"Yo siempre he relacionado al amor con la locura, con la vida y con la muerte; pero nunca con la cordura, y en lo de la cordura ni siquiera debiera meterme, la cordura no existe cuando se está enamorado, es una fuerza loca que te cambia la mirada y...
"Heavy thoughts tonight And they aren't of Snow White Dreams of war, dreams of liars" Enter Sandman - Metallica
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Era un espacio bastante acogedor. Estaba decorado con mobiliario de colores oscuros, combinados con algún que otro mueble de madera, que hacía destacar la estancia. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por alguien, o mejor dicho, algo, que vino a olisquearme. Miré hacia abajo para ver a un pequeño perro de color negro que se había acercado a mí, curioso. No pude evitar soltar alguna lagrimilla al recordar a Thor. Me agaché y el perro elevó su cabecita. Lo acaricié y cerró los ojos. Sonreí inconscientemente con alguna que otra lágrima sobre mis ojos.
-Este es Mierdón.-dijo el búlgaro mirándome-Parece ser que eres tú su dueña, a mí no me saluda.
Miré hacia arriba al escuchar su voz. Estaba sonriendo mientras nos miraba a ambos. Misho se agachó también y el perrito fue hacia él al verle. Le acarició con una sonrisa en su rostro. Yo me limité a observarle mientras mi mente se mantenía en blanco y notaba que mis ojos se cerraban, estaba algo cansada. Minutos después él se levantó, por lo que yo hice lo mismo.
-¿Tienes hambre?-yo negué con la cabeza-Me da igual, vas a tener que comer algo.
-Pero...
-Nada de peros.-me cortó para continuar hablando-Mi casa, mis normas.-esbozó una sonrisa amable y me dio un golpecito en el hombro.-Voy a pedir algo.
Yo simplemente asentí y me senté en su sofá mientras él cogía su teléfono y pedía la comida. No tenía ánimos para discutir. Me quedé mirando a la nada, aún en shock por lo sucedido, mientras notaba las lágrimas rodar por mis mejillas. Cerré los ojos por un instante, y al abrirlos vi al perro caminando hacia mí. Se sentó enfrente mía como si estuviera haciendo un duelo de miradas, así que le seguí el juego. Minutos después el perro se levantó, y mientras movía su colita feliz me hizo señas para que le subiera al sofá, tras intentarlo y fallar rotundamente en el intento.
Le cogí en brazos y lo puse en mi regazo, y Mierdón se tumbó sobre mis piernas. Me limité a acariciarlo mientras sonreía. El perro cerró los ojos, casi a punto de dormirse. Poco después llegó su dueño y miró hacia mi dirección con una sonrisa.
-Llegaran los kebabs en nada. Nada mejor que un buen kebab para alegrar tus penas.-se sentó a mi lado, aunque con una cierta distancia. Me acerqué y apoyé por instinto mi cabeza en su hombro, cerrando los ojos. Mierdón dio un leve respingo para después recolocarse y cerrar los ojos de nuevo.
-Estoy cansada,-dije mientras acariciaba al perro que aún seguía en mi regazo-y necesito una ducha.-suspiré con los ojos cerrados.
-Comes y haces todo lo que quieras. La casa es tuya.
