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Arrastré los pies hasta debajo de su venta ajustando la chaqueta a mi cuerpo intentando conservar el poco calor que me proveía a estas horas de la madrugada. Solté una bocanada de aire viendo el humo desaparecer en cuestión de segundos; observé el segundo piso ideando un plan para que supiera que estoy aquí, no quiero tocar a la puerta y terminar despertando a la señora Kim. Tras seis llamadas sin respuesta de su parte, recogí varias piedritas y las lancé contra el marco de la ventana logrando que la mayoría lo golpearan. Vi la luz encenderse y Jisoo se asomó al balcón asombrándose de verme aquí.

–¿Rosé?¿Qué haces tan tarde en la calle? Es peligroso-reclamó ajustando sus ojos a la poca luz del jardín.

–¿Puedo quedarme contigo esta noche? Ya no soporto mi casa-supliqué abrazando mi cintura, es una de las noches más frías de la estación y de cualquier otra que hayamos tenido.

–Claro que sí, ahora te abro-la opresión en el pecho desapareció al escuchar sus palabras siendo embargada por una sensación de paz, y casi al instante la puerta principal se abrió dejándome ver a la pelinegra–Te he dicho muchas veces que vengas a vivir conmigo mi madre no se opondría-me dió la bienvenida permitiéndome pasar.

–No puedo, pondría las cosas muy malas para ustedes y con qué una sea infeliz es suficiente-la energía que tenía para mentir simplemente se esfumó, estoy tan cansada de todo, de sonreír, de poner buena cara cuando lo único que quiero es echarme a llorar, soportar lo bien que hablan de los Park cuando nunca han convivido con ellos y no conocen como verdaderamente son y lo crueles e inhumanos que pueden llegar a ser.

–Nunca voy a entender esos comentarios que después dices que no tienen sentido-se encogió de hombros pasando el pestillo al mismo tiempo que negaba, me hizo señas cuando comenzó a caminar y la seguí hasta el cuarto cerrando la puerta al entrar–Aún no puedo creer que esa tipa tenga que estar cerca de ti-soltó de pronto ayudándome a quitar la chaqueta y lanzándola sobre el pequeño mueble que hay en una esquina–no lo concibo, es una estupidez-frunció el ceño rodeándome con sus brazos de tal forma que terminé con la cabeza sobre sus piernas.

–Yo menos, mas no hay forma de cambiarlo-reí apretando los labios cuando los músculos de mi abdomen se contrajeron robándome el aliento–Tienes algún analgésico que me puedas dar, me duele mucho el vientre-supliqué al mismo tiempo que me incorporé tomando asiento en el borde de la cama agarrándome el lugar mencionado, siento como si me estuviera quemando lentamente–debe ser el período, no te preocupes-al ver su expresión agregué para tranquilizarla, en estas últimas semanas ha estado muy intensa con absolutamente todo, incluso con el más insignificante dolor de cabeza.

–No sé que esperas para decirle a tu madre que te lleve al médico, a ver a un ginecólogo o algo-mas al parecer no sirvió de mucho, pues su sobreprotección salió a flote sin hacerse esperar–no es común lo fuerte y seguido que te dan esos dolores, puede ser la señal de algo-señaló verificando mi temperatura con el dorso de su mano a lo que bufé apartándola.

–No seas exagerada Soo solo tráeme lo que te pido y ya por favor-mascullé sintiendo la frecuencia de las punzadas aumentar, no sé siquiera como logré caminar tanto con este espantoso dolor. Mi amiga rodó los ojos y salió de la habitación para buscar lo que le pedí regresando varios minutos después.

–¿Entonces mañana te reunirás con Manoban?-cuestionó colocando el vaso vacío sobre la mesita de noche antes de sentarse frente a mí–Temo que no cumpla con las condiciones que le puse, ella no es alguien en quien se pueda confiar.

–Realmente a mí me da igual, mientras podamos terminar lo antes posible no me importa lo que haga-le contesté y me acomodé bajo las mantas huyendo de la frialdad de mi propia piel–además ya estoy acostumbrada a sus ataques de todas formas-confesé sabiendo como lo tomaría, odia que yo haga ese tipo de comentarios. «Aunque no debería ser así, pero sigues sin escucharme» su propósito de regañarme no surtió efecto por lo que transformó el rostro en una gran mueca de enojo y se acostó en su lado de la cama dándome la espalda. Le deseé buenas noches sin esperar respuesta de regreso y dormí el par de horas que quedaban sin prestarle atención a lo que pasará mañana. Hoy ya no me importa la reacción que tendrán mis padres al darse cuenta de que salí de casa, de todas formas mi bienestar no es lo que más les preocupa.

–Deberías contestar, ya tienes como veinte llamadas pérdidas de tu madre-suspiré negando, no tengo ganas de escucharla, suficiente con soportar verla algunas horas al día y convencerme cada vez más de que a ella le importa más su marido que su propia hija–Quizás está preocupada porque no le avisaste que saldrías ayer-cuando estuve a punto de contestar una sombra delgada nos tapó la luz haciéndonos levantar la mirada para encontrar a la menor con una expresión neutral.

–¿Te parece si comenzamos el trabajo esta tarde?-indagó sin dejar de ver a su alrededor, seguro alerta por si alguien la ve con nosotras y principalmente en una posición "amigable", su gran ego no se lo permitiría–¿Nos encontramos a la salida de la escuela?-¿Lalisa Manoban, la altanera, creída, sarcástica y autosuficiente Manoban pidiendo la opinión de alguien? O el mundo está de cabeza o tal vez está intentando llevar la fiesta en paz ya que ninguna puede cambiar la situación, aunque la primera opción es más confiable, ella no daría su brazo a torcer, nunca–Es que quiero terminar rápido, no quiero perder demasiado de mi valioso tiempo contigo-eso sí tiene más sentido, ahora sí se parece a ella, agresiva e hiriente. ¿Cómo es posible que pueda ser tan amargada cuando nunca le ha faltado algo?¿Por qué hay personas que como Lisa buscan hasta el más insignificante error en sus vidas para ser infelices?

–Claro, yo también prefiero eso-acepté y Lalisa desapareció tan rápido como llegó–Te he dicho que ella no es tan buena como todos piensan y que no me gusta hablar de mi familia-le descarté las anteriores insistencias esperande que de una vez lo entendiera, me resulta cada día más difícil mentirle–estás muy pesada con el tema últimamente.

–Vale, vale, no preguntaré otra vez, sin embargo recuerda que cuando puedas, o quieras, estaré aquí para ti-asentí sabiendo que cumpliría su palabra, Jisoo es de esas pocas personas, por no decir la única, que sé que nunca me fallará–¿Mamá?¿Qué pasó?-me hizo señas para que guardara silencio contestando la llamada telefónica–Ya voy para allá-añadió sin despegarse del celular mientras arrugaba el entrecejo–Una amiga de mi mamá y su hija llegan hoy a la casa, no podré ir contigo a la reunión. ¿Qué te parece si la cancelas y mañana vamos? No puedo dejarte sola con ella-explicó sin moverse del lugar, le rodeé los hombros apoyándome en ella.

–Tranquila, sabré manejarlo-«¿Segura?» cuestionó entrelazando su mano con la mía, asentí con una sonrisa queda para hacerla sentir calmada–Sí-aseguré plantando un beso en su mejilla y un peso cayó sobre mis hombros cuando se fue. Aprecio la manera en la que Jisoo se preocupa por mí y sé que lo hace por el cariño tan bonito que me tiene, pero no quiero seguir metiéndola en problemas, solo necesito que esta locura se acabe lo antes posible. Caminé hasta la rubia a paso lento tratando de mantener la calma, las manos empezaron a sudarme y de pronto el oxígeno en mis pulmones no fue suficiente. Cuando estuve a solo unos metros se giró y nuestras miradas chocaron provocando que temblara de pies a cabeza. Al final parece que no estoy tan preparada para enfrentarla como creía.

Mi vida no es perfecta (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora