CAPÍTULO 17

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Obligación y Seducción

Libro 2

Capítulo 17

A la mañana siguiente, Cybele amaneció acostada y abrazada a Thranduil. Apenas abrió los ojos, vio su mano agarrada a la de él; su cabeza descansaba sobre su definido pecho y se sentía bien. Ese era un lugar del que pocas veces tenía el privilegio de disfrutar, y cada vez que se encontraba allí, entre sus brazos, despertando, su corazón se llenaba de dicha, de un sentimiento cálido de protección, de goce. A excepción de esa mañana, no lograba experimentar esas maravillosas emociones. No podía olvidar, no lograba perdonar y no estaba segura de superar esos malos recuerdos y pensamientos que atacaban su mente sin cesar.

Con algo de pereza y un sentimiento muy parecido al repudio, se levantó, saliendo del cálido abrazo. De inmediato, Thranduil abrió sus hermosos y grandes ojos azules para mirarla.

—¿Te sientes mejor? —inquirió apenas la vio.

—Sí —fue su escueta respuesta y se dirigió al baño.

Thranduil la alcanzó antes de que ella escapara.

—¿Qué sucede, Cybele? Tú no eres así, háblame, por favor.

—No quiero pelear, Thranduil —soltó, bordeándolo y entrando al enorme cuarto de baño.

—Yo tampoco quiero pelear. Solo quiero que me digas qué estás pensando.

—Necesito privacidad, por favor —pidió ella, en voz baja.

Thranduil se vio tentado a continuar forzándola a que hablara, pero se lo pensó mejor y prefirió darle su espacio. Jamás se lo había dado. Desde que ese matrimonio comenzó, él se impuso a ella todas las veces que deseó. Era hora de cambiar o no conseguiría nada de su hermosa esposa. Esa preciosa mirada amberina, ahora, albergaba un poco de rencor, y eso era lo que menos deseaba ver en los ojos de Cybele, cuando él justo descubría y aceptaba todo el amor que sentía por ella.

Le notificaron a la pareja real que el desayuno estaba listo para la familia en el salón privado del rey. Cybele en verdad quería evitarlo. No quería verlo, no hasta que sus pensamientos y sus emociones estuvieran de acuerdo. Pues unas lo detestaban a muerte sin importar nada, y otras le recordaban que él era el padre de su hija, su esposo y que, sin importar todo lo malo, ella lo amaba. ¿O lo amó? No se sentía segura de nada y estaba a un paso de caer en depresión.

Ver a su pequeña Thranbely le alegró el día. Su niña pequeña estaba tan hermosa, tan feliz, extrovertida como siempre, hablando sin parar de todo lo que había sucedido durante la ausencia de su madre. Mostrándole las nuevas luces de colores que podía crear con sus manos.

Su hija era una fuente inagotable de felicidad. Por el tiempo que duró el desayuno, su pequeño retoño ahuyentó todas esas malas emociones vividas al despertar. Incluso la presencia de su esposo no la perturbó. Entre Thranbely y Legolas, acapararon su atención, llenando el salón de risas y mostrando ante los sirvientes una familia feliz que no era realidad del todo.

—Cybele, por favor espera —dijo el rey cuando terminaron de comer y se fueron a retirar.

Pensó con rapidez tratando de hallar una excusa para alejarse de él. Su traicionero cerebro, que normalmente estaba lleno de muchas mentiras para salir de problemas, no quiso darle ninguna. Se detuvo en la puerta, sonrió y cerró la misma para quedar a solas con su esposo.

—Tú dirás.

—Quiero saber qué sucedió con Eldarion. ¿Por qué te mandó a llamar? Sé que pidió algo a cambio de su ayuda. ¿Qué te pidió? —no deseaba ser mal pensado, pero ella era tan hermosa, tan deseable, tan sensual que le mataban los celos de solo imaginar la posibilidad de que el Rey de Gondor pudiera sobrepasarse con ella.

Obligación y Seducción. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora