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El estrepitoso ruido de mi alarma provocó que abriera mis ojos asustada; miré un segundo el celular para después observar el techo con ese sonido clavándose en mis oídos. ¿Qué tan malo sería que no fuera hoy a la preparatoria?¿O a enfrentar la vida en general, solo por un día? Los recuerdos de la última y única vez que lo intenté llegaron como recordatoria más bien de las constancias que había tenido que enfrentar que del motivo por el que tomé esa decisión, provocando que me levantara al instante poniéndole fin al sonido de la alarma.

–Buenos días niña Lisa-la muchacha de servicio me saludó como cada mañana colocando el desayuno en la isla de la cocina para mí, pues no le encuentro sentido a utilizar una mesa para diez si soy solo yo–¿Ya se siente mejor?-su pregunta también se había hecho rutina, creo que las rutinas son una de las pocas cosas realmente estables en mi vida. Aunque la mayoría de las veces me siento hastiada y quisiera que algo cambiara, que pudiera hacer algo para que cambiara.

–Buenos días-respondí moviendo el desayuno con el tenedor, ver comida tan temprano solo me produce náuseas–Aún me duele todo el cuerpo pero estoy bien-y un cóctel de pastillas para el dolor, desinflamantes y una bolsa gigante de hielo ayudan mucho también. Alejé el plato de mí en cuanto me dejó sola sacando un paquete de cigarrillos, llevándome uno a la boca y sintiendo al instante la sensación relajante del humo recorrerme la garganta.

–¿En serio niña, fumando tan temprano?-regañó al regresar por los utensilios, ya había terminado de fumar, pero el olor se quedó en el lugar delatándome–Eso es malo para su salud-repitió por, no sé, lleva más de siete años repitiendo lo mismo día tras día, cada mañana justo a la hora del desayuno.

–¡Ay Bea!-resoplé con una sonrisa; hay veces que tenemos que tomar ciertas decisiones que las personas a tu alrededor considerarán malas, sin embrago ¿qué se puede hacer cuando tienes que decir entre algo malo y algo peor? Podría gritarle al mundo y aún así no entenderían que–Hay cosas que hacen más daño que un cigarrillo-y que ese es el menor de mis problemas en este momento y durante los diecisiete años que ha durado mi vida.

–Yo solo lo digo por su bien, la adolescencia no es la etapa definitiva y cuando sea una mujer se arrepentirá de todas las cosas que hizo para llevarle las contraria a su padre-advirtió con pesar y sí, puede que me arrepienta de muchas cosas de las que he hecho y las que aún estoy por hacer, pero ¿quién se atrevería a llevarle la contraria al gran Charles Manoban, excelente padre y filántropo? Al menos yo no.

Estuve de acuerdo con ella sin intención de continuar la conversación y terminé de arreglarme dirigiéndome luego al que sería el infierno de cualquier estudiante, mientras que para mí, es algo así como el purgatorio.

–¿Saben dónde está Park?-indagué recostándome al lavabo–Vengo muy estresada esta mañana-agregué sonriéndole enormemente a las estúpidas que se hacen llamar mis amigas. A veces me dan unas ganas inmensas de mandarlas a las tres a la mierda, luego recuerdo que nadie más querría estar al lado de una basura como yo y lo dejo pasar. Los malos con los malos ¿cierto?

–No la he visto hoy-Yuna contestó encogiéndose de hombros mientras que Momo le rodeaba la cintura atrayéndola contra su cuerpo–Después de lo de ayer tal vez no venga, la dejaste muy mal-recordó en forma de reproche. De todas nosotras la única medianamente decente es ella, supongo que solo participa de nuestras "travesuras" por su relación con Hiray–Aún me sorprende que no le diga a algún profesor o al director.

–No exageres, además, alguien le tiene que enseñar a esa niñita que en esta vida no todo es color de rosa-mazcullé con la vista fija en mis propios ojos en el espejo. Un pozo traga almas es lo que parecen; casi podría jurar ver personas gritando por piedad en el fondo de ellos, luchando por salir con vida o al menos librarse de su sufrimiento, allí donde la oscuridad lo es todo.

–Está bien y todo eso Lis-¡Cómo odio ese apodo! Y cualquier otro que venga de gente hipócrita que cree que con un par de palabras dulces todos tienen la obligación de caer a sus pies–pero podríamos buscarnos a alguien más, ya es muy aburrida-en cuanto Yeji dejó salir esas palabras de su boca me giré con el ceño fruncido esperando que solo haya sido una alucinación auditiva de mi parte–se deja golpear sin hacer nada, sería más divertido alguna nueva víctima-alegó como si eso pudiera explicar la estupidez que acababa de decir. Antes de poder detenerme ya la tenía sujeta del cuello contra la pared.

–¡Ni se te ocurra!-vociferé golpeándola contra los azulejos, el gesto adolorido de su rostro fue suficiente para mi satisfacción–Seguirá siendo Roseanne Park hasta que yo me aburra de ella-pronuncié lentamente resaltando cada una de mis palabras. No hay posibilidad en el mundo de que la deje en paz, solo si se le ocurre poner tierra de por medio.

Mi día fue más horrible de lo que podría describirse con palabras, no encontré a Park además de que no tenía energía para buscarla y las ineptas de mis amigas ni para eso sirven. Cuando llegué a la casa me encerré en mi habitación a prepararme para una fiesta a la que ni siquiera quiero ir. Al bajar encontré a mi progenitor en el sofá con su tan común vaso de whisky en la mano.

–Ya estoy lista padre-anuncié con los ojos fijos en sus zapatos; él se puso de pie dejando su trago a un lado al mismo tiempo que me escudriñaba con la mirada. Apreté las costuras de mi vestido con todas mis fuerzas queriendo que el momento terminara de una vez.

–Al menos luces decente-comentó de forma despectiva acomodándose el saco–Más te vale comportarte, a ver si sirves para algo que no sea estorbar-la vista se me nubló al escucharlo, mas tragué fuerte dejando el dolor de lado. Llorar solo me haría débil y prometí no volver a hacerlo hace muchos años.

Caminé detrás de mi padre hasta llegar al auto y subirme de copiloto. El cóctel al que estoy obligada a ir es otra de esas pantomimas que le encantan a él y son tan comunes en la alta sociedad. Los flashes de las cámaras comenzaron a brillar nada más que nos bajamos; mi progenitor sonriendo y saludando con tanta naturalidad que daba envidia la forma en la que es capaz de estar tan tranquilo con la conciencia tan asquerosa que tiene y a mí cada día me cuesta más mostrar una sonrisa, me incomoda hacerlo y aún así sale de manera automática cuando hay alguna persona a mi alrededor.

Uno de sus socios se plantó a mi lado acariciándome la cintura y el brazo diciendo no se que cantidad de indecencias–¿Y ese moretón?-la respiración se me aceleró e instintivamente me bajé la manga ocultando la marca deseando que no la hubiera visto; sentí la mirada de mi padre sobre mí mientras que yo me quedé paralizada por el miedo. Los ojos se me volvieron a cristalizar y el nudo en la garganta está ahogándome al paso de cada segundo.

–Es que mi hija práctica boxeo, ahí fue donde se lastimó ¿verdad?-arrastró la pregunta con un todo que me hizo erizar la piel, yo asentí repetidas veces con las piernas temblando, este descuido me va a costar mucho, si tan solo lo pudiera borrar.

–Sí papá, fue ahí.

Holis 🙋
Al fin llegó el segundo capítulo, espero que les haya gustado y por favor déjenme saber sus opiniones. Los amo 🥰😘.

Bye bye 🙋.

Mi vida no es perfecta (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora