—Afortunadamente, no es grave. —Puse atención a las palabras del hombre de bata, mi vista puesta en el castaño durmiente en esa camilla de hospital. —Su esposo se desmayó. En su condición, es normal ante situaciones de estrés, a veces pueden ser dolores de cabeza o incluso, pinchazos en el vientre, después de todo, tanto lo positivo como lo negativo se traspasa a la criatura.
Algo similar a un pitido apareció en mi oído, cegándome por un instante en el que me encontré con su mirada desorientada.
Mi corazón comenzó a doler mientras me daba cuenta de que soy el único culpable. El último tiempo no he hecho más que hacerlo sentir triste y enojado, soy el responsable de todo lo negativo que pasa por su cabeza.
El doctor se acercó a TaeHyung, revisando sus ojos de manera superficial. Honestamente, ni siquiera me di cuenta del tiempo que el hombre lo examinó, mis ojos perdidos en algún punto de esas cuatro paredes blancas.
—Señor Jeon. —Me llamó, alentándome a prestar atención a lo siguiente que diría. —Tiene fiebre y todo apunta que está atravesando un resfriado común. —Lo que dijo no me generó tanta impresión cómo hallarme con las lágrimas en los ojos de TaeHyung.
Acercándome a la camilla, tomé su mano, sintiendo al instante como el inverso presionaba el agarre, diciéndome de forma indirecta lo que debía hacer para detener su llanto.
Volví a observar al hombre de bata. —¿Debe quedarse aquí? —Cuestioné cuidadosamente. Lo último que quiero es alterar al castaño.
—Puede quedarse en observación durante las siguientes veinticuatro horas o podemos inyectarlo y enviarlo a casa. Está en sus manos.
—Lo llevaré a casa. —Respondí sin dudar por un instante.
Así fue como terminaron inyectando al menor, quién, un poco más tranquilo y olvidando la razón por la que nos encontramos en este lugar, me sonrió levemente. —Gracias. —Susurró, casi inaudible.
Sin decir nada, debido al constante nudo en mi garganta, lo ayudé a ponerse la chaqueta con la que lo cubrí antes. Viéndolo acomodarse debido a que era unas tallas más grande que el, sentí la increíble necesidad de abrazarlo hasta dejar de sentir esta incomodidad en el pecho.
El camino al interior de la camioneta fue lo suficientemente calmado, para obtener a cambio, observar cómo apenas y podía mantener sus párpados abiertos.
No fui consiente de las lágrimas nublando mi mirada hasta que una de ellas resbaló por mi mejilla y terminó como un punto humedeciendo mi pantalón. Recordar que antes solíamos hacer eternos viajes en vehículo y nunca se generaba este silencio estremecedor, dolió. Darme cuenta de que nada es igual que antes es una mierda.
El ruido del motor apagándose lo hizo volver un poco más a la consciencia, observando el edificio frente a él con confusión. —Yo no vivo aquí. —Apuntó.
—Lo sé. Hay algo que quiero mostrarte aquí. —Le saqué el cinturón, aguantando la respiración cuando pude ver de cerca su rostro.
—¿Qué es? —Giró la cabeza, rompiendo cualquier contacto entre nuestros ojos.
Fingiendo que aquello no me afectó, baje de la camioneta, dándole la vuelta para abrir la puerta del copiloto, sonriéndole al decir; —Ya lo verás. —Le ofrecí mi mano para ayudarlo a bajar.
Creí que todo lo que obtendría sería el rechazo, sin embargo, una calidez en mi interior despertó ante el suave tacto en la palma de mi mano.
—No tiene sentido negarme, supongo. —Lo escuché murmurar desganado.
Mantener la sonrisa en mi rostro llega a ser doloroso cuando todo lo que quiero hacer es sujetarlo con fuerza y no dejarlo ir nunca más. Deseando más de su mano, aún después de ayudarlo a bajar, la sujete por un instante más, tratando de recargarme con ello.
Lo necesito.
—¿Tienes frío? —Inquirí tratando de desviar su atención. No quiero que me aparte. —Aún tienes fiebre, deberíamos entrar pronto. —Alejé mi mano de su frente y presioné mi agarre con fuerza, evitando que piense en la idea de alejarse.
En contra de su voluntad, camine con el agarrado de la mano. Fue una tortura comparar este momento con todos los demás donde lo tomé de la mano y no temía por su rechazo, no temía nada porque estaba a su lado.
—JeongGuk. —Me llamó cuando las puertas puertas de metal se abrieron, dejándonos ingresar. Por consecuencia, finalmente, se apartó, imponiendo un límite de distancia. —Estás helado. Me diste tu chaqueta, así que debes tener frío.
Hizo el amago de quitarse la prenda, alarmándole por completo. La idea de que se la quiera quitar por una razón totalmente distinta al frío que podría sentir me carcomió. —Estoy bien. En la habitación puedo conseguir otra, quédatela. —No me di cuenta del tono fuerte de mi voz hasta que me terminé de hablar.
Agradecí que se limitó a asentir. Apartó la mirada de la mía haciéndome sentir débil por un instante, sin embargo, estoy bien con ello.
El resto fue silencio. Eso, hasta que ingresé la tarjeta de la suite y abrí la puerta, dejándolo entrar antes de cerrar a mis espaldas. No se movió de su lugar hasta que le extendí mi mano de nueva cuenta.
—Ven. —Observó mi diestra con desconfianza antes de acercar la suya titubeante. Tratando de apresurar el proceso en que ambas se tocaban, acerqué la mía, entrelazándolas con rapidez.
«No tengas miedo. No de mí. »
Avancé algunos pasos por la habitación hasta dar con la cortina cerrada frente a la enorme cama. Sin esperar, corrí la dicha, revelando los ventanales que permitían la luz en el lugar.
Pude notar el instante en el que sus ojos brillaron con fascinación gracias a la vista frente a ellos.
Cuando ingresé por primera vez a a este lugar y noté que desde aquí podía ver en todo su esplendor la playa y el atardecer escondiéndose al interminable final de ella, pensé en TaeHyung.
Nunca había conocido a nadie que pudiera quedarse durante horas, simplemente observando el cielo cambiar de tonalidad, hasta que lo conocí a él.
Mi único y precioso TaeHyung.
—Es hermoso... —Pronunció con calidez.
—Lo es. —Mientras veía su rostro, tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo, las palabras salieron por sí solas. Carraspeé, cuando me di cuenta de ello. —Creí que te gustaría verlo. —Apunté, lo último que quiero es incomodarlo.
A pesar de ello, no importa lo que haga ahora mismo, es ajeno a todo lo que sucede a su alrededor.
El silencio inundó por completo la habitación, solo nuestras respiraciones pausadas interrumpiendo. Hay tanto que quiero decirle, tanto por lo que pedir perdón, sin embargo, lo que sucedió en su departamento solo me dejó claro que no puedo acelerarlo.
No puedo obligarlo a oírme. No cuando le estoy haciendo tanto daño en el acto.
—Lo lamento por lo del hospital. —Pestañeé mirando en su dirección, sorprendido después oír su voz suave. —Debió ser difícil para ti... Entrar después de tanto tiempo. —Divisé la sonrisa apenada que me dedicó y sentí mi corazón detenerse para retomar sus latidos con fuerza.
La última vez que salí de un hospital fue cuando me enteré que mi hermano finalmente había dejado de respirar. Desde entonces, la idea de entrar de nuevo parece una pesadilla.
Evadí el nudo en mi garganta cuando me di cuenta de que teníamos todo para vivir el resto de nuestras vidas juntos. De no ser por mi maldita estupidez, podría abrazarlo y decirle que no se preocupe por mi.
—No tienes que disculparte. —«Yo debería hacerlo.» —Siendo sincero, lo único que quería era verte despertar. Estar en el hospital no fue un problema. —Admití bajando la mirada. Solo entonces, pude caer en cuenta.
Nuestras manos siguen entrelazadas.
Como el hilo rojo que nos sigue manteniendo juntos y me permite estar cerca. Aunque no lo merezca en absoluto.
@CRYSTALTAEE
Escribí este capítulo mientras escuchaba mi playlist de música melancólica ⋆🎧✮⋆
-cryss
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Corazón vacío ✧ kooktae
Fanfic« Se supone que seríamos para siempre, pero supongo que en ese aspecto, también me equivoqué contigo. » Tres años de matrimonio y cinco de noviazgo tirados a la basura cuando miró a esos ojos negros y las palabras; "Ya no te amo" Fueron pronunciadas...