Capítulo 11

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Feliz viernes tengas todas mis bellas Bloomberg.

Hoy les traigo un nuevo capítulo, que espero les guste. Esta corto pero hacerlos así me asegura poder publicar con frecuencia.

Un beso.

Las quiero mucho

Stef.-

11


—Mami...mami —la pequeña despertó a su madre con suavidad.

—Lo siento mi amor, me quedé dormida —le acarició la mejilla y le sonrió.

—Mami, alguien se acerca —susurró la pequeña y la mortal se levantó asustada.

Cybele logró escuchar que varias personas se acercaban. Debían ser soldados, las pisadas eran fuertes y nada cuidadosas, eso le hizo saber que no eran elfos, a ellos jamás los hubiese escuchado llegar.

Miró el caballo y pensó en salir huyendo pero el animal no podría correr, se le veía agotado, no llegaría a ninguna parte. Observó todo a su alrededor, habían lugares para esconderse pero el mejor era la copa de los árboles.

—Bely —llamó a la pequeña y se arrodilló frente a ella—. Quiero que subas lo más que puedas a ese árbol. Tu hermano te enseñó ¿recuerdas? —la niña asintió atenta al pedido de su madre—. Bien. Ahora sube y no te detengas hasta llegar a lo más alto —la tomó de ambos brazos con firmeza—. No importa lo que escuches Bely, ni lo que veas. Por nada del mundo bajes de ese árbol a sólo que yo te lo pide ¿entiendes? —la niña asustada asintió—. Promételo, prométeme que sin importar que ocurra no bajarás.

—Lo prometo mami —adoraba a su madre y por ella haría cualquier cosa.

—Te amo Bely. Te amo —la abrazó y la besó con fuerza. Mirándola a los ojos agregó: —.Eres lo más hermoso que me ha ocurrido en la vida y lamento mucho haberte traído a este bosque.

—Te amo mami—respondió la pequeña con lagrimones en sus ojos.

—Ahora sube, mi amor. Sube y no mires atrás.

Thranbely hizo caso a su madre y comenzó a escalar el gigantesco árbol. Cybele volvió a mirar al caballo, quizás ella podría distraer a quien fuese que se acercase y así alejar del peligro a su pequeña pero no, el animal no duraría más de 200 metros. En los flancos del corcel descansaba una espada elfica, asumió que sería del soldado al que prácticamente le robó el caballo. Ella y su mal temperamento, ahora sí que estaba en problemas gracias a su impulsividad y osadía.

Desató al ecuestre y lo palmeó para que huyera, quizás así también le daba una oportunidad a la noble bestia. Hacía años que no blandía una espada aunque sabía usarla, sus queridos guardas siempre insistieron en que debía aprender y practicar. Los echaba de menos y recordó la escena cuando Thranduil los degolló y la bañó con su sangre, lo odiaba cada vez que recordaba aquello, un terrible y nefasto mal entendido que terminó en la muerte de sus hermanos de crianza.

Sacudió la cabeza y apartó el recuerdo no era momento de tener semejante imagen en la mente aunque sí necesitaba recordar cada clase y enseñanza que ellos le dieron. Con cuidado se escondió tras uno de los follajes, se quedó acostada en el suelo y metió la espada debajo de su cuerpo para que el brillo de ésta no la delatará.

Unos segundos después apareció un grupo de orcos horrendos y mal olientes. Cybele tembló al ver que eran ellos, prefería mil veces que fuesen los salvajes hombres del norte, por lo menos eran humanos y no estas bestias salidas del infierno mismo.

Obligación y Seducción. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora