| 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐗𝐗 |★

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"Pride has built a wall,
so strong
That I can't get through
Is there really no chance
To start once again?
I'm loving you"
Still Loving You - Scorpions

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Tomé un sorbo de la copa abrumada por su presencia

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Tomé un sorbo de la copa abrumada por su presencia. Mientras, las dos chicas conversaban acerca de él. Seguí mirándole por un instante, admirando su presencia culpablemente. Me seguía sintiendo culpable porque después de tantos meses sin hablar con él seguía haciéndome sentir cosas que no quería sentir. Tras aquella conversación en la tienda nada había sido lo mismo de antes.

- ¿Tienes miedo, Alma?- susurró aquellas palabras en mi oído tras notar mi silencio, y se me erizó el cuerpo mientras alguna lágrima salía de mis ojos.

- Cállate.

- Así que de verdad tienes miedo...- soltó una risa amarga.

Cogí una camiseta y la pegué contra su cuerpo algo violenta, entregándosela. Él la cogió y me miró extrañado, mientras las lágrimas seguían cayendo sobre mis ojos sin yo quererlo. Me las sequé como pude y me fui hacia el mostrador, dejándolo solo allí.

- No te pongas así, qué sensible eres.

- Cállate, no sabes nada.

Me entregó la camiseta y la cogí sin mirarle a la cara. Le hice el cobro lo más rápido que pude y se la dí de nuevo, casi tirándole la bolsa encima.

- De verdad que no te entiendo.

Dicho eso, salió por la puerta, haciendo que la campanita sonara de nuevo.

La argentina, que se encontraba fuera de la piscina me tendió la mano con una sonrisa, sacándome de mis pensamientos. Se la agarré y salí del agua junto a mi copa vacía, mientras Kayla nos seguía, corriendo un poco para alcanzarnos.

- ¿Nos tomamos fotos?- Kayla sugirió la idea, sacándo su teléfono del bolso. La miré alzando la ceja.- No me pongas esa cara, no tenemos nada mejor que hacer.

- Sos re linda igual, seguro que salís bien.- me rodeó la cintura con su brazo y se acercó a mi oído para susurrarme- El titán te sigue mirando a vos.

Miré hacia la piscina y ahí se encontraba él, recostado sobre el bordillo junto a más chicos que no conseguí reconocer, marcando sus brazos musculosos sobre la piedra pulida del bordillo, sin quitarme la vista de encima. Me giré de inmediato cuando la pelinegra quitó su mano de encima mía para hacer como si tuviera una cámara en su mano, animándome para sacar las fotos.

Finalmente acepté, y tras unos minutos acabamos de hacerlas. Poco después, nos tiramos las tres a la piscina, corriendo bastante divertidas y saltando de bomba, sin importarnos mojar la gente que había alrededor. Música sonaba de fondo, haciendo aquel momento más memorable. Inconscientemente, choqué contra una espalda muy grande, y noté aquella voz gruesa que me erizaba la piel.

𝐕𝐈𝐍𝐓𝐀𝐆𝐄 ★ 𝘔𝘪𝘴𝘩𝘰 𝘈𝘮𝘰𝘭𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora