no me había podido deshacer de aquella carta. La curiosidad me impulsaba y el miedo me retenía, ambos se enfrentaban a partes iguales dentro de mí, decidiendo si debía abrirla o alejarme de ella. La tomé en mis manos y la observé con detenimiento. Estaba a un movimiento de acabar con toda esa expectación, hasta que el sonido de pisadas que se acercaban me detuvo y escondí la dichosa carta. Allí estaba él, de pie frente a mí, mirándome como suele hacerlo: serio, con un toque de preocupación en su mirada. Ambos nos miramos por unos segundos en los que me olvidé por completo de todo lo que me rondaba la cabeza. Cuando quise notar que tenía la cara llena de lágrimas él ya lo había hecho. Ya no podía esconderme del mundo entero, porque él me había encontrado.

-¿Qué haces aquí, Snape?

-Podría preguntar lo mismo ¿No crees?

No respondí. Me limité a desviar la mirada y encogerme de hombros. Snape suspiró y se sentó a mi lado. Saqué de nuevo la carta y me quedé pensando. ¿Y si él la leía por mí?

-Snape, me ha llegado una carta, pero... No sé si debo leerla. -Él me miró. -Yo... Si no es un problema, quería pedirte... Bueno, si pudieras leerla por mí... Te lo agradecería.- Al final le miré yo a él, justo a tiempo para ver cómo su expresión cambió a sorpresa. Al final tomó con cuidado el sobre, lo abrió y sacó un papel blanco y limpio, perfectamente doblado. Comenzó a leer. Su expresión no cambió en ningún momento. Mi impaciencia me hacía pensar que tardaba demasiado, y me hacía pasar un mal rato. Cerré los ojos y respiré profundamente un par de veces. Cuando terminó volvió a doblar la carta y a meterla en el sobre. Se levantó y me tendió la mano para que hiciera lo mismo. Una vez estuvimos el uno frente al otro volvimos a mirarnos a los ojos.

-¿Quieres saber qué dice?- hablaba casi en susurros, muy cerca de mí.

-No lo sé. Todavía me da miedo saberlo.- a todo esto, yo todavía no había soltado su mano ni él la mía.

-Deberías bajar y comer algo. Te lo diré después si estás mejor.- acariciaba mi mano, tranquilizandome. Yo asentí. Ahora debía irme, aunque no quería alejarme.

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-La carta la tiene Snape. -Layla estaba alucinando.

-¿Se la diste?

-Sí, pero se la voy a pedir de vuelta. Todavía me tiene que decir qué pone.

-Yo creo que tu padre te va a pedir que vuelvas. Ya te mandó cartas diciendo eso, ¿no?

-Puede ser. Es que esta vez tengo una mala sensación. -Layla me dio un abrazo por el lado y yo se lo devolví con gusto. Después nos despedimos y cada una se fue a su sala común. La cena había estado bien, pero no había dejado de pensar en la carta y en Snape. Iba caminando sola por el pasillo, pensando en mis cosas cuando alguien me tiró del brazo hasta dentro de una clase vacía. Entonces vi quién era. Snape me tenía acorralada contra la puerta y me tapaba la boca con una mano. Se escucharon pasos de alguien del otro lado, pero pasó de largo. Yo solo le miraba a él.

-¡¿Qué haces por estos pasillos a esta hora?! ¿No sabes que siempre pasa Flich y te puede ver? -Aún tenía su mano tapando mi boca, por lo que solo pude negar con la cabeza. Estaba muy cerca, casi podía sentir su respiración. Al fin me soltó y se alejó para sentarse en una de las silla. Sacó la carta y me la ofreció. Me acerqué y quedé viéndola, dudando entre si aceptarla o no.

-¿Quieres saber qué dice?

-¿Crees que debo saberlo?

-Eso depende de ti. -Me hablaba pero no me miraba.

-Así no me ayudas, Snape.

Cuando estaba a punto de retirar la carta yo la tomé. La miré una última vez y la abrí sin pensarlo demasiado.

Querida T/n:

Lamento mucho todo lo que pasó entre nosotros. Sé que no he sido un buen padre, y no hay cosa de la que me arrepienta más que haber sido el causante de todo mal en tu vida. Quiero que sepas que he dejado por completo el alcohol y he conseguido un buen trabajo, y si en algún momento quieres volver a casa, estaré encantado de recibirte.
También quería decirte que tu madre ha vuelto a casa. Su regreso me ha ayudado a ver las cosas claras. Ella también quiere verte, aunque todo depende de tí, por supuesto. Jamás dejaré de arrepentirme por no haber estado para tí. Pero ahora puedo hacer las cosas bien. Perdona a tu estúpido padre por equivocarse tanto. A partir de ahora todo estará bien mi rayito de sol.

Te quiere, tu padre.

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Las lágrimas salían incontrolablemente de mis ojos. Trataba de limpiarlas pero no podía parar de llorar.

-Todavía me quiere.

Después de tanto tiempo, de tantas cosas, aún estaba dispuesto a arreglarlo y recuperarme. Snape me abrazó. Trató de tranquilizarme, que dejara de llorar, pero no podía. Eran demasiadas emociones a la vez y no sabía manejarlas todas. Tomó mi rostro entre sus manos y me miró.

-Respira ¿Sí? Está bien, está todo bien.- el llanto cesó, las lagrimas se secaron y mi respiración se volvió tranquila de nuevo. Snape tenía ese efecto en mí, y él lo sabía de sobra.

-Estoy mejor, gracias. -traté de apartar mi rostro, pero él no me dejó. Me miraba serio, no estaba seguro de que lo que había dicho fuera verdad.

-¿Qué? Snape ya estoy bien.-dije con una sonrisa convincente. Apartó sus manos y suspiró. En realidad le había mentido un poquito, pero por ahora no quería pensar demasiado. Él caminó hasta la puerta y habló.

-Vamos, te acompañaré hasta tu sala común, ya es tarde.

Ambos comenzamos a caminar tranquilamente en silencio, uno al lado del otro. Snape iluminaba el camino con su varita, mientras yo veía mientras podía a través de las ventanas la nieve caer. Ciertamente era una noche hermosa.

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Espero que te haya gustado, eso es todo por este capítulo.

Si te ha gustado dale a la estrellita 🌟
Me anima muchísimo a seguir escribiendo.

Chao chao~

Severus Snape x tú// Happiness is a butterflyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora