Miré a mis alrededores con confusión, sintiéndome incómodo debido al la luz entrando a través de ese increíblemente enorme ventanal. Busqué a JeongGuk en la habitación, encontrándolo dormido en el sofá a un costado de la cama.
No recuerdo totalmente bien cómo llegué a esta situación. Cuando desperté en el hospital y fui traído hasta este lugar, creí que se trataba de un sueño.
Ahora veo que todo fue real. Todo, incluyendo la discusión antes de que todo se volviera oscuro.
"Aún te amo como un maldito idiota. " Las palabras dichas el día anterior provocaron un horrible eco en mi cabeza, ocasionando el fuerte dolor en mi pecho.
Me levanté de la cama con cuidado de no hacer ruido, sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, el más mínimo movimiento provocó esos ojos negros apuntando en mi dirección.
Se tomó un momento para despertar correctamente y se incorporó en el sofá, mirándome con atención. —Despertaste... —Asumió somnoliento. —¿Te sientes mejor?
Tomándome enteramente desprevenido, se puso de pie, acercándose a mi con intenciones claras de tocar mi frente. Evitando a toda costa tener esas manos sobre mi cuerpo, copie su acción y también me levanté de la cama, alejándome de forma sutil.
—Estoy bien. —Pronuncié, observando cualquier cosa menos sus orbes. —Lo siento, no quise molestar.
—No me molesta. —No quise prestar atención a lo que dijo. Noté que tenía puesta una chaqueta que definitivamente no es mía, quise bajar el cierre, mas su voz me interrumpió. —Quédatela, aún está haciendo frío.
Se acerca de a poco, alterando mis nervios. —Debería irme. —Apunté con sencillez.
—Hey, espera.
Ignoré sus réplicas, avanzando casi desesperado hasta la puerta de esa gigante habitación. —Demonios... —Quizás demasiado apresurado, porque sentí el piso moviéndose debajo de mis pies cuando abrí la puerta.
Sentí su presencia detrás de mi, congelando cada uno de mis sentidos. Uno de los brazos de JeongGuk apareció a la altura de mi cien, cerrando la puerta con éxito. Tragué saliva, incapaz de moverme.
—Después de que te sientes y hables conmigo... —Su voz era suave, muy distinto a la persona que acaba de golpear la puerta. —Prometo que yo mismo te llevaré a casa. —Lentamente y con temor de lo que encontraría, me giré, dando de frente con la expresión en el rostro del mayor.
Hace un momento, cuando creí que se había convertido en el mismo ser agresivo e hiriente con el que viví infelizmente, no habría podido imaginarme la manera en la que me mira en este momento.
Como si no quisiera lastimarme, pero al mismo tiempo, no puede evitarlo.
Pareció notar lo cerca que estaba, así que retrocedió un par de pasos, permitiéndome respirar correctamente. —No quiero hablar contigo. —Ni siquiera intenté ocultarlo. No tiene sentido cuando todo lo que quiero es huir y esconderme donde nunca pueda encontrarme de nuevo.
—Lo sé. —Asintió. —Tranquilo, no voy a mencionar lo que sucedió ayer.
—¿De que quieres hablar? ¿No hemos dicho todo ya?
Río desganado, dándome la espalda para avanzar hasta la cama, quedándose de pie allí. —Siéntate. —Apuntó al sofá, validando su punto.
Desconfiado, me crucé de brazos. —Estoy bien así.
—No te lo estaba pidiendo, tae. Siéntate. —Ver que está siendo tan amable me está desconcertando, sin duda quiero saber la razón detrás de esta actitud tan accesible.
Me acerqué lentamente, rodeando al azabache para sentarme en el sofá. —Bien. Habla ahora. —Solicité, evadiendo sus ojos.
El silencio inundó la habitación durante unos segundos en los que sentí su mirada taladrando mi mejilla. Estaba comenzando a amanecer, a través del ventanal, al final de aquel charco azul, el sol comenzaba a salir.
—Te desmayaste porque estabas pasando por demasiado estrés. —Oír aquello no me sorprendió, sin embargo, presté atención. —El doctor dijo que necesitas descansar la mayor cantidad de tiempo que sea posible y, ya que, repentinamente te enfermaste, sugirió que dejes de trabajar. —¿Qué?
—No puedo dejar de trabajar. —Continúe evitando su mirada, aún así, sonando seguro de mis palabras.
—¿Por qué no? —Se escuchaba incrédulo, como si no pudiera creer lo que estoy diciendo.
Apreté mis puños suavemente. —Ese trabajo es lo único que me mantiene ocupado, además, he pagado el mes de renta con mi suelo. No puedo dejarlo de lado.
No dijo nada por los siguientes dos minutos. Traté de ignorarlo y no pensar demasiado mientras seguía observando la vista frente a mis ojos. Eso, hasta que sentí el tacto frío de unas manos en la mía, dándome escalofríos.
Giré mi rostro de forma leve, encontrándome con ese mar negro, que eran sus ojos, en el que siempre termino ahogado. Se agachó a mis pies, observándome con detenimiento hasta que decidió hablar.
—Comprendo como te sientes, ¿bien? —Oír la calidez en su voz consiguió nublar mi propia mirada. Pestañeé varias veces, detestando lo débil que me hace sentir. —Incluso ahora, sé que es difícil verme, pero necesitamos pensar en el bebé. Tu salud y la suya son lo mismo ahora que lo tienes en tu vientre. —De verdad, creo que lloraré mientras lo siga escuchando.
Durante tanto tiempo supliqué recuperar esta versión del azabache, que ahora que todo terminó, verlo se siente como mil puñadas al mismo tiempo.
—JeongGuk, yo no- —Intenté alejar sus manos de la mía, siendo inútil.
Presionó su agarre con más fuerza, casi suplicándome con esa mirada. —No necesitas trabajar porque yo me haré cargo a partir de ahora. Hasta el momento del parto, seguirás siendo mi responsabilidad. —Indicó. Puedo oír el palpitar de su corazón claramente desde mi lugar. —Después, mientras no le afecte al bebé, no me entrometeré en tu vida.
Sin saber realmente bien cómo interpretar la manera en la que sigue observando mi mano, asentí.
Supongo que está bien. Después de todo, lo único que le preocupa es la salud y el bienestar de su hijo. Sí, eso es todo.
A pesar de todo, sigue doliendo tanto como el primer momento. Como cuando comencé a notar que mi mundo se caía a pedazos y no era capaz de evitarlo, porque era él quién dejó de amar primero.
@CRYSTALTAEE
Dentro de estos días, quizá publique un especial para que dejen de sufrir un rato ᥫ᭡
-cryss
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Corazón vacío ✧ kooktae
Fanfiction« Se supone que seríamos para siempre, pero supongo que en ese aspecto, también me equivoqué contigo. » Tres años de matrimonio y cinco de noviazgo tirados a la basura cuando miró a esos ojos negros y las palabras; "Ya no te amo" Fueron pronunciadas...