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— Nada Lexie, fue estúpido de mi parte venir, olvídalo — pronunció Draco arreglándose rápidamente el pijama para abandonar mi habitación en condiciones civilizadas.

El rubio se había quedado la noche anterior a dormir por alguna razón que todavía desconocía, pero no dejaba de hacer eco en mí cabeza.
Me había costado dormirme, me quedé preocupada pensando en demasiadas cosas para ser clara. Pero primer pensamiento fue Draco.
Sabía de manera interna que él la estaba pasando mal, pero no sabía debido a qué exactamente. No es que fuera difícil darse cuenta de que no vivía en un entorno normal, pero de ser algo tan cotidiano este sería su comportamiento de siempre, en cambio últimamente se lo veía más angustiado y solitario que de costumbre. Y para mi desgracia, el pequeño Malfoy no quería abrir la boca.

Corría el sábado en Hogwarts y la temperatura en las mazmorras estaba más fresca que lo normal. Quería pensar que era por el otoño, estacionalmente hablando nos estabamos preparando para el frío y la nieve, pero algo dentro de mí decía que el ambiente no sólo estaba así por eso, que se avecinaban cosas que solo hacían que mi lado más superticioso entrara en juego, que a partir de aquella mañana las cosas no sólo se tratarían de si le caigo bien o mal a alguien, todo se tornaría más frío.

El lado oscuro de la magia.

Ignorándo mis pensamientos, me alisté y salí a la sala común. Todos parecían tensos y al mismo tiempo ansiosos, en otro momento me hubiera acercado a preguntar que pasaba, pero ahora, con la resaca de la noche pasada, sólo quería salir al patio de la escuela a fumar y relajarme cuanto más pueda.

Pasé por toda la sala con pereza, estaba con el cuerpo cansado y tenía el estómago vacío. Mala combinación en mí. Cualquier ser humano que se me acerque podría terminar con una maldición imperdonable entre ceja y ceja si no se dirigía en el tono correcto.

Pero no si era él.

Lo ví a lo lejos cuando salí al patio, siempre rodeado de amigos, con una sonrisa que podría iluminar todo el lugar si quisiese, aminorando las tensiones y cambiando por completo la vibra de sus allegados. Por el efecto que causaba, entendía que todas se murieran por él.

En el momento menos pensado, se dió vuelta al sentir mi mirada y alzó las cejas con suficiencia, para luego disculparse con sus amigos y acercarse a mí.

— ¿Fue dura la vuelta? — soltó en cuanto estuvo cerca y se rió, debido a que rodé los ojos con una tonta sonrisa en la cara.

— ¿Tanto se nota? — bufé y empezamos a caminar alrededor del lugar, yo mantenía los brazos cruzados debido al frío, él, en cambio, mantenía las manos en sus bolsillos. Eso lo hacía lucir tan bien.

— Para nada. Tienes un rostro difícil de perturbar, solo especúlo que no debes haber dormido mucho y menos debes haber desayunado como corresponde, y gracias a ser tan genial, con lo segundo te puedo ayudar si quieres. — paró en seco y me miró con las cejas alzadas nuevamente.

— Te escucho Diggory.

— Sabes que la sala de Huff no está lejos de la cocina... Y debido a mi encanto tengo contactos allí. Estoy seguro que no me negarían un buen desayuno, lo necesitas Lexie — dijo y mi estómago comenzó a rugir en respuesta, ante esto nos reímos y sin poder negarme tras su insistencia acepté.

Caminamos juntos directo hacia la cocina, charlando y compartiendo risas. Él realmente era muy divertido y sabía como mantener una conversación largo y tendido, eso me gustaba.

— Así que... Los gemelos Weasley, huh? debí suponerlo, si Dai y tú eran tan amigas seguro compartían gustos.

Soltó repentinamente con tal ligereza que por un momento casi le doy la razón, para luego abrir los ojos y retractarme.

Red Blood & Green Blood - Fred Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora