« Se supone que seríamos para siempre, pero supongo que en ese aspecto, también me equivoqué contigo. »
Tres años de matrimonio y cinco de noviazgo tirados a la basura cuando miró a esos ojos negros y las palabras; "Ya no te amo" Fueron pronunciadas...
—Hey, no pongas esa cara que me rompes el corazón. —Mascullé, observándolo con adoración.
Su rostro perdió un poco el color y en su mirada apareció el ápice del miedo y la inseguridad, exactamente como predecía que sucedería. Quitó mis manos de su rostro con suavidad, enviándome punzadas en el pecho con esa sola acción.
Tragó saliva de manera casi imperceptible, apenas pude notarlo. —Eso significa que... —Me observaba con ojos brillantes, haciéndome sentir miserable, es por ello que lo interrumpí antes de que se hiciera alguna idea equivocada.
—No significa nada. —Aclaré de inmediato. —Me haré cargo, pero no planeo dejarte de lado, cariño. Joder, olvidalo. —Lo abrace, rodeando su pequeño cuerpo con mis brazos y apoyando mi mentón en su hombro.
Se quedó inmóvil, puedo adivinar que intenta entender lo que estoy tratando de decir.
—¿Entonces?
—Será solo mientras mi padre se recupera totalmente, hasta entonces; voy a conseguir un asistente que pueda informarme de todo mientras estoy en casa y enviaré a alguien más a Canadá. —Acaricié su espalda de arriba a abajo mientras hablaba. —Está todo arreglado, así que sonríe y abrázame.
Tomé sus brazos y los pasé por mi cuello, incitándolo a alzar las comisuras y sujetarse a mi con euforia. Verlo feliz fue suficiente para tener la constancia de que tener al castaño conmigo era todo lo que necesitaba para estar completo.
Besé su cien con la intención de trasmitirle todo mi amor. TaeHyung se sorprendería si supiera que era del tamaño de un megalodon y aumentando.
Frotó su mejilla con la mía en un acto infantil que hizo a mi corazón rebotar, recordando aquel acto en sus días de universidad. —Gracias, gracias, gracias. —Murmuraba una y otra vez.
—No hago todo esto para que me agradezcas, TaeHyung. Lo hago porque quiero que te quede claro lo mucho que te amo y todo lo que soy capaz de hacer por ti. —Aprecié sus pestañas largas y el lunar en su ojo justo antes de inclinarme para depositar un beso allí.
Sus orbes color esmeralda se aguaron con rapidez. Sin permitirme deleitarme con la dulzura en su mirada, se ocultó en mi cuello, aún así, enviando un escalofrío a toda mi espina dorsal cuando sus palabras chocaron directamente en mi oído.
—Te amo. —Después de tanto tiempo sintiendo esas palabras venir de él con lamento, escuchar la certeza viniendo de él fue suficiente para sentirme vivo de nuevo.
Presioné su diminuta cintura con fuerza, queriendo fundirme con su cuerpo.
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No puedo explicar con palabras lo jodidamente bien que se sintió despertar y encontrarme con el precioso rostro dormido de mi esposo a mi lado. Lo desperté solamente después de encontrarme a mi mismo vestido y con el cabello húmedo después de una ducha.
