VIII

114 7 0
                                    

Eran mediados de octubre en el país y el frío otoñal se hacía cada vez más presente, junto al frío de las decisiones que tuve que tomar para estar mejor.

Había dejado de juntarme tanto con los Gryffindor, ya que no quería cruzarme con la tediosa cara de él. En cualquier ocasión que me encontraba con George o Ginny trataba de escabullirme lo más rápido que podía para evitar conflictos.
Contrario a Daisy que cada vez establecía más vínculo con este último gemelo y cada tanto venía con una sonrisa de oreja a oreja a mi cuarto para contarme las novedades.

— ¡Lexie! ¡Te morirás al saber lo que pasó hoy! — entró la rubia corriendo y dándo un portazo a mi habitación.

— En realidad, me muero por saber cómo demonios entras a la sala común sin que nadie te detenga, niña? — contesté incrédula mientras tomaba un suspiro y borraba de nuevo el maldito ejercicio de pociones que Snape me había mandado a rehacer.

— Tus amigos supongo que me ayudan, Draco en especial se acerca a mí y mira mal a todo el que quiera sacarme, su palabra al parecer tiene bastante poder. Pero ese no es el caso, morirás al escuchar lo que te venía a decir — contestó restándole importancia a mí pregunta y volviéndose a emocionar sola.

— Ya, suficiente, suéltalo. — respondí ansiosa ahora si apartando mi tarea y mirándola a los ojos.

— George me ha invitado a una cita esta noche, planeamos escabullirnos de Hogwarts. — canturreó mirándome con una sonrisa impenetrable, esperando mi reacción.

Claramente no pude ocultar mí disgusto, mis ojos se abrieron como platos para luego reemplazar mi rostro sorprendido por uno ligeramente molesto.

Malditos Weasleys, realmente querían arruinar nuestra estancia aquí.

— Daisy Hollman, tú eres consciente de que salir de Hogwarts sin autorización es prácticamente imposible aparte de que es motivo para un castigo, o sin ir más lejos, una sanción? — reproché con un tono severo en mí voz, que solo salía cuando estaba verdaderamente seria.

— Hay muchos pasadizos Lex, nada malo ocurrirá. Ellos salen todo el tiempo para contrabandear cosas o buscar ingredientes para sus bromas — explicó ariscamente ante mí reacción.

— Si George no es consciente del peligro que corren al hacer eso, al menos piénsalo tú y detenlo. Bastantes problemas nos trajeron ya los Weasleys para que te lleves detención por uno de ellos. — bufé y agarré de nuevo mi tarea de pociones, molesta.

La habitación se había cubierto con una fina capa de tensión invisible y un silencio ensordecedor se hacía lugar en la habitación. Mi humor estos días no era el mejor. Estaba sumamente descortés con todo el mundo y aislada en mis pensamientos, sólo quería estar encerrada en mi cuarto adelantando tareas y eso era algo de que preocuparse. Daisy en cambio había formado más vinculo con bastantes personas, incluidos los Weasley y pasaba tiempo con ellos.

No la culpo, no tengo voz ni voto sobre sus acciones.
De hecho debe ser más que cansador ver que tu mejor amiga lo único que hace es salir del cuarto para asistir a las clases y saltearse las comidas con la única motivación de volver a encerrarse.
Pero me dolía, mierda que sí lo hacía.

La rubia parpadeó muchas veces tratando de encontrar las palabras justas para no herirme, aunque por su expresión podía notar que estaba considerablemente molesta.

— Lex de verdad comprendo que Fred haya sido un idiota contigo y estoy profundamente apenada por ello. Pero lo que no entiendo es por qué culpas a George de sus ineptitudes cuando lo único que hizo desde que se conocieron fue ser buena persona contigo. Lo mismo con Ginny y básicamente todo Gryffindor que vienes evitando desde la fiesta.

Red Blood & Green Blood - Fred Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora