VI

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Lo primero que percibí al volver a mi consciencia fue el fuerte olor a pociones y medicinas mágicas que llenaba mis fosas nasales con insistencia. Al abrir los ojos recordé el escenario anterior y en dos segundos comencé a atar cabos. Me encontraba en la enfermería de Hogwarts con la luz de la luna y las estrellas cubriendo mi triste situación.

Había tenido una recaída y Draco Malfoy había estado ahí para presenciarla.

Mierda Lexie, eres realmente estúpida.

Comencé a respirar agitadamente ante el sentimiento de desnudés y completa exposición que latía en mi cabeza, luego corrí la mirada y pude apreciar mejor todo el escenario.

Draco estaba ligeramente dormido en un sofá, justo al lado de las cortinas que dividían camilla por camilla. Verlo me hizo llenar los ojos de lágrimas, cuánto tiempo habría llevado ahí? Sumamente incómodo y perturbado supongo por la escena que tuvo que visualizar. No podría estarle más agradecida por entrar en el momento justo, pero me preocupaba cuánto podría afectarle.

En cuánto recobré todos los sentidos y mi cabeza empezó a trabajar nuevamente de manera correcta, oí la puerta abrirse y unos tacones acercándose hacia mi camilla. Pero cuando estuvieron a corta distancia, Draco abrió los ojos repentinamente y pegó un salto del sofá, levantándo su varita en modo de defensa.

- ¡NO! - gritó, pero en cuánto se acopló correctamente a la situación un leve tono rojo adornó sus mejillas y bajó la mirada tratando de esconderlo.

- ¡Deja de hacer escándalos niño! ¿No ves que tenemos suficientes ya con esta niña? - suspiró agobiada Madame Pomfrey con unas ojeras notablemente visibles.

Luego su mirada se posó en mí y trató de suavizar su expresión, sin éxito alguno.

- Disculpe Madame Pomfrey, no quería causarles ningún problema. Le aseguro que me puedo ocupar perfectamente de estas cosas yo sola - comencé a balbucear nerviosa mientras recogía fuerzas y me sentaba en la cama, tratando de huír de la situación tan incómoda.

En cuanto apoyé los brazos para levantarme, ahogué un grito de dolor. Mi brazo ahora vendado comenzó a arder de nuevo y lo escondí detrás de mí espalda para suspirar y mirarla con suficiente seguridad, queriendo convencerla.

- Tú no te iras a ningún lado señorita, ahora mismo yo estoy a cargo de tí - me miró seriamente - Y bueno, este molesto niño que insistió en quedarse aquí - bufó luego de mirar a Draco.

- Te recuerdo que soy un alumno más de Hogwarts y me tienes que tratar como tal, con respeto - murmuró draco finalmente levantándose del sofá y colocándose al lado de mi camilla, mirándome con detenimiento, buscando algún otra herida en mi cuerpo.

- Los trataría mejor si no me hubiesen hecho salir de la cama a estas horas de la madrugada, pero como no es el caso no creo que estén en posición de reclamar nada, además la profesora Mcgonagall me dió estrictas instrucciones de mantener mis ojos encima de la señorita Williams y pienso apegarme a ello - finalizó Madame Pomfrey antes de que Draco la fulmine con la mirada.

- Pero juro que ya estoy bien Madame Pomfrey, iré a descansar a mi cama y estos incidentes no volverán a ocurrir - respondí casi en tono de súplica, la situación me estaba estresando nuevamente y mis ojos se estaban aguando como antes.

- ¡Dije que no niña! -

- ¡Deje de ser tan amargada señora! -

- ¡¿Acaso no hay un minuto de respeto en este colegio?! - espetó duramente hacia Draco una preocupada Macgonagall recién apareciendo por la enfermería, al verme suavizó sus facciones y trató de calmarse - Williams, si deseas irte eres libre pero nos dejaría más tranquilos que pases lo que queda de la noche aquí, solo en caso de que sufras otra crisis. -

Red Blood & Green Blood - Fred Weasley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora