IV

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Habían pasado varias semanas del último encontronazo con Fred Weasley, ya eran comienzos de octubre, pero me había dejado un sabor amargo.

Dado a que no me metí en más problemas, no tuve la oportunidad de compartir más momentos de interacción con los Weasley, como la detención con George o simplemente un rato de charla con Ginny. Y joder, si que extrañaba eso.

Mi carta había llegado a mamá y me mandó un vociferador que se abrió en mi habitación, apenas le abrí la ventana a Kali para que accediera.
En el vociferador se escuchaba a una Stella genuinamente preocupada por su hija, me confesó que se sentía culpable de haberme hecho pasar tantos malos ratos, debido a que de ella fue la decisión de mandarme aquí y aseguró que mientras no fuera tan "tediosa y problemática" como lo habían sido los Slytherins en su época, ella me seguiría apoyando sin importar en que casa haya quedado.
Me comentó brevemente que al volver a casa, después de las vacaciones, tendría que hablar conmigo sobre varios puntos importantes, esto último lo dijo con tono casi apagado y tembloroso, lo cual me dejó bastante inquieta.

Me encontraba relajándome en el árbol junto al lago, tarareando las letras de algunas canciones muggles mientras dibujaba en mi cuaderno de anotaciones, Draco y mis amigos estaban en clase a esta hora, mientras yo ya había acudido a todas, lo cuál hizo que tuviera que hacer algo para matar el tiempo.

En las últimas semanas ya había logrado sacarle un par más de sonrisas a Draco e incluso a Pansy, la cuál parecía que me iba a matar en cualquier momento el primer día de clases, es una chica bastante intensa en cuanto a carácter pero me caía bien, podía contar con ella cuando necesitaba algo de apoyo femenino.

Pero nadie se comparaba a ella.

Daisy Hollman, mí indiscutible alma gemela.

Daisy ha sido mi amiga desde que tengo uso de razón, es una chica de tez blanca, con rulos rubios que adornan su preciosa cara y ojos que parecen dos diamantes.
Mi amistad con ella era tan fuerte y pura como lo sería tranquilamente un lazo de hermandad, habíamos compartido todo juntas desde los 6 años, cuando habíamos hecho nuestra primer huelga de baño, nuestro primer show de canto privado para nuestros padres, nuestro primer evento de modelaje con vestuarios improvisados, nuestro primer crush, nuestra primera desilusión amorosa y nuestra primera vez.

Pero ahora no la vería más, y nisiquiera tuve la ocasión para despedirme, el cambio fue de un día para el otro y, ¿Con qué excusa le iba a decir que no compartiríamos más el banco en el colegio? Que ya no reiríamos hasta las lágrimas y que no compartiríamos una última botella de vodka. Y me partía el corazón en infinitos pedacitos.

Sin darme cuenta, una lágrima rebelde brotó de mis ojos.

Fue una por ella.

Dos por mamá.

Tres por papá.

Y cuatro por el estúpido de Fred Weasley, me había quitado a mi única amiga.

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Era hora de la cena, y me encontraba sumamente perdida en mis pensamientos, hasta que una voz que conocía perfectamente me sacó del transe.

— Lexie... Hablemos — Una tímida Ginny se dejó ver al lado de la mesa de Slytherin, tocándome apenas el hombro, como si me fuera a romper.

Mi sonrisa fue instantánea y le hice un lugar en la mesa para que pudiera sentarse, lanzándoles una mala cara a mis compañeros que la miraban como si fuese un estorbo.

Red Blood & Green Blood - Fred Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora