Capítulo 10

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Feliz noches mis Bloomberg, hermosas.

Siiii, me he tardado una vida con la actualización pero luego de la publicación de mi libro LUZ OSCURA, hacer promoción, etc... me ha costado volver agarrar el ritmo de escritura.

El capítulo de hoy es corto, pero pronto tendrán más.

A mis hermosas lectoras les pido que por favor me sigan en Twitter y mi página de Facebook, en ambos pueden buscarme por mi nombre Stefania Bloom y me encontraran.

Un beso gigantezco a todas.

Stef.-

10

Thranduil se topó de frente con un mozo.

— Mi rey, la reina me ha envidado por usted. Desea que le diga que la cena ya está servida en el comedor privado de mi señora.

— Gracias —contestó Thranduil con amabilidad pero su tonó cambió—. Ahora sé dónde está porque la voy a matar.

Thranduil no tuvo la delicadeza de cambiarse de ropa por algo apropiado para la cena sino que se presentó en el comedor privado con la espectacular bata blanca con bordados de oro, los pies enfundados en zapatos de descanso y pantalones de pijama bajo la bata.

En el hermoso e íntimo comedor plateado se encontraban Cybele, Legolas y Bely esperando por el rey, conversaban animadamente cuando Thranduil entro con cara de disgusto.

—Salgan todos —ordenó apenas puso un pie en el recinto.

Lotho fue la primera en reaccionar —como siempre— y le indicó a la servidumbre presente que salieran en silencio.

—He dicho que todos —insistió el rey mirando a sus hijos.

Cybele no era tonta, tenía la esperanza de ser ella quien le contara las novedades a su esposo pero por lo visto alguien se le había adelantado y Thranduil no parecía feliz con las noticias.

—Bely acompaña a tu hermano, tu padre y yo tenemos que conversar —se puso de pie y Legolas la imitó.

Tanto el príncipe como la princesa caminaron cada quien a un lado de la larga mesa hasta pasar junto a su padre y por muchas ganas que tenía Bely de abrazarlo y decirle que lo extrañó mucho, el aura que irradiaba el rey le prohibió acercarse.

Apenas las puertas del comedor se cerraron Thranduil caminó veloz y violento hasta la reina haciendo que Cybele retrocediera por instinto. No hubo tiempo de nada cuando la mepherdiana se percató, su esposo la tenía tomada del cuello y estampada contra la pared.

—¿Cómo te atreves a comportarte así? —un fuego azul flambeaba de sus ojos.

—Thranduil, suéltame —ordenó con carácter y él la soltó de mala manera.

—Eres una irresponsable —le gritó.

—No soy ninguna irresponsable. He hecho lo que me pareció correcto y he acertado en mi decisión, sólo buenas noticias han traído de la ciudad en ruinas. Deberías estar contento y orgulloso por mi actuación. —no iba hacerse la tonta y preguntar de qué estaba hablando pues bien que lo sabía.

—Has dejado a Mirkwood sin su único capitán militar. Has expuesto a elfos y mepherdianos a un territorio inhóspito, inexplorado desde hace siglos ¿y llamas a eso acierto? —estaba muy exasperado pues manoteaba mientras hablaba.

—Puede que haya sido una decisión temeraria, pero era mi derecho tomarla.

—¿TU DERECHO? —los ojos casi se le salieron de la cara y el descontrol fue tal que la horrenda cicatriz que tenía en el rostro se mostró por un par de segundos—. No tienes derecho a lo que has hecho. No eres quien para actuar de esa manera. Jamás piensas lo que haces Cybele, jamás piensas en las consecuencias y jamás quieres aceptarlas. Estás llena de odio y venganza. NO TE SABES CONTROLAR Y OCUPAR EL PUESTO QUE TE CORRESPONDE.

Obligación y Seducción. Libro 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora