Capítulo 16

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A la mañana siguiente, Cybele despertó sintiendo su cuerpo completamente recuperado, así que estaba lista para emprender el viaje de regreso. No tenía intenciones de quedarse en Gondor, y poco le importaba que permanecer menos de 24 horas en la capital pudiera tomarse como una ofensa. Ya no le importaban los protocolos, las negociaciones estaban pactadas.

—Espero puedas perdonarme —susurró al aire mientras se cepillaba el cabello, sumida en pensamientos muy negativos.

Se alistó para ir a desayunar con la familia real, pero antes le pidió a Adara que preparara todo para irse. Luego de la comida, regresarían a casa.

Durante el desayuno, pudo interactuar con Elstar. Le agradó ver lo despierto que era, lo sonriente y lo bien educado. La sorpresa fue grata cuando el niño participó en un pequeño debate sobre filosofía entre los adultos, dando sus opiniones con seguridad. En su forma de actuar, tenía cierta actitud que le recordó a los hombres de Rohan. Le gustó, esos hombres eran fuertes y su sociedad era bastante igualitaria entre mujeres y hombres. Su corazón encontró un poco de descanso al ver tales cualidades en el pequeño, que, además de todo eso, no quería dejar de lado su juguete de madera durante la comida.

Sí, Elstar sería una gran pareja para Thranbely, y procuraría que ambos compartieran momentos juntos desde ahora. No era justo que, a los 18 años, tuvieran que conocer a un completo extraño con el que debían casarse.Cybele no tuvo que anunciar su partida, pues Eldarion ya lo intuía.

—¿Ya mandaste a ordenar todo para tu partida o lo harás cuando terminemos aquí?

—¡Eldarion! —recriminó la Reina Astrid a su marido. No lograba creer que fuera tan grosero con la Reina Cybele. Cuando fue a hablar para tratar de remediar la situación, Cybele se le adelantó.

—Lo ordené antes de salir de mi habitación. Mi señora Astrid, no debe preocuparse. El rey ha adivinado muy bien mis intenciones. Debo regresar lo antes posible.

—Pero, mi señora Cybele, usted llegó ayer de un viaje agotador y ¿tan pronto desea volver a pasar por esa travesía? —la rubia estaba consternada.

—Bueno, no es precisamente que lo desee, pero debo dar de inmediato la noticia al príncipe Legolas. Además, con la condición actual de mi esposo, no quiero permanecer más tiempo del necesario alejada de él.

—Eso lo puedo entender. —Astrid, por instinto, puso su mano sobre la de Eldarion, y él la apretó, transmitiéndole a su mujer serenidad y seguridad, en ese silencioso lenguaje secreto que solo las buenas parejas poseían.

Pues, a pesar de las libertades que Eldarion se había tomado en el pasado con Cybele, esa pareja frente a ella era sólida y se amaba. ¿Con el más grande amor? No lo sabía, pero se amaban y se respetaban mutuamente, eso era obvio.

Sin más demoras, Cybele partió de regreso a Mirkwood, y esta vez no sería un regreso relámpago de 40 horas sin descanso. Eso no lo volvería a hacer.

***

En Mirkwood, la pequeña Thranbely jugaba con sus muñecas mientras dos niñeras tomaban el té dentro de su habitación y le hacían compañía a la pequeña. Bely quería ver a su padre desde hacía dos días, pero ninguna de sus niñeras se animaba a llevarla junto al rey. Les parecía inapropiado tomar esa iniciativa, y al estar la reina lejos y el príncipe tan ocupado, Bely no tenía más opciones que esperar a que alguien de la familia real la llevara junto a su padre.

Esa tarde, la pequeña decidió que, luego del té, se irían a caminar justo al lado de donde los soldados entrenaban. Y justo como la niña astuta esperaba, las niñeras se distrajeron con un par de soldados mepherdianos. Ella no entendía de esas cosas, pero sí sabía que las niñeras se distraían fácilmente al ver a los soldados, aunque ella no entendiera por qué.

Obligación y Seducción. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora