Preludio

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No importa cuánto haya agotado mis energías en ese empeño... siempre fue como librar una batalla sin armas ni defensas, como si mis esfuerzos fueran inútiles desde el inicio. Nunca logré inclinar la balanza del cambio a mi favor. Al comienzo, su afecto hacia mí era más bien escaso y distante, no obstante, me lancé de lleno a intentar forjar un cambio en ese sentimiento. Estuve dispuesto a seguir sus pasos sin importar el abismo al que me llevara, incluso consciente de mis propias faltas. A pesar de mis imperfecciones y errores, ella insistía en destacar lo único y valioso en mí. A lo largo de mis momentos más frágiles y sombríos, su presencia permanecía inquebrantable, como un último refugio. Sin embargo, en los rincones más oscuros de mi mente, persiste la duda ¿fue bueno hacer que se enamorara de mi?.

La apagaron de forma violenta, y todo lo que me quedó fue sostener su forma sin vida y permitir que la desolación se apoderara de mí por completo. Sus palabras finales, pronunciadas con el último suspiro de vida que abandonó su cuerpo, siguen resonando como un eco implacable en mi conciencia: "Siempre te amaré".

No puedo resignarme a aceptarlo, no tenía razones para hacerlo... especialmente después de que mi familia y mi esposa fueran arrebatadas de mi lado. Aquel fue el error más atroz que cometí.

Cuando decidí jugar con el tiempo para prolongar sus vidas, la felicidad fluía en mí. Pero de alguna manera, como si los mismos dioses se hubieran enfurecido, mi intromisión solo logró teñir las circunstancias de oscuridad. Una tras otra, las intervenciones desencadenaron una cadena de sufrimientos interminables. Cada intento de alterar el curso del destino, cada malograda manipulación del tiempo, sólo agravó las cosas de manera implacable.

El mundo cambió, llegué a creer que había logrado influir en su curso, pero fui traicionado por él. Su empresa se tambaleaba al borde de la bancarrota debido a sus decisiones erráticas, y él se hundió en tratos oscuros con individuos de dudosa moralidad. Aquel que solía frecuentar nuestra morada, que había ganado nuestra confianza, reveló su verdadera naturaleza. Maldigo el día en que abrí nuestras puertas de par en par y lo dejé entrar.

Ignoré el llamado silencioso de auxilio de mi esposa, y cuando finalmente tomé conciencia, era demasiado tarde. La búsqueda implacable de ella por parte de aquellos siniestros individuos había culminado. Y en el lugar donde mis pasos me llevaron, se presentó la más horripilante visión. En el oscuro recinto de un edificio abandonado, encontré sus cuerpos suspendidos, víctimas de su crueldad. Mi familia, mi todo, yacía allí. Pero el colmo del horror estaba reservado para mi esposa. Su cuerpo yacía desnudo, vulnerable ante los ojos del mundo, y su rostro había sido desfigurado de manera inhumana. Un grito de horror se escapó de lo más profundo de mi ser, como un lamento que destrozaba el aire y ahuyentaba a los cuervos carroñeros que se habían atrevido a profanar su descanso. En ese momento, la oscuridad se cernió sobre mi mundo y la esperanza se desvaneció por completo.

La ira me envolvió, nubló mi visión de todo, y necesitaba un culpable. Así que me dirigí a su hogar y sembré la muerte, como si eso aliviara mi tormento. Pero no encontré consuelo en la violencia que engendré. Desesperado, regresé al artefacto del tiempo, y esta vez fue él, el gordo... Un hombre que siempre me había envidiado, que siempre anheló lo que tenía. Ahora, era parte de una banda, una elección que debería haber previsto con claridad.

Un día, me encontraba con mi familia, compartiendo un momento de felicidad mientras horneabamos algo en la cocina., la paz se vio interrumpida cuando él llegó, acompañado por seis hombres más, a pesar de todos mis esfuerzos, no pude evitar que la tragedia se desencadenara. Mamá y papá encontraron la muerte en manos de esa horda de inhumanos. Aunque luché con todas mis fuerzas, no fui capaz de evitar que él la dañara. En medio del caos y la destrucción, ambos sobrevivimos, aunque en lo más profundo de mi ser deseaba que el destino hubiera sido distinto, que ninguno de nosotros hubiera sobrevivido a ese horror.

Unas semanas después, llegó la noticia de su embarazo... pero el niño que crecía en su vientre no era mio, y esa revelación devastadora se convirtió en una herida que nunca cicatrizaría. Su mirada, desprovista de toda esperanza y vitalidad, se ha grabado en mi mente como una sombra implacable que me persigue sin descanso. No importa cuánto me esforzara en cuidarla, no pude retenerla a mi lado, como si mis brazos fueran incapaces de mantenerla a salvo. La inevitabilidad del sufrimiento la envolvió como un manto oscuro y, en última instancia, la consumió por completo. Decidió escapar de esta vida cruel, y eligió hacerlo saltando desde un puente hacia lo desconocido. La tristeza y el cansancio se arraiga en mí como un invierno perpetuo, y su recuerdo persiste como un lamento incesante en mi corazón.

Recurrí una vez más a la máquina del tiempo, buscando desesperadamente alterar el curso de los acontecimientos. En medio de ese túnel espacio-temporal, se materializaron: tres patrullas del tiempo emergieron, con la intención de detenerme en mi desesperado afán de manipular la línea temporal. Luché con todas mis fuerzas para proteger mi intento desesperado por cambiar el destino, logrando que estas patrullas se desmoronaron al chocar con las paredes del túnel. Sin embargo, el costo fue alto. Mi máquina del tiempo sufrió daños severos, creí que moriría...no fue así traverse la realidad misma ...viaje a otra dimensión.

No tuve que buscar mucho, ahí estaba ella, en todas las realidades que exploré. Pero, de nuevo, parecía que algo en el universo no estaba a mi favor. Aunque se parecieran a ella, hablaran como ella e incluso rieran como ella, ninguna de ellas era mi esposa. No importa cuánto intentara convencerme de lo contrario, la verdad era dura y clara: ninguna de esas mujeres era quien yo anhelaba. Eran como sombras de lo que solía ser, y esa verdad dolía más con cada intento de negarla.

Otra vez me llené de odio, y acabé con todas mis versiones, lo hice porque me parecía injusto que fueran felices mientras mi realidad me hacía sufrir. Después de matar a unas 100 versiones mías, noté un cambio. De alguna manera, me volví más fuerte y astuto. En un universo avanzado de la Tierra, entendí lo que estaba pasando. Descubrí que el multiverso no era infinito, sino finito. Compartimos energía a través de todas las versiones de nosotros mismos.Cada vez que me mataba, estaba robando esa energía para mí.

Después de matar a todos, ese universo presentó dos opciones: la primera era que el universo y todas sus versiones se derrumbaran, o la segunda, que él se convirtiera en un dios capaz de crear lo que quisiera. Después de eso, solo recrearía su universo, su familia y su esposa. Si no funciona y todo se destruye, la verdad es que no le importa en absoluto.

Hace un año, llegué a mi 500.000 dimensión del millón que existían. En ese momento, descubrí a un ser durmiendo en una esquina desolada de aquel universo. Hace un año, logré arrebatar parte de su poder y fusionarlo con el mío. Pero también hace un año, mi versión de esta dimensión me detuvo, forzándome a volver a recurrir a la máquina del tiempo.

La comunicación se interrumpió, pero frente al semi-celestial, las imágenes de Nobita y Mercy permanecieron. "Esta vez no fallaré", murmuró mientras su forma semi-celestial se desvanecía, revelando a un hombre de cabello negro con profundas ojeras—Los traeré de vuelta, o dejo de llamarme Nobita Nobi— afirmó con un gruñido sonoro.

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