LA MERODEADORA BLACK ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬ CAPÍTULO DIECINUEVE
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ANTARES BLACK MALDECÍA EN VOZ BAJA, y es que James Potter la había echado del equipo de Quidditch. Bueno, no la echó, porque ella sólo era suplente de Dorcas, mientras se recuperaba de su caída. Pero el parecer la chica ya se encontraba mejor y podría jugar en el partido de ese día.
Antares debía admitir que le había gustado volver a ser buscadora en el equipo de los leones. Le gustaba que la alabaran, y no era por nada, pero ella sabía que era de las mejores. Y ese día se había despertado con tanto ánimo por ganar ese partido, pero tal cual fue su decepción cuando James le dijo que ya no jugaría en el equipo.
Ni siquiera le pudo avisar desde antes, se le ocurrió decirle el mero día del partido, cuando ya traía su uniforme puesto y escoba en mano, porque al gran James Potter se le ocurrió ignorarla por toda una semana después de los acontecimientos con Severus Snape.
Se quitó su uniforme escarlata para arrumbarlo a una esquina de los vestidores y dejó ahí su escoba, para después salir de ahí con su ceño fruncido. Dorcas le había regalado una mirada triste.
Los ojos avellana de Potter en ningún momento dejaron de analizar a la chica. Podía sentir como en su pecho le daban ligeras punzadas de solo ver lo molesta que estaba su novia. Si se preguntaban, no aún no habían arreglado las cosas desde ese día que se le había ocurrido la grandiosa idea de molestar a "Quejicus". Y es que James se sentía muy avergonzado, realmente lo estaba. Antares le había dicho sus verdades y no estaba preparado para ello. Ahora no sabía como disculparse con la joven Black por haberse comportado como un idiota.
Sirius Black veía como su hermana casi soltaba jumó por las orejas, así que no dudó en acercarse a ella con una sonrisa burlona.
— Wow, calmada. Parece que asesinaras a cualquiera que se te atraviese.
Antares reconoció la voz de su hermano y lo miró con enojo. Y le apuntó con uno de sus dedos. — ¡Tu! Lo sabías. Sabías que James me iba a echar del equipo y nunca me lo dijiste.
Golpeó el hombro del azabache. Sirius masculló de dolor y se llevó una de sus manos a su hombro y comenzar a sobarlo.
— Eh, pensé que ya te lo había dicho. — Alzó sus brazos como si no fuera su problema. — No pensé que te lo dijera el mero día del juego.
— Es un idiota, ni siquiera me habla. — Masculló la oji verde mientras se cruzaba de brazos. — Me trató como si fuera una persona más, se le olvida que yo soy su novi...
