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SIRIUS HABÍA SALIDO DE GRIMMAULD PLACE, NÚMERO DOCE.
Sabiendo que sería la última vez que estaría en ese lugar. Había dejado a su hermana, Antares, con toda la loca de su familia. No había pensando bien de sus acciones hasta que había llegado a la casa de los Potter. Euphemia Potter fue quien lo recibió con una sonrisa cálida como siempre lo hacía. Sirius hubiera deseado que su madre le hubiera dado alguna vez una de esas sonrisas a él y a Antares.
James Potter bajo los escalones cuando su madre lo llamó desde la planta baja, avisándole que Sirius estaba buscándolo. El chico al ver el aspecto de su amigo dedujo lo que estaba sucediendo. Camino hasta el para que se fundieran en un abrazo. El joven Black respiró hondo.
— No debí dejarla ahí, James. — Habla Sirius. — Debió haber escapado conmigo. Ella no puede quedarse ahí. La volverán loca, James. — Ambos amigos se separaron. Se miraron fijamente a los ojos. Avellana y gris.
— ¿Sucede algo con Ares? — Pregunta James, sabía perfectamente que su amigo se refería a su hermana pero siendo sincero no entendía nada. Sirius estaba preocupado.
— Fue demasiado tarde. — Negó el azabache. — Hubo una reunión en la familia, varias familias de los sagrados veintiocho estuvieron presentes. Al principio creí que solo sería la típica reunión de siempre durante las vacaciones, pero eran demasiados, James. Fue ahí cuando lo supe. Walburga y Orion estaban buscándole un prometido a mi hermana. No soporte la situación. El enojo me inundo y actué por instinto, escape de casa. Hasta que llegue aquí recordé a Antares que la había dejado sola.
Permaneció en silencio observando la pared de la casa. Sirius nunca llamaba a sus madres como tal, si no por sus nombres, ya que él y Antares creían que no eran merecedores de llamarlos "padres" cuando nunca se comportaron como tales.
— Esa vieja, la hará comprometerse a un matrimonio arreglado. — Continuó. Euphemia y James escuchaban atentamente a sus palabras. — Le prometí que jamás dejaría que le hicieran eso. Yo se lo prometí.
James sintió la tristeza recorrerle el cuerpo. Entendía perfectamente a Sirius. Antares odiaba los compromisos arreglados. Su hermosa castaña de ojos verdes, no dejaba de pasarle por la mente.
— No dejaremos que eso suceda, Sirius. — Negó el joven Potter. — Antares no se casará con nadie. Se casará con la persona que ella ame realmente y eso será cuando esté lista.
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ANTARES CRUZÓ LA BARRERA DE KING CROSS Después su hermano menor, Regulus Black, le siguió. Ambos hermanos se miraron para después dirigirse hacia diferentes caminos. Regulus había quedado en Slytherin después de que ella y Sirius quedaran en Gryffindor, no querían que su hijo más pequeño y favorito de la familia cometieran el mismo error que sus primogénitos. Después de tantas charlas con el menor al parecer sirvieron y se convirtió en el orgullo de Walburga y Orion Black. Si antes Regulus y Antares no tenían buena relación eso fue el quiebre completa de su hermandad, porque Antares quería a su hermano menor, pero Regulus no parecía creer lo mismo.
