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Inspeccioné el lugar en el que Lisa me había citado hace apenas unas horas. Me pareció extraño su repentino cambio de ubicación, porque puede que no haya intentado algo en mi contra en meses y no ha permitido que sus amigas lo hagan tampoco, sin embargo no se ha convertido en una santa. Caminé algunos minutos más intentando encontrar alguna señal de mi compañera sin éxito, mas bien sin éxito de encontrar a algún otro ser humano.

La vi a lo lejos en el fondo de la reserva sentada contra el tronco de un árbol lanzando lo que me parecieron pequeñas piedritas al centro de la laguna. Me dirigí hacia ella una vez que me aseguré de que estaba sola, únicamente notó mi presencia cuando estuve a unos pasos de distancia.

–Pensé que no llegarías-me reclamó en un tono socarrón sin prestarme atención del todo continuando con el lanzamiento–Tardaste bastante-recalcó dando suaves golpecitos sobre su reloj al ritmo de los segundos, bufé tirándole mi bufanda. Me mandó el maldito mensaje cuando ya estaba en la cafetería del otro lado de la ciudad, tuve que tomar un taxi y caminar cuatro cuadras por el congestionamiento de la carretera, y aún se atreve a reclamar.

–Consideré no venir, cambiar el lugar de encuentro a última hora me resultó extraño-confesé dejando mis cosas en el suelo antes de sentarme a su lado. Nuestra relación ha sido tan complicada a través de estos años que no vale la pena mentirnos–Además realizar un proyecto en un lugar como este no es cómodo en absoluto.

–Tienes tus motivos, y en una cosa tienes razón-la sonrisa que mostró acompañada de sus palabras me dejó anonadada. Hemos mejorado la forma de llevarnos con el paso de los meses, mas nada nos une aparte de este deber escolar–no te cité aquí para trabajar, nunca lo hacemos, así que me pareció bien realizar algo diferente-continuó encogiéndose de hombros mientras me miraba–¿A qué es bonito?-inquirió apartando la vista de mí y fijándola en el enorme cuerpo de agua quieto ante ambas; es mucho más que bonito a decir verdad, se pueden ver árboles grandes y frondosos, con pequeñas ardillas saltando entre sus ramas; los venados que corrían por el bosque o el armonioso canto de las coloridas aves que llega a mis oídos. Es una combinación perfecta entre delicadeza y bravío–¿Puedo preguntarte algo?-asentí llenando mis pulmones de aire fresco, estar en pleno contacto con la naturaleza es una de las mejores sensaciones existentes, la tranquilidad es un sentimiento que he aprendido a apreciar con el tiempo–¿Por qué no te llevas bien con tus padres?-el cuestionamiento me cayó como balde de agua fría, toda esa relajación que sentía se esfumó y mis músculos se tensaron hasta el punto de comenzar a doler–A él le tienes miedo y odio, he notado el fuego en tus ojos cuando lo ves, aunque sea por la televisión, y las palabras y el tono que usas cuando hablas del detective Park-solté una risa amarga recargándome en el tronco, la situación va mucho más allá del odio, su sola mención me enferma, causa tanto malestar en mi cuerpo y mi mente que preferiría estar muerta–Y tu madre es como si no existiera-si soy sincera, desearía que ninguno de los dos existiera, todo estaría mejor.

–No es bonito de contar Lisa, ni siquiera Jisoo lo sabe-y me siento sumamente culpable cada día, Soo me ha demostrado que ella estará conmigo incluso en los peores momentos y en parte es por ese inmenso amor que nos tenemos que prefiero mantenerla alejada de todo este desastre, ya que soportaría lo que sea excepto que Jisoo sea lastimada por mi culpa–y es mi mejor amiga de toda la vida.

–No seré tan importante como ella, sin embargo tampoco te voy a juzgar y créeme, la mayor parte de las diferencias se pueden remediar-sus ojos mostraban algo completamente contradictorio, cuando habló de las diferencias sus orbes caramelo se oscurecieron hasta ser casi negros, no pienso que crea realmente en la resolución de estas. Aunque lo otro sí se lo creí, me ha demostrado no ser esa cabeza hueca con un trozo de hielo en el pecho en vez de corazón que al principio la consideré.

Flashback

–¿Mi niña que te gustaría comer hoy?-mamá me recibió a la llegada de la escuela con un beso y un trozo de bizcocho de zanahoria como cada tarde–La maestra de religión nos dijo que eres la mejor de su clase y obtuviste honores-alabó sirviéndole postre también a papá. Ambos se veían felices por mí, mis logros académicos siempre han sido grandes celebraciones en nuestra casa.


–El padre Miguel estará muy orgulloso cuando le contemos de tus logros el domingo en misa-su mano apretó la mía por un instante y sonreí; el cura es muy bueno con todos los niños y jóvenes que asistimos con él, aunque este fin de semana tendré mucho más que contar en la confesión–Le traerás bendiciones a toda la iglesia.

–Mamá, papá, hay algo que me gustaría contarles-musité a punto de perder la determinación que había estado reuniendo durante meses, «¿Qué otra buena noticia nos puede traer nuestra princesa?» la voz de papá sonó tan dulce que me provocó culpa lo que tengo planeado decirles. El corazón golpeaba en mi pecho como si me fuera a dar un ataque, quizás no debería hacerlo–He buscado la forma de hablarles de esto para que no lo entendieran mal-con el paso de los segundos empecé a sentirme aturdida, el suelo se movió bajo mis pies y casi caigo si no es porque pude llegar a aguantarme del borde de la mesa–Dios ha estado en mi corazón siempre y lo seguirá estando-la expresión de ellos se iba desencajando a medida que avanzaba en el monólogo; no sé si intuían en donde culminaría, mas no les estaba gustando su rumbo–pero también necesito defender quien soy y lo que quiero-pronuncié con el poco valor reunido, ya no aguanto mis sentimientos, sin embargo tampoco quiero que mis padres se decepcionen de mí–me... me gustan... las chicas-la frase me salió como un balbuceo estúpido pero entendible. Ya no puedo retractarme, me toca enfrentar las consecuencias sin importar lo graves que sean.

–A tu edad les gusta llevarle la contraria a los padres, es normal, pero con cosas como estas no se juega-el tono que utilizó fue amenazante erizándome los vellos del cuerpo. «No es un juego»–¡¿Qué eres una maldita lesbiana, eso no es un juego?!¡¿Quién mierdas en esta casa te ha enseñado esa desvergüenza?!-sus gritos me causaron pavor aumentando mi llanto, me sentí atacada y desprotegida, solo quiero huir a mi habitación y que todo pase.

–Roseanne, dinos que esto es una broma de mal gusto por tu etapa adolescente-la súplica de mamá me hizo romper en llanto mientras negué, hubiera preferido ahorrarles este dolor, pero no puedo seguir reprimiendo quien soy–por favor te lo pido.

–Si no aprendiste con tu madre las cosas buenas por las buenas-mazculló haciendo vibrar su voz en mis oídos, y la mirada le cambió a tal grado que no lo reconocí, nunca me había visto con tanto... desprecio. Me sujetó del brazo con fuerza volviendo casi nula la distancia entre ambos, avivando mucho más el temor que empezaba a sentir por su reacción–entonces te tocará aprenderlas a mi manera-bramó con los ojos encendidos en odio y las lágrimas inevitablemente escaparon de los míos, en ese momento supe que se había roto algo en la relación de familia, aunque nunca creí que llegaría a tales extremos.

Fin del Flashback

–Desde el día que les confesé a ellos que me gustan las mujeres, mi padre-un nudo se me formó en la garganta, tragué fuerte apretando los puños. Necesito sacarlo de mí y tal vez no será con la persona adecuada, pero algo es algo–abusa sexualmente de mí-cuando lo dije me sentí ajena, como si hablara de cualquier otra persona, pues he pasado tantos años tragándome las palabras que no logré conjeturar que al fin habían salido de mi boca. Y aún sabiendo que no es mi culpa en absoluto, ni siquiera me atreví a mirarla–Cada vez que los veía le rogué a ellos y a ese Dios en el que tanto confiaba que se detuviera, sin embargo después de aquella tarde no paró, viene cada noche a mi habitación cuando mi madre duerme-mis ojos empezaron a escocer y las lágrimas no tardaron en deslizarse por mi rostro. Estaba resultando difícil conectar todas esas emociones con palabras, pero lo más importante es que logré exteriorizar lo que siento cada día al escuchar el motor de su auto fuera, las náuseas que me provoca cuando me mira y la impotencia cuando mi progenitora prefiere vendarse los ojos antes de ver lo que ocurre frente a sus narices–y estoy segura de que aunque lo estuviera viendo no lo detendría, porque para ella esto es por mi bien.

Mi vida no es perfecta (Chaelisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora