II

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No iba a mentir, estaba jodida, jodida hasta las narices.
El castillo era malditamente inmenso y el cronograma de las clases sumado a las vueltas que tenía que dar para llegar a sus respectivos salones me estaba volviendo loca.

¿Por qué no solo ignoré a mí mamá y me quedé acostada en cama escuchando Taylor Swift?

Estar aquí era simplemente íncreible, apenas corría la primer mañana y sabía que las cosas iban a ser imposibles por el hecho de que al abrir los ojos, ya me había perdido las clases de la mañana, eran las 11:30, y se suponía que debía levantarme a las 7. Genial Lexie, destacando siempre.

Me levanté lo más rápido que pude para al menos llegar al almuerzo del mediodia, me calcé el uniforme y me dirigí al baño, agradeciendo mentalmente por tener un aspecto medianamente digno de respeto. Peiné mi cabello dejándolo suelto, no había tiempo para mucho más, luego me lavé la cara y los dientes, para después abandonar el baño y correr hacia el comedor.

Habiendo atravesado la sala común, salí a los pasillos, me hubiera rendido con las direcciones si una cabellera rubia no hubiera aparecido repentinamente.

— Difícil acostumbrarse, Williams? — Murmuró este, haciendome maldecirlo internamente por el susto.

— Debo de admitir que no estoy acostumbrada a correr por un castillo, no me iba bien en las clases de gimnasia muggles — Respondí, tratando de tomar aire agitada.

En ese momento fue cuando una leve mueca de asco cubrió la cara de Draco, aunque trató de recomponerse enseguida, sin éxito alguno.

— Me había olvidado que eras asquerosamente muggle hasta hace poco tiempo... Debo decir que en otras circunstancias nisiquiera te dirigiría la palabra, Williams, pero tu estatus de sangre y el hecho de que hayas puesto en ridículo el legado Gryffindor de tu padre al entrar en Slytherin, me hace cierta gracia —

— Qué obsesión tienen con la sangre aquí? — Pregunté exasperada — Pareciera que todos los Slytherin hablaran de ello casi todo el día, no les aburre? —

— Retráctate — Soltó Draco con un aspecto ligeramente serio, de repente sus ojos se habían tornado un poco más oscuros y su mandíbula se había tensado.

— ¿Es una amenaza? — Lo miré mientras cruzaba los brazos, incrédula por el tono demandante que estaba usando conmigo.

Enseguida una sonrisa traviesa se empezó a formar en los labios de Draco, no iba a mentir, el idiota era atractivo, pero simplemente no era mí tipo, así que ese tipo de acciones no me iban a mover ni un pelo.

— Sígueme, Williams, no querrás llegar tarde también al almuerzo — Murmuró con los ojos entre cerrados y simplemente se dió vuelta comenzando a caminar, atónita por su actitud traté de mantenerle el paso.

Las vistas que ofrecían las ventanas del castillo eran preciosas, el parque de Hogwarts y los pasillos adornados con pinturas y retratos medievales, le daban el toque "vintage" a todo. El uniforme en sí ya me volaba la cabeza.
Usar jeans y cualquier suéter que encontrara tirado para ir al colegio muggle, no se comparaba a usar una pulcra túnica negra con detalles verdosos que combinaban perfectamente con mis ojos, camisas, corbatas, faldas y zapatos, era definitivamente un cambio muy grande.

No supe cuando llegamos, pero de repente Malfoy había abierto las puertas del gran comedor y algunos alumnos se nos habían quedado viendo, rápidamente el primero caminó con paso seguro hacia la mesa de Slytherin, y yo procedí a seguirlo, ignorando los murmullos que soltaban algunas chicas de Gryffindor.

Acaso Malfoy está acostándose con la nueva?

Sinceramente no sé cuál de los dos es más afortunado

Red Blood & Green Blood - Fred Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora